Versiculos Para Meditar

Mi Hijo amado

Mateo 17:5   

Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.

La transfiguración fue uno de los acontecimientos más dramáticos e intrigantes durante el ministerio de Jesucristo.

Seis días antes, Él les dijo a sus discípulos: “De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino” (Mateo 16:28). Probablemente, los discípulos se imaginaron que quiso decir o simplemente mal interpretaron su significado. Pero el capítulo 17 nos muestra cómo cumplió Cristo esa afirmación.

Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan para que fueran a lo alto de una montaña, y ahí, por medio de una visión del futuro Reino de Dios se les apareció glorificado. Él “se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz” (Mateo 17:2).

Junto a Jesús, los discípulos vieron a dos de los grandes líderes del Antiguo Testamento: Moisés (quién escribió la ley —los primeros cinco libros de la Biblia) y a Elías (la personificación de los profetas).

En la grandiosidad del momento, sólo podemos especular acerca de qué pensó Pedro al ver esa visión de Jesús con esos grandes hombres. Pero la fuerte voz proveniente del cielo aclaró la verdad.

Los discípulos conocían la importancia de “escuchar” a Moisés y a Elías. Pero Dios les mostró que Jesucristo era mayor que ellos. Es el hijo amado de Dios y aquel que inspiró a Moisés y a todos los profetas. ¡Debemos “escucharlo”!

Si desea más información acerca de este asombroso evento y su significado, lo invitamos a leer nuestro artículo “La transfiguración: ¿qué sucedió?”.