La historia y el futuro de Jerusalén
Jerusalén es uno de los atolladeros más grandes del mundo. Muchas religiones la reclaman y es un sitio de división y violencia. ¿Cuál es el pasado y el futuro de esta ciudad?
Durante su campaña presidencial, Donald Trump afirmó en muchas ocasiones que, si él fuera elegido, trasladaría la embajada de Estados Unidos en Israel de Tel Aviv a Jerusalén.
No es una idea nueva. De hecho, en 1995, el congreso de Estados Unidos aprobó “el acta de la embajada en Jerusalén”, en la cual reconocía a Jerusalén como la capital única de Israel, y requería que la embajada estadounidense fuera reubicada en Jerusalén. En el 5 de junio del 2017, el senado de Estados Unidos pasó una resolución celebrando el quincuagésimo aniversario de la reunificación de Jerusalén y le hizo un llamado a Donald Trump para que cumpliera la resolución de 1995 y reubicara la embajada.
Aaron David Miller, un antiguo negociador de paz, Israelí-Palestino, señaló el peligro del traslado: “Es difícil llevar a cabo algo que lograría que el Medio Oriente arda más de lo que está ardiendo ahora”. El oficial palestino Nabil Shaat dijo: “Mover la embajada es lo mismo que reconocer que Jerusalén es la capital de Israel. Es un crimen de guerra… no hay forma de que nosotros o el mundo árabe lo aceptemos. Esto significaría el fin de Estados Unidos como garante del proceso de paz. Lucharíamos nuevamente y movilizaríamos al resto del mundo en contra de ese traslado”.
Si “Salem” significa “paz” (Hebreos 7:2), el nombre Jerusalén pareciera que significa “ciudad de paz”. Pero la ciudad ha sido de todo menos pacífica. A medida que avanzamos hacia el tiempo del fin, la Biblia revela que Jerusalén será el centro de eventos que van a afectar al mundo entero.
Una historia corta
Jerusalén es primero mencionada en la Biblia cuando el rey de Jerusalén, Adoni-Zedek, les pidió ayuda a sus reyes vecinos para atacar a los gabaonitas por haber hecho un pacto con los israelitas (Josué 9:3-15; 10:1-5). Josué acudió a su rescate y destruyó a los enemigos de los gabaonitas (Josué 10:25-26).
Más tarde los jebuseos habitaron en la ciudad (Josué 15:63; Jueces 1:21) antes de que el rey David tomara la ciudad y la hiciera la capital de Israel y el centro de adoración (2 Samuel 5:5-8; 1 Crónicas 15:1-3).
La ciudad permaneció bajo el control de Judá hasta que fue conquistada por los babilonios alrededor de 587-585 a.C. (Jeremías 52:12-14). Después de la caída de Babilonia, la ciudad cayó en manos de los persas y los medos y luego de los griegos. Más tarde fue tomada por el Imperio Romano, que controló Jerusalén cuando Jesucristo caminó en esta tierra. 40 años después de que Cristo fuera crucificado, los romanos destruyeron a Jerusalén y el templo de Herodes, azotando y llevando cautivos a la mayoría de sus habitantes.
Durante las edades oscuras de Europa, Jerusalén se convirtió en el centro de las guerras “santas” (las cruzadas) con los católicos y musulmanes que luchaban por el control de la ciudad. Si desea aprender más acerca de este tema, puede leer: “Jerusalén: ¿por qué la reclaman tres religiones principales”.
Una nación otra vez
En 1948 el estado de Israel fue establecido como hogar para el pueblo judío. Los judíos (descendientes de la tribu bíblica de Judá) volvieron a tomar control del territorio alrededor de Jerusalén por primera vez en 1.900 años. Casi inmediatamente, las naciones vecinas
—Egipto, Jordania y Siria— atacaron a Israel con el propósito de tomar y destruir a Jerusalén. Los israelíes derrotaron la coalición, pero después de la guerra Jerusalén fue dividida, con la parte occidental bajo el control israelita y la parte oriental bajo control de Jordania. En 1949, el fundador del moderno estado de Israel, David Ben Gurión, declaró a Jerusalén, la “capital eterna” de Israel.
