No por su espada
Porque no se apoderaron de la tierra por su espada, ni su brazo los libró; sino tu diestra, y tu brazo, y la luz de tu rostro, porque te complaciste en ellos.
Cuando Dios sacó a sus hijos de Israel fuera de Egipto, le dijo a Moisés que le explicara a su pueblo: “El Eterno peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos” (Éxodo 14:14). Primero, Dios borró del mapa al poderoso ejército egipcio sin que los israelitas utilizaran una sola espada (Éxodo 14:23-28). Después les prometió a los israelitas que Él iba a “echar fuera al cananeo” delante de ellos (Éxodo 33:2).
Cuando los israelitas se rebelaron, Dios les permitió pelear algunas de sus propias batallas. Pero, tal como les demostró cuándo hizo que cayeran las murallas de Jericó (Josué 6:20), fue por medio de su intervención milagrosa que ellos pudieron entrar a la Tierra Prometida. Sin la ayuda de Dios, ellos no hubieran podido tomar la tierra.