¿Es bíblico el concepto de “muerto en el Espíritu”?
Algunas iglesias carismáticas abogan por ser “muerto en el Espíritu” como un encuentro genuino con el Espíritu Santo de Dios. Pero, ¿es bíblica esta experiencia?
Para los lectores que no están familiarizados con el movimiento carismático, la expresión muerto en el Espíritu puede resultar desconcertante. Si buscamos en la Biblia, no encontraremos ningún uso de la expresión matar en el Espíritu o morir en el Espíritu. Entonces, ¿a qué se refieren exactamente las personas con “muerto en el Espíritu”? Y, ¿es algo que usted debería procurar?
Ser “muerto en el Espíritu” (o a veces llamado “unción del Espíritu”) describe una experiencia que ocurre en algunas iglesias carismáticas donde una persona supuestamente recibe una intensa manifestación del Espíritu Santo en su cuerpo.
Tal vez usted ha visto en un programa religioso en la televisión y lo ha presenciado, pero no sabía exactamente cómo se llamaba.
Generalmente ocurre cuando un predicador impone las manos sobre la persona, a veces violentamente, y pide a Dios esta señal. Cuando ocurre, se cree que el Espíritu Santo entra en la persona y la fuerza la derriba sobre su espalda. Con frecuencia, las personas que experimentan esto entran en un estado de trance y creen que el Espíritu Santo literalmente se ha apoderado y ha tomado el control de su mente y su cuerpo. En ocasiones, las personas implicadas se quedan totalmente calladas, y otras veces se lamentan o ríen a carcajadas durante la experiencia.
Las iglesias carismáticas creen que esto sólo les ocurre a las personas que se someten verdadera y plenamente al poder del Espíritu de Dios, le permiten tomar el control y apoderarse de su mente y cuerpo. A menudo ocurre en reuniones donde las personas también están tratando de hablar en lenguas o donde un predicador está tratando de sanar por fe.
¿Cómo se siente estar “muerto en el espíritu”?
Así es como una persona describió su experiencia de ser “muerta en el Espíritu” en una iglesia carismática:
“Me impuso las manos. Fui descendiendo… fui descendiendo. Simplemente caí. Ni siquiera puedo describir la sensación, es como si algo estuviera en mí, como un hormigueo. Estaba bajo Su control... Estaba tendido sobre el suelo con los ojos cerrados... Me quedé allí hasta que el hormigueo comenzó a disminuir un poco. Y ese sentimiento, ese poderoso sentimiento, comenzaba a salir de nuevo naturalmente. Fue maravilloso. Fue grandioso... No es algo que puedas controlar. Simplemente viene a ti”.
¿Encontramos el concepto de “muerto en el Espíritu” en la Biblia?
Aunque hay ejemplos de profetas recibiendo revelación de Dios a través de su Espíritu, la Biblia no da ningún ejemplo de la práctica moderna de estar “muerto en el Espíritu.” No hay un solo ejemplo donde un profeta o un ministro de Dios alguna vez haya impuesto las manos sobre alguien, provocando que caiga de espaldas en un estado de trance.
Hay ejemplos de personas que sienten un impacto físico por un encuentro ante la presencia de Dios, pero esos ejemplos son muy diferentes de las instancias modernas de ser “muerto en el Espíritu”.
A continuación, les daremos algunos ejemplos:
- Mateo 17:5-6: “Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd. Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor” (énfasis añadido). Pedro, Santiago y Juan cayeron sobre sus rostros aterrorizados cuando experimentaron una visión de Jesucristo glorificado y radiante. Pero nada indica que perdieran el control de su mente o que experimentaran un sentimiento de euforia. De hecho, la respuesta de Jesús indica que habían caído al suelo muy asustados por lo que habían visto y oído (v. 7).
- Juan 18:5-6: “Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy. Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba. Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra” (énfasis añadido). A veces las personas se refieren a esta escritura como un ejemplo de personas que caen bajo la influencia del Espíritu. Pero analicemos dos cosas: primero, esto fue una situación única. Y, segundo, estas personas eran parte de la turba que venía a arrestar a Jesús y se oponían con rebeldía al plan de Dios. En este caso, parece que el poder emanaba de Cristo cuando hablaba, como testimonio de quién era Él. El poder que emanaba de Jesús los hizo retroceder y caer al suelo. (No está claro si realmente cayeron hacia atrás, pero sí lo hicieron, esta es la única vez que tal acontecimiento se menciona en la Biblia, ¡y no fue algo bueno!)
No hay un solo ejemplo donde un profeta o un ministro de Dios alguna vez haya impuesto las manos sobre alguien, provocando que caiga de espaldas en un estado de trance.
