Ejemplo del rey David en cómo adorar a Dios
La vida del rey David es como un manual práctico para adorar a Dios. ¿Qué tenía en su corazón que agradaba tanto a Dios? ¿Cómo podemos adorar a Dios?

Crédito de la imagen: Estellez a través de Istock
Hace miles de años, un joven pastor disfrutaba del vasto silencio, del aire fresco de la noche y del sonido apacible del balido de las ovejas, bajo un cielo estrellado, sobre los campos de Belén. En medio de esa quietud estaba aquel muchacho con corazón de poeta, con su cayado y su arpa. David estaba solo muchas veces, enfrentado a la inmensidad de la creación y mirando a los cielos. Eran los momentos cuando emergían las conversaciones íntimas, dirigidas al Creador de esas mismas estrellas. Estos eran los momentos cuando David adoraba a Dios.
En medio de un mundo acelerado y lleno de información, que a la vez genera rutinas, ansiedad y agotamiento por la dependencia digital, es que los invito a imaginar aquellos momentos de tranquilidad y silencio en la vida del rey David.
No me refiero al silencio total ni a la ausencia de sonido, sino al silencio donde se puede apreciar la creación de Dios.
Personalmente he vivido aproximadamente 30 años en el campo, alejado del ruido que genera una ciudad, y he aprendido a valorar el silencio.
¿Qué podemos aprender de aquellos momentos del rey David en los que se dedicaba a adorar a Dios? ¿Cómo podemos adorar a Dios de esa misma manera? y ¿Cómo podemos estrechar nuestra relación con Dios?
David y su adoración a Dios
David, inspirado por Dios, escribió estas palabras: “Alabad al Eterno, hijos de los poderosos; dad al Eterno la gloria y el poder. Dad al Eterno la gloria debida a su nombre; adorad al Eterno la hermosura de la santidad” (Salmo 29:1-2).
David entendía que adorar a Dios era una parte esencial de su relación espiritual con Él.
Igualmente, Dios, a través de su Hijo Jesucristo, nos dejó un modelo de oración que comienza con una declaración fundamental: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mateo 6:9). Esta primera línea no es una casualidad. Es el cimiento de lo que debe ser el resto de la oración, por medio de la alabanza de su nombre. Si hay alguien que entendió esta verdad, fue el rey David. Sus salmos no son meros poemas religiosos; son el diario de vida de un hombre que encontró en la adoración a Dios, un lenguaje íntimo, un refugio en la tormenta, una alegría en la victoria y un consuelo en el quebranto. Dios no sólo escuchó las palabras del rey, sino que miró a su corazón y dijo que era conforme al de Él mismo (Hechos 13:22).
¿Qué tenía el corazón de David que tanto conmovió a Dios? Uno de los rasgos espirituales que definen a David es la forma en cómo adoraba a Dios. Era algo que brotaba de su profunda sinceridad.
Explorar esta parte de su vida es descubrir un manual práctico para mejorar nuestra adoración y así magnificar el nombre de Dios en nuestra propia vida.
¿Por qué debemos adorar a Dios?
La adoración no es un capricho ególatra de Dios porque necesita ser adulado. La adoración es la respuesta de un corazón que reconoce y se rinde ante la majestad de Dios. Es, en esencia, la respuesta debida ante la gloria de quien nos creó. Debería ser como la flor que se abre al sol: no puede evitarlo. Al adorar a Dios, nosotros recordamos quién es Él.
La adoración no es un capricho ególatra de Dios porque necesita ser adulado. La adoración es la respuesta de un corazón que reconoce y se rinde ante la majestad de Dios. Es, en esencia, la respuesta debida ante la gloria de quien nos creó.
El Apóstol Juan escribió acerca de la distinción de Dios hacia sus seguidores como adoradores verdaderos. Él dijo: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:23-24).
El Creador del universo está buscando adoradores verdaderos, personas que lo conozcan profundamente, que lo amen tan completamente, que su respuesta natural sea la adoración en espíritu y en verdad.