En 1967 las mismas naciones se prepararon para atacar nuevamente a Israel. Israel nuevamente emergió victorioso de lo que ahora se conoce como la Guerra de los Seis Días. En esta ocasión triplicó su territorio y obtuvo el control de la parte oriental de Jerusalén
—con lo cual toda la ciudad quedó en manos de los judíos.
Pero el resultado de estas guerras fue que miles de palestinos quedaron sin hogar. 50 años después, el mundo todavía no ha logrado resolver este problema —de por sí complicado y vuelto aún más complejo por el terrorismo.
La carga de Jerusalén
El presidente Trump ha dicho que tal vez la paz del medio oriente no sea “tan difícil de lograr como mucha gente piensa”. Por cerca de medio siglo, muchos han trabajado duro para tratar de traer paz a esta región, y sin embargo la meta se ha mostrado elusiva. ¿Por qué? La Biblia muestra claramente que los seres humanos no conocen el camino a la paz (Romanos 3:17; Isaías 59:8).
Por cerca de medio siglo, muchos han trabajado duro para tratar de traer paz a esta región, y sin embargo la meta se ha mostrado elusiva.
Aunque allí existe una nación judía, los sacrificios que fueron parte fundamental de la historia de Jerusalén, no han sido restablecidos (Oseas 3:4). Por años, las facciones dentro de Israel han tratado de restablecer estos sacrificios en un lugar cercano al sitio del monte del templo. En este año, el Instituto del Templo hizo un sacrificio de Pascua en la ciudad antigua de Jerusalén, después de que le fuera negado el permiso a su requerimiento para poder celebrar la ceremonia en un parque arqueológico cercano a la pared occidental. Las profecías muestran que los sacrificios serán restablecidos en el futuro antes de que sean “quitados” por un poder religioso (Daniel 7:8, 21; 8:11).
Cuando “viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos” (Lucas 21:20, su destrucción estará cerca. Jesucristo advirtió que esta época sería tan difícil que a menos que Él intervenga “nadie sería salvo” (Mateo 24:22) —la extinción de los seres humanos sería total. Los sacrificios serán detenidos y la “abominación desoladora” será establecida en Jerusalén (Mateo 24:15; Daniel 12:11). Si desea profundizar en este tema, puede leer nuestros artículos: “La abominación desoladora: ¿qué es?” Y “El tiempo de los gentiles”.
Estamos viendo cómo más naciones (como Turquía) y la Unión Europea se están involucrando en Jerusalén. Jerusalén llegará a ser el “centro” de la política mundial. Dios profetizó que Jerusalén sería como “piedra pesada” que desmenuzaría todo aquel que trate de cargarla (Zacarías 12:3).
La batalla final por Jerusalén y la esperanza futura
La ciudad de Jerusalén será eventualmente dividida por la mitad (Zacarías 14:2). En la batalla final los ejércitos que se reúnen alrededor de Jerusalén, lucharán contra Jesucristo que regresa. Él traerá su juicio sobre aquellos que “repartieron mi tierra” (Joel 3:2). Es interesante el hecho de que muchas naciones en la actualidad respaldaron las fronteras anteriores a 1967, en donde Jerusalén fue dividida en dos. Zacarías 14:2 indica que habrá una “toma violenta” de la ciudad, en lugar de una partición pacífica.
Afortunadamente, las buenas noticias son que eventualmente Jerusalén ¡tendrá paz! Jesucristo regresará y establecerá su Reino, que durará “por siempre y para siempre” (Daniel 2:44-45; 7:14, 18, 27). Él: “escogerá aún a Jerusalén” (Zacarías 2:12) como su sede central y las personas de todas las naciones dirán: “subamos al monte del Eterno… y nos enseñará en sus caminos” (Miqueas 4:1-2).
Que Dios haga que venga pronto el día en que Jerusalén sea la capital del mundo —y no su más grande atolladero.
Si desea aprender más acerca de la profecía de los tiempos del fin, puede ver nuestros artículos de “Tiempos del fin”.
Fotografía por Andrew Shiva / Wikipedia, CC BY-SA 4.0. https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=30066666
Fecha de publicación: Junio 8, 2017