Pentecostés y los dones de Dios

Hechos 2:38-39  

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

El llamado a la acción de Pedro también provee una lista de algunos de los más grandes dones de Dios.

La idea básica de arrepentimiento es “una revocación de pensamiento la cual cambia la vida de uno” (La Biblia de Estudio de Nelson, nota sobre Mateo 3:2). Cuando vemos que nuestros pecados han ido en contra de la perfecta ley de Dios, y que Jesucristo dio su vida para pagar por la pena de muerte que nosotros merecíamos, es correcto tener tristeza según Dios y un ferviente deseo de cambiar. Pero aun el arrepentimiento es un don de Dios (Romanos 2:4).

Después de arrepentirnos, Dios quiere que nosotros demostremos nuestro compromiso por medio del bautismo en agua, un símbolo de la muerte de nuestro viejo yo. Entonces Dios perdona nuestros pecados y nos da el don del Espíritu Santo —una semilla de vida espiritual, una conexión de vida con Dios, una conexión a la vid espiritual. A través del Espíritu Santo, Dios hace disponibles muchos otros dones invaluables.

Así, si bien es cierto que en este pasaje Pedro hizo un llamado a que los nuevos creyentes actuaran, es Dios quien realmente marca la diferencia con sus actos de dar.

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