Un llamado al arrepentimiento

Hechos 2:38  

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Cuando cada una de las 3.000 personas en Pentecostés se dio cuenta de su responsabilidad personal por la muerte de Jesucristo, ellas “se compungieron de corazón” y preguntaron: “¿Qué haremos? (v. 37). Arrepentimiento significa volverse a Dios y alejarse del pecado, rendirse completamente a Dios. No es sólo lamentarse por haber sido descubierto o una experiencia emocional superficial. Arrepentimiento es un regalo de Dios que produce un cambio poderoso en nuestra vida.

Como escribiera Pablo: “Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte. Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sido contristados según Dios, ¡qué solicitud produjo en vosotros, qué defensa, qué indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué celo, y qué vindicación!” (2 Corintios 7:10-11).

Arrepentimiento no es algo que experimentamos en una sola ocasión, ya que el pecado puede penetrar de nuevo en nuestra vida. Juan nos alienta: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).

Estudie usted más acerca del arrepentimiento en nuestro artículo “¿Qué es el arrepentimiento?

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