¿Cómo mejorar la convivencia en el matrimonio?
En una sociedad donde el matrimonio a la manera de Dios está desapareciendo, y también muchos de ellos sufren problemas por diferencias de carácter, ¿qué podemos hacer para que nuestra relación matrimonial mejore?
El matrimonio a la manera de Dios está desapareciendo. Cada vez existe menos interés en las parejas de hombre-mujer de contraer matrimonio para toda la vida. Las estadísticas indican el descenso progresivo que tiene esta sagrada institución en la sociedad.
Hoy el matrimonio tiene una etiqueta de cambio constante. Muchas parejas piensan que, si no “resulta” su relación, se puede terminar para luego “unirse” con otra persona.
Muchos matrimonios viven una rutina que va destruyendo y apagando el amor inicial. Los problemas de convivencia en las parejas casadas aumentan de forma significativa. El desamor lento, pero progresivo, las opiniones diferentes sobre temas importantes, los objetivos dispares, la falta de interés en las tareas del otro, los problemas económicos y muchos otros aspectos comunicacionales están debilitando el matrimonio.
Tomar en serio el compromiso de casarse para toda la vida es un maravilloso don de Dios. El matrimonio es un don que Dios entrega a los hombres y a las mujeres que quieren unirse de por vida. Jesucristo, hablando acerca de esta condición mencionó: “No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado” (Mateo 19:11).
Dios, por medio de su Palabra, desea que recordemos lo siguiente: “El que ama tiene paciencia en todo, y siempre es amable. El que ama no es envidioso, ni se cree más que nadie. No es orgulloso. No es grosero ni egoísta. No se enoja por cualquier cosa. No se pasa la vida recordando lo malo que otros le han hecho. No aplaude a los malvados, sino a los que hablan con la verdad. El que ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de esperarlo todo, de soportarlo todo. Sólo el amor vive para siempre” (1 Corintios 13:4-8 TLA).
No debe haber motivo que permita que la indiferencia se apropie del matrimonio para secuestrar el amor y llevarlo al calabozo de la frialdad y la distancia.
Cuando se practica el amor de esta forma, las parejas se vuelven maduras y logran complementarse con los años. Los dos aprenden a aceptar sus diferencias y a realizar cambios, haciendo de esta manera un recorrido de la vida algo agradable y beneficioso para ambos.
Por supuesto que los problemas no desaparecen, pero se aprende a disculpar más y a pasar por alto las ofensas, si trabajamos seriamente en esta relación.
Tomando en cuenta que a todos nos gustaría mejorar nuestra relación y eliminar algunos aspectos desfavorables, ¿cómo hacemos para que nuestro matrimonio mejore cada día? He aquí tres puntos para mejorar la relación de matrimonio:
1. Eliminar las críticas
Algunas causas de divorcio comienzan a gestarse a partir de las críticas entre los cónyuges. Estas críticas pueden ser unilaterales o mutuas, causando discusiones que generan heridas en el tiempo. Las críticas generalmente tienen que ver con fijarse demasiado en los errores del otro, generando distancia y alejamiento.
Cuando las cosas son así, los cónyuges pueden ser críticos con su pareja y también criticados. Esto genera un ambiente muy tenso. En algunos casos pueden terminar en discusiones de tono elevado o en explosiones de llanto y enojo.
Esta sucesión de eventos hace pensar a los cónyuges que no son compatibles y puede llevar a pensar en temas como la separación o el divorcio. Por esta razón es bueno considerar los siguientes aspectos para no criticar.
- Evitar las críticas al cónyuge y jamás hacer alguna en público.
- Eliminar las palabras ofensivas y descalificadoras siempre.
- Tomar un tiempo antes de responder algo de lo que uno se pueda arrepentir.
- Eliminar el menosprecio por el otro.
El apóstol Pablo escribió acerca de las relaciones entre hermanos en la Iglesia: “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer” (1 Corintios 1:10).
Tomando en cuenta el deseo de Dios de que permanezcamos unidos en mente y parecer, es bueno tomar en cuenta las siguientes sugerencias para desarrollar la armonía con nuestra pareja.
