Somos transformados en la misma imagen

2 Corintios 3:18   

Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.

Cuando Moisés descendió del Monte Sinaí, ¡su cara resplandecía! Esto asustó tanto a los israelitas que tenía que cubrir su rostro con un velo cuando les iba a hablar.

El apóstol Pablo utiliza esto como analogía para mostrar que mientras la mente de los antiguos israelitas estaba cegada, a los cristianos Dios les ha quitado ese velo (2 Corintios 3:14-16).

Por el don del Espíritu Santo, los cristianos pueden tener la visión espiritual para apreciar “la gloria del Señor” —y no sólo eso, ¡también pueden ser cambiados para empezar a desarrollar esa gloria en ellos!

Si usted desea aprender más acerca del proceso de transformación, lo invitamos a ver la sección “La conversión”.

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