Los dos árboles

Génesis 2:9  

Y el Eterno Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.

Ayer, cubrimos las condiciones idílicas del huerto de Edén y por qué existieron inicialmente esas condiciones. En Génesis 2:9 se nos dan más detalles acerca de la opción que Dios les dio a los primeros seres humanos.

Dos árboles distintos fueron plantados en el huerto, separados de todos los otros árboles. El primer árbol fue llamado “el árbol de vida”, y el segundo árbol fue llamado “el árbol de la ciencia del bien y del mal”. A los primeros humanos les fue dicho que “de todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás” (Génesis 2:16-17). La intención de Dios era que ellos comieran del “árbol de vida”, lo cual resultaría finalmente en vida eterna para ellos (Génesis 3:22).

Pero Dios les dio una opción. Él no quiso que la humanidad lo obedeciera como si ellos fueran robots, programados para hacer lo que Él dijo, o porque ellos no tuvieran opción u oportunidad de escoger de manera diferente. Dios los puso en el huerto, les mostró las bendiciones y los beneficios perfectos de vivir bajo su gobierno —y entonces les dio a escoger.

Ellos tuvieron que decidir, en esencia, si escogían el camino de Dios y vivirían una vida perfecta, llena de bendiciones y finalmente vivirían por siempre, o si escogerían otro camino y vivirían con las consecuencias de una vida apartada de Dios. Esta fue básicamente la misma opción que Él le dio a la nación de Israel: “Yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal” (Deuteronomio 30:15).

Analicemos con más detenimiento lo que estos árboles simbolizaron:

  1. El árbol de vida simbolizó el camino de vida que conduciría finalmente a la vida eterna (Génesis 3:22). Este árbol representó el camino de vida caracterizado por la dependencia en, la guía de y la obediencia hacia el Dios verdadero (Deuteronomio 30:16). Este camino describe esencialmente la vida de una persona “guiada por el Espíritu de Dios” (Romanos 8:14). El Espíritu Santo es la fuente de vida eterna (Juan 6:33; Romanos 8:10; 2 Corintios 3:6; Gálatas 6:8).

  2. El árbol de la ciencia del bien y del mal representó el camino de vida que conduciría finalmente a la muerte (Génesis 3:17). Éste es el camino de vida caracterizado por el rechazo de Dios y de su guía (Romanos 1:28; 8:7; Colosenses 1:21) y vivir la vida de manera voluntariosa (Proverbios 14:12; Jueces 21:25; Romanos 2:8). También debemos notar que Dios específicamente nombró este árbol “de la ciencia del bien y del mal” (énfasis agregado). Aun cuando la humanidad funciona apartada de Dios, ésta puede escoger y producir ocasionalmente el bien. Pero el pecado (el resultado de vivir apartado de Dios y de su ley) todavía termina en muerte (Romanos 6:23).

Ésta fue la opción puesta ante los primeros seres humanos. Los riesgos fueron altos. Lo que ellos decidieran fijaría el curso de toda la historia de la humanidad. Desafortunadamente, ellos escogieron el camino del bien y del mal.

Todavía tenemos la misma opción ante nosotros. Aún tenemos dos árboles —o caminos de vida— y debemos escoger uno. Jesucristo puso la opción ante nosotros en palabras diferentes: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13-14).

No importa qué terminología se use —dos árboles, dos caminos o dos puertas— en la actualidad nos enfrentamos a la misma opción y tenemos que decidir.

¿De cuál árbol ha decidido usted comer? Lea más acerca de la decisión correcta en el artículo titulado “El árbol de la vida”.

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