Vosotros también debéis lavaros los pies unos a los otros
Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros.
El lavado de los pies era una señal de hospitalidad y generalmente esa tarea se asignaba a la servidumbre. Era un trabajo sucio si se tienen en cuenta los caminos polvorientos de la Tierra Santa. A pesar de esto, nuestro Creador y Salvador estuvo dispuesto a estar en esa posición una vez más para enseñarnos una lección muy poderosa que debemos imitar.
La ceremonia del lavado de los pies, como parte de la Pascua del Nuevo Testamento nos recuerda que siempre debemos buscar la manera de servir, mucho o poco. La vida de un cristiano es una vida de servicio, con una actitud dispuesta a lavar los pies de las demás personas.
Si usted desea estudiar más acerca de la Pascua, lo invitamos a leer nuestro artículo “La Pascua y el perdón” y nuestro folleto “Las fiestas santas de Dios: Él tiene un plan para usted”.