- Hechos 10:9-11: “Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta. Y tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis; y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra” (énfasis añadido). Éste fue otro acontecimiento único. Pero es importante tener en cuenta que Pedro no sólo estaba experimentando un sentimiento de euforia y hormigueo. Él estaba presenciando una visión directa de Dios. Cuando Dios le muestra una visión a uno de sus siervos, Él implanta directamente esa visión en la mente del individuo. La mente de la persona no se queda en blanco, se llena literalmente con la revelación directa de Dios. Pero esto no es algo que Dios haga a menudo o que la persona pueda procurar. Estas visiones ocurren en momentos muy puntuales y tienen propósitos específicos. En este caso, Pedro estaba experimentando una visión importante con respecto a la posibilidad de salvación de Dios a los gentiles.
Estos son otros ejemplos de situaciones en las que Dios hizo revelaciones a sus siervos de esta manera: Génesis 15:12-13; Hechos 9:3-4; Apocalipsis 1:10, 17. Estos pasajes se refieren a las experiencias de algunos de los más grandes siervos de Dios: Abraham, Pablo y Juan.
Sería presuntuoso y arrogante que nosotros hoy tratáramos de imitar lo que Dios hizo en las vidas de estos hombres.
¿Qué podemos decir de la imposición de manos?
Un elemento clave de las experiencias de “muerto en el Espíritu” es el toque vigoroso de un predicador —a menudo con fuerza suficiente para empujar a las personas y que caigan de espaldas. A veces es francamente violento y se produce cuando el predicador y su auditorio están casi enloquecidos por la música, el baile y una predicación llena de vigor.
Aunque la Biblia no contiene ningún ejemplo de este tipo de experiencia, si menciona bastante la práctica en la que un ministro de Dios impone las manos sobre las personas. De hecho, el libro de Hebreos enumera la “imposición de las manos” como una doctrina fundamental de la Iglesia de Dios (Hebreos 6:2). Pero la práctica bíblica de la “imposición de manos” es muy diferente de lo que vemos en los servicios carismáticos.
Existen dos aspectos que debemos tener en cuenta con respecto a la ceremonia bíblica de “la imposición de las manos”:
- Nunca se hacía de forma enérgica o violenta. La “imposición de las manos” que vemos en la Biblia tenía un efecto calmante. Tengamos en cuenta que Jesús imponía sus manos sobre los niños para bendecirlos. Leemos que: “Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía” (Marcos 10:16). Jesús habría hecho esto con mucha delicadeza. Lo hizo para otorgar un beneficio —una bendición— a estos niños. La imposición de manos sobre ellos no fue de ninguna manera enérgica o violenta.
- La imposición de manos se hacía con un propósito específico. El acto bíblico siempre se hace con el fin de apartar a una persona para un propósito especial. Nunca fue hecho sólo para darle a alguien una experiencia espiritual. Entre los propósitos de esta ceremonia podemos mencionar:
- Otorgar una bendición de primogenitura (Génesis 48:14).
- Ordenar a un nuevo líder de Israel (Números 27:22-23).
- Conceder el Espíritu Santo a los creyentes después del bautismo (Hechos 19:3-6).
- Ungir a un enfermo (Santiago 5:14).
- Bendecir a los niños (Mateo 19:13-15).
- Ordenar diáconos y ancianos en la Iglesia (Hechos 6:5-6; 1 Timoteo 4:14).
La ceremonia de “imposición de manos” está firmemente arraigada en la Biblia y se lleva a cabo con un propósito específico. Sin embargo, los ejemplos bíblicos de esta práctica no se parecen en nada a las prácticas que vemos en las iglesias carismáticas modernas.
Los ministros de la Iglesia de Dios siguen practicando la “imposición de manos” cuando llevan a cabo estas ceremonias. Pero siguen el ejemplo bíblico y siempre lo hacen de una manera controlada y suave. El camino de Dios se caracteriza por la mansedumbre (Santiago 3:17).
Si usted desea conocer más acerca de esta práctica, lo invitamos a leer nuestro artículo “La imposición de manos”.
¿Caer de espaldas? ¿Es esto obra de Dios?
Consideremos otra característica que se presenta comúnmente cuando alguien es “muerto en el Espíritu” —caer de espaldas. ¿Muestra la Biblia que las personas justas responden a la presencia de Dios de esta manera?
En la Biblia, cuando las personas justas experimentaban la presencia y la gloria de Dios, siempre se postraban boca abajo. Inclinarse ante Dios con la cabeza hacia el suelo es un signo de deferencia, humildad y adoración. Analicemos estos ejemplos:
- Números 20:6: “Y se fueron Moisés y Aarón de delante de la congregación a la puerta del tabernáculo de reunión, y se postraron sobre sus rostros; y la gloria del Eterno apareció sobre ellos” (énfasis añadido).
Cuando los verdaderos siervos de Dios se encuentran ante la presencia de Dios, se inclinan o se postran boca abajo ante Él en adoración, deferencia y humildad.
- Josué 5:13-14: “Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? Él respondió: No; más como Príncipe del ejército del Eterno he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo?” (énfasis añadido).
