Por qué fue rechazada la ofrenda de Caín, parte 1
Pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante.
Este versículo concluye la narrativa de las ofrendas de Caín y Abel. Analizando el contenido de los versículos 3-5, vemos que Caín trajo una ofrenda agrícola que no agradó a Dios, mientras que Abel sacrificó el primogénito de sus ovejas como ofrenda, lo cual agradó a Dios.
¿Cuáles fueron las diferencias principales en las ofrendas de los hermanos que hicieron que Dios rechazara la ofrenda de Caín y aceptara la ofrenda de Abel?
Hay dos explicaciones básicas que debemos tener en cuenta para alcanzar un entendimiento completo. Cubriremos la primera diferencia en el blog de hoy:
La diferencia en la calidad y el esfuerzo entre las dos ofrendas
Los versículos 3-4 nos dan algunas claves acerca de la diferencia en la calidad de las ofrendas que Caín y Abel presentaron a Dios. La ofrenda de Caín del “fruto de la tierra” es contrastada con la ofrenda de Abel de “los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas”. Podemos deducir que Caín no seleccionó su ofrenda con cuidado ni pensó mucho en ella.
Parece ser que Abel seleccionó y dio su ofrenda con mucho cuidado y reverencia para traerle a Dios lo mejor que tenía disponible con una actitud humilde de adoración. Hebreos 11:4 nos dice que “Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio”. Probablemente Caín preparó su ofrenda con un espíritu opuesto. Muy probablemente la preparó con el sobrante de su cosecha, sin pensar en la calidad de lo que él le iba a dar a Dios. Dios es muy claro en cuanto a que Él no acepta una ofrenda inferior en esfuerzo y calidad (Malaquías 1:7-8).
¿Qué podemos aprender de la diferencia en calidad entre las ofrendas de Caín y de Abel? La lección principal que podemos aplicar hoy es darle a Dios siempre lo mejor y adorarlo y honrarlo con nuestro máximo esfuerzo y energía.
Estudie usted las siguientes escrituras y medite en la calidad y el corazón con el que Dios quiere que nos acerquemos a Él: 1 Corintios 10:31; Colosenses 3:17, 23-24; 2 Timoteo 2:15.
Si usted desea aprender más de lo que la Biblia nos enseña acerca de cómo adorarlo apropiadamente, lea nuestro artículo titulado “Cómo adorar a Dios en privado”.