Lamentablemente, en medio del sufrimiento, la pena y el dolor, los afanes de la vida, la confusión o la rutina, nuestra visión de Dios se empaña. Sin embargo, la adoración a Dios actúa como un limpiaparabrisas del corazón, despejando la opacidad de nuestra vida y devolviéndonos a la realidad de su soberanía, su bondad y su poder.
Dios desea tener una relación profunda con nosotros. La adoración es el lenguaje de esa relación. Es el acto de reconocer el lugar del Eterno en el universo y de visualizar nuestro pequeño mundo temporal, necesitado de Él. De hecho, el propósito para el cual fuimos creados fue para glorificar a Dios para siempre.
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David no se conformaba con una oración apurada o bajo la presión de sus afanes diarios. Al contrario, su corazón estaba lleno de pasión y ponía todo su ser para expresar su devoción a Dios. He aquí un listado práctico, extraído directamente de los salmos, para que todo cristiano pueda adorarlo.
1. Con cantos y música instrumental
David era un músico talentoso. No solo cantaba, sino que involucraba todo su talento en la adoración. El mencionaba: “Alabadle con sonido de trompeta; alabadle con salterio y arpa. Alabadle con adufe y flauta; alabadle con cuerdas y órgano. Alabadle con címbalos resonantes; alabadle con címbalos de júbilo” (Salmos 150:3-5).
2. Con palabras de gratitud
David declaraba constantemente las obras de Dios en su vida. Era realmente un agradecido: “Bendeciré al Eterno en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca” (Salmos 34:1). Exaltar a Dios, quien nos bendice a diario, puede sonar extraño. Pero bendecir su santo nombre es parte de lo que Él desea y también desea que bendigamos a los demás.
3. Recordando sus intervenciones en nuestra vida
En momentos de desesperación, David no se enfocaba en sus problemas, sino en el historial de fidelidad de Dios en la vida del rey. “Acordarme he de las obras del Eterno; sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas” (Salmos 77:11). Parece como que David tenía un “diario de la fidelidad de Dios” en su vida.
4. Con gemidos sinceros frente a nuestros pecados
La alabanza más conmovedora de David no siempre era alegre. A veces era un gemido o un desgarro del alma, por causa del pecado: “Ten misericordia de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones” (Salmos 51:1). La adoración auténtica incluye llevar nuestro dolor, nuestra tristeza y nuestro arrepentimiento delante de Dios. Es llevar nuestra compunción del corazón delante de Él para obtener misericordia
5. Con una vida que refleje integridad
Para David, adorar a Dios implicaba una conducta intachable. Aunque cometió errores, él sabía que la adoración que agrada a Dios emana de un corazón que busca obedecer. El mencionó: “¿Quién subirá al monte del Eterno? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón…” (Salmos 24:3-4). La forma más apropiada de adorar a Dios es honrarlo con nuestras decisiones diarias: ser honestos en el trabajo, perdonar a quien nos ofendió y mostrar nuestra integridad en todo lo que hacemos.
Adorando a Dios a diario
Cristo, a través del “Padre nuestro” en Mateo 6, nos llama a santificar su nombre. David nos muestra el “cómo”. Este rey nos muestra que hay diferentes formas de adoración. David sabía que este camino de vida debe vivirse con intensidad y que la adoración a Dios refleja la inmensa diferencia entre Él y nosotros. Dios no creó para adorarlo, para hacer buenas obras y últimamente para entrar a su Reino.
Así que, tomemos el legado de este pastor-rey que, en medio del silencio encontraba a Dios. Cuando la alegría inunde nuestro pecho, cantemos salmos. Cuando la noche sea oscura, recordemos sus maravillas antiguas. Cuando la batalla aceche, levantemos nuestras manos en fe. Cuando pequemos, acudamos a Él con un corazón contrito y humillado. Al final, un corazón que le adora en toda circunstancia, como el de David, late al unísono con el corazón de Dios. En esa adoración profunda, descubrimos el verdadero propósito de nuestra existencia.
Fecha de publicación: Diciembre 5, 2025