Para memoria de ella
De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.
En los días antes de la crucifixión de Jesucristo, la Biblia yuxtapone dos ejemplos muy diferentes acerca del dinero y de la lealtad hacía Cristo.
Primero, en una cena en Betania: “vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa” (Mateo 26:7).
Los discípulos y en especial Judas Iscariote (Mateo 26:8-9; Juan 12:4-5) se indignaron y pensaron que lo que la mujer había hecho era un desperdicio. Ellos pensaron que el dinero se podría haber utilizado dándoselo a los pobres. Judas, al parecer, tenía otros planes para ese dinero porque malversaba los fondos a su favor (Juan 12:6).
La respuesta de Jesucristo es memorable: “Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra. Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura” (Mateo 26:10-12).
Jesús tiene registrado ese acontecimiento tan memorable en tres de los Evangelios, ¡y el profetizó que ese acto de servicio por parte de esa mujer iba a ser contado en todos los lugares donde fuera predicado el evangelio! ¡Es una lección para todos nosotros acerca de la importancia de la muerte de nuestro gran Dios y Salvador!
Pero Mateo sigue esta historia con la de Judas Iscariote cuando acepta traicionar a Jesucristo por sólo 30 piezas de plata. Su codicia y deslealtad son un crudo contraste con el profundo aprecio de la mujer que ungió a Cristo.
Si usted desea aprender más acerca de nuestro Salvador, lo invitamos a ver nuestra sección “¿Quién es Jesús?”.