Verdaderamente el Hijo de Dios
El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios.
Los soldados romanos eran hombres recios que generalmente no sentían mucho amor por las personas que estaban dentro del territorio que ellos conquistaban. Se burlaron de Jesús, incluso le pusieron una corona de espinas en su cabeza, le escupieron y lo golpearon en la cabeza (Mateo 27:29-31). Lo azotaron y lo clavaron a un madero cruelmente.
Pero durante ese suplicio, el centurión presenció las reacciones atípicas que Jesús tuvo de fe, paciencia, amor y entereza. Quizás el centurión conocía algunas de las enseñanzas de Cristo, o de pronto al escuchar el juicio o al ver a los sumos sacerdotes burlándose de Jesús lo llevó a darse cuenta de que los seguidores de Jesús creían que Él era el Hijo de Dios.
Entonces, con la oscuridad sobrenatural de tres horas y el terremoto que precedió la muerte de Jesús, el centurión tuvo miedo —y se convenció. Él no era sólo un hombre —¡realmente era el Hijo de Dios!
Si desea más información acerca del Hijo de Dios, lo invitamos a ver nuestra sección “¿Quién es Jesús?” y el artículo “La crucifixión de Jesucristo”.