- Ezequiel 3:23: “Y me levanté y salí al campo; y he aquí que allí estaba la gloria del Eterno, como la gloria que había visto junto al río Quebar; y me postré sobre mi rostro” (énfasis añadido; ver también Ezequiel 43:2-3; 44:4).
- Mateo 17:6-7: “Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor. Entonces Jesús se acercó y los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis” (énfasis añadido).
- Apocalipsis 7:11: “Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios” (énfasis añadido).
Podríamos citar muchos otros ejemplos. Pero estos dan una pauta clara y unificada: Cuando los verdaderos siervos de Dios se encuentran ante la presencia de Dios, se inclinan o se postran boca abajo ante Él en adoración, deferencia y humildad.
Nuevamente, debemos señalar que el ejemplo de las personas que posiblemente caen de espaldas en Juan 18:5-6 no era de individuos justos, sino de individuos injustos. Cuando los individuos justos se encuentran ante la presencia de Dios, siempre caen hacia adelante, boca abajo.
El camino de vida de Dios es un camino de dominio propio y orden
Un último aspecto a tener en cuenta acerca de las experiencias de “muerto en el Espíritu” es la falta de orden general que las rodea. Suelen estar inmersas en una forma de adoración muy espontánea, caótica, impredecible e influenciada por las emociones.
Ésta no es la atmósfera que debe rodear a la verdadera adoración. La Biblia establece unas pautas muy diferentes. Una de las escrituras más claras acerca del ambiente que Dios desea cuando las personas lo adoran se encuentra en 1 Corintios 14:33: “pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz”.
El Espíritu de Dios guía gentilmente a una persona, no se apodera de ella con violencia.
Las pautas de Dios para la verdadera adoración son sencillas: “pero hágase todo decentemente y con orden” (v. 40).
El camino de vida de Dios y la verdadera adoración se caracterizan por la paz y el orden —nunca caos ni confusión. La confusión y el desorden son frutos de un camino de vida carnal (Santiago 3:16).
La paz y el orden que Dios espera de su pueblo provienen de la influencia de su Espíritu Santo. El Espíritu de Dios no influye en las personas para que tengan esos arrebatos emocionales incontrolables ni estados de trance. El verdadero espíritu de Dios es un espíritu “de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7). El “dominio propio” es el fruto de una mente controlada.
Una mente guiada por el Espíritu Santo de Dios permite que la persona continuamente esté “llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:5). Tengamos en cuenta, nuestra mente debe estar cautiva para obedecer a Jesucristo. La obediencia es una decisión activa y consciente que requiere el control total de nuestra mente. Esto es lo opuesto a tratar de abrir nuestra mente para ser tomada y controlada por un espíritu externo. El Espíritu de Dios no trabaja de esta forma. El Espíritu de Dios guía gentilmente a una persona, no se apodera de ella con violencia (Romanos 8:14).
El fruto del Espíritu de Dios incluye la mansedumbre y el dominio propio (Gálatas 5:23).
Los servicios carismáticos modernos difícilmente son ejemplos de mansedumbre, y la idea misma de ser “muertos en el Espíritu” es lo opuesto al dominio propio. Los que buscan esto se esfuerzan por entregar el control de su mente a una fuerza exterior y a menudo reaccionan a esta experiencia de maneras impredecibles. Es posible que haya un espíritu involucrado en estas experiencias, pero la Biblia muestra que no es el Espíritu de Dios. Recuerde las palabras de la persona que citamos anteriormente: “No es algo que puedas controlar. Simplemente viene a ti”.
Cuidado con los engaños carismáticos
Entendemos que este tipo de experiencias pueden ser estimulantes y emocionantes para las personas. Pero el atractivo es emocional. De alguna manera, ser “muerto en el Espíritu” es muy similar al uso de drogas. Aquellos que lo experimentan obtienen un torrente de adrenalina emocional que interpretan como una experiencia espiritual. Pero el estímulo emocional pronto desaparece, y entonces tienen que buscarlo una y otra vez.
El verdadero impacto del Espíritu de Dios es completamente diferente.
Cuando alguien verdaderamente está siendo guiado por el Espíritu de Dios, no se trata en absoluto de un impulso temporal provocado por la adrenalina. Es la presencia continua de Dios dentro de esa persona dándole poder para acercarse a Dios, ser guiado por Él, pensar como Él y tomar decisiones correctas. La verdadera evidencia del Espíritu de Dios es una vida transformada, una vida que crece continuamente en el fruto del Espíritu de Dios (Gálatas 5:22-23).
No busque morir en el espíritu. Busque ser guiado por el Espíritu de Dios.
Si usted desea saber más acerca de los peligros de las prácticas religiosas carismáticas, lo invitamos a leer nuestro artículo “De Pentecostés a... ¿pentecostalismo?”.
Fecha de publicación: Enero 17, 2024