- Buscar cómo respaldar a nuestro cónyuge en todo lo que no contradiga a Dios.
- Exaltar las virtudes de nuestra pareja y hablar de ellas.
- Disimular los defectos y no agrandarlos.
- Practicar el reconocimiento y la admiración mutua.
David escribió algo que debe ser una columna en nuestro matrimonio: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!” (Salmos 133:1).
2. Evitemos la indiferencia
Quizás la metáfora más explicativa para la indiferencia es el asesinato. La indiferencia está matando matrimonios como nunca antes. Esta arma es usada por parejas que viven juntas, pero separadas emocionalmente y han desarrollado una gran brecha entre ambos.
La indiferencia es el silencio entre ambos, el cual pretende pasar un mensaje de culpabilidad al otro cónyuge. Esta actitud genera una herida que se inflige sobre el otro. Muchas parejas logran vivir con indiferencia por muchos años. Sólo se saludan en la mañana, conversando lo mínimo durante el resto del día. Esta indiferencia genera una brecha grande y peligrosa.
La meta que debemos tener en el matrimonio es convertirnos en mejores amigos. No existirá nadie que lo conozca tanto como su esposa(o).
Esta indiferencia no contribuye a reconocer e incrementar el valor positivo que hay en el otro(a). Sin comunicación, el matrimonio no puede caminar hacia adelante en la realización del proyecto común.
No debe haber motivo que permita que la indiferencia se apropie del matrimonio para secuestrar el amor y llevarlo al calabozo de la frialdad y la distancia. Dios menciona que todos podemos tener diferencias: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Efesios 4:26).
Lo contrario de la indiferencia es la ternura. Esta cualidad mata a la indiferencia, ya que permite a través de buenas y amables palabras y de gestos amorosos, transmitir la presencia del amor.
La ternura es definida como un estado de ánimo donde se mezclan la dulzura y el amor, que reconforta a quien lo recibe y a quien lo ofrece.
El apóstol Pablo, sabiendo la dimensión espiritual que poseía el matrimonio y el amor, dijo: “sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos” (Colosenses 3:13-15).
Vestirse de amor implica ser amable, tierno y amoroso. Por lo tanto, agregar algunos detalles de este tipo fortalece el matrimonio. Algunas sugerencias:
- Regale un presente a su esposa(o) de vez en cuando.
- Déjele una nota positiva en el auto, la cama o el vestidor.
- Sea amable todo el tiempo con su cónyuge. Agregue detalles a su gentileza.
- Sorprenda positivamente a su pareja.
- Promueva la alegría cuando ambos estén juntos.
3. Comuniquémonos más
Las muchas horas en el trabajo y la lejanía diaria entre ambos cónyuges genera distancia comunicacional. Las pocas horas al día en que están juntos son solamente para cumplir deberes, marchitando así la comunicación saludable.
En un mundo tan lleno de tensiones, todos necesitamos ayuda. Ambos esposos necesitamos apoyo continuo.
Un buen matrimonio nunca debe buscar amigos confidentes de distinto sexo. Esto ha sido causa de malentendidos y desconfianzas. En el mundo ésta es una puerta abierta hacia la infidelidad. Si vamos a buscar ayuda de un tercero, debemos saber elegir a la persona correcta.
La meta que debemos tener en el matrimonio es convertirnos en mejores amigos. No existirá nadie que lo conozca tanto como su esposa(o). Esto permitirá recibir consejos y también recibir ayuda mutua. Cuando somos amigos, podemos dialogar confiadamente y desear estar cerca de quien nos escucha sin juzgarnos. Un matrimonio que se apoya mutuamente no tiene temor del otro. Es fácil ser amigo de quien es responsable de nuestro bienestar emocional. Esto es lo que nos permite ser nosotros mismos en todo momento.
El rey Salomón escribió: “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; más ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto” (Eclesiastés 4:9-12).
Es el deseo de Dios que los matrimonios sean fuertes y unidos y que busquen, a través del amor y la confianza, acercarse a Él. Dios es el tercer cordón del matrimonio y desea que esta unión represente realmente la relación que existe entre Jesucristo y su Iglesia.
Fecha de publicación: Septiembre 29, 2022