¿Soy guarda de mi hermano?
Y el Eterno dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?
Después de que Caín mató a Abel, Caín trató de cubrir su pecado argumentando que él no sabía el paradero de Abel. Caín sabía exactamente dónde estaba localizado el cuerpo de Abel. Pero cuando Dios se acercó a Caín y le preguntó dónde estaba su hermano, Caín respondió con una mentira descarada: “No sé”.
Esta mentira, dicha directamente a Dios, es la primera mentira humana registrada. Es interesante que el homicidio y la mentira van unidas en Juan 8:44 como dos características principales del carácter de Satanás. Este relato nos muestra la progresión común del pecado. El pecado engendra más pecado. En este caso, el pecado de homicidio por parte de Caín lo condujo a su pecado de mentir.
Podemos hallar una progresión similar en el relato del adulterio de David con Betsabé (2 Samuel 11). El pecado de adulterio de David fue seguido por la mentira y el homicidio para cubrir el adulterio.
En contraste, los cristianos deben ser conocidos por decir la verdad en todas las cosas (Efesios 4:25).
Después de mentir, Caín siguió respondiéndole a Dios con esta declaración sarcástica: “¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?” Al decir esto, Caín estaba diciendo esencialmente que él no era responsable del bienestar de su hermano. Esto muestra un corazón endurecido por parte de Caín. Esto fue el resultado de su odio y enojo. La historia humana ha sido marcada por esta actitud de una falta de interés por el cuidado y el bienestar de otros.
Los verdaderos cristianos entienden el error de la declaración de Caín. Filipenses 2:3-4 expresa con claridad la actitud que debemos tener hacia otros: “Antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros”.
Esta preocupación por otras personas es el resultado de una vida guiada por el amor (Marcos 12:31; Lucas 6:27; 1 Juan 4:16).
Si usted desea aprender más acerca de la profundidad del amor que Dios espera de su pueblo, lea nuestro artículo titulado “El amor de Dios”.