“Mi reino no es de este mundo”
Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí.
Los líderes judíos habían entregado a Jesucristo al gobernador romano, Poncio Pilato, acusando a Jesús de reclamar ser el rey de los judíos. Ellos esperaban que este reclamo sería visto como traición y rebelión en contra del gobierno romano y haría que Pilato lo condenara a muerte. Pero Pilato pudo darse cuenta de que ellos acusaban a Jesús por celos de su popularidad.
Entonces Pilato le preguntó: “¿Eres tú el Rey de los judíos?” (Juan 18:33). La respuesta de Jesús mostró su inocencia de los cargos de rebelión y demostró que el Reino de Dios era diferente. No era de ese mundo, tanto porque su origen no está en el mundo físico como porque el Reino no era de ese tiempo.
Jesús es el Rey venidero del Reino de Dios, pero su propósito no era conquistar el Imperio Romano entonces. Él le había dicho a Pedro que guardara su espada, ya que el propósito de Dios requería el sacrificio y la muerte de Cristo (Juan 18:11).
Cuando Jesús regrese y traiga el Reino de Dios, Él peleará, si a eso se le puede llamar una pelea. Con todo el poder del universo a su disposición, en realidad no habrá quien pueda resistirse (Apocalipsis 19:11-16). El Dios Creador tomará la vida de los que se le oponga, pero Él también tiene el poder y el plan de devolverles la vida.
En este mundo, los seguidores de Cristo no pelean y no matan, sino que buscan amar a sus enemigos y vivir el camino de paz de Dios (Mateo 5:9, 21-22, 43-44).
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