El camino de la paz

El ser humano siempre ha deseado y buscado la paz, pero nunca la ha encontrado. ¿Qué dice la Biblia acerca del camino de la paz y cómo obtenerla?

La historia de la humanidad es una historia de conflicto, violencia y guerra. Al mirar retrospectivamente, aun los momentos de aparente paz no parecen haber sido nada más que períodos de preparación para la siguiente batalla.

Y no es que el ser humano no desee la paz o que nadie se esfuerce por mediar en estos conflictos y promover la paz. En el mundo hay personas que se dedican a buscar la paz sin descanso y sin duda merecen nuestra admiración. Lamentablemente, la mayoría de sus esfuerzos han sido en vano.

Como dice Romanos 3:17, la realidad es que los seres humanos simplemente “no [conocen] camino de paz”.

Las Escrituras relatan cómo los primeros humanos rechazaron el camino de paz de Dios y, engañados, siguieron el camino fatal y destructivo, que el mundo entero ha seguido bajo la influencia de la serpiente del jardín de Edén. Desde entonces, la torcida y egoísta mentalidad del hombre ha colmado la historia de guerras y violencia.

La Biblia revela que, actualmente, es Satanás —el peor enemigo de la humanidad— quien gobierna el mundo. Él se ha encargado de difundir sus actitudes de odio y crueldad en la mente del ser humano (Efesios 2:2; 1 Juna 5:19; Apocalipsis12:9). Como Santiago lo explica, su influencia hace que nuestro egoísmo innato se potencie al máximo:

“¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?” (Santiago 4:1).

Llamados a ser pacificadores

Pero Cristo quiere algo diferente para nosotros; quiere que nuestra actitud sea la opuesta a la de Satanás: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5:9).

Dios ha seguido el camino de la paz durante toda la eternidad y desea que sus hijos también gocen de sus beneficios y eventualmente lleguen a ser como Él.

Pero, ¿qué debemos hacer para tener paz?

1. Obedecer la ley de amor de Dios.

“Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo” (Salmos 119:165).

La ley de Dios es la base de toda relación sana. Sus mandamientos nos enseñan cómo amarlo a Él y al resto de los seres humanos (Mateo 22:37-40). Un verdadero pacificador no se queda en la ideología, sino que lleva la paz a la acción, y tanto la letra como el espíritu de la ley de Dios nos enseñan a buscar la paz con nuestras acciones (Mateo 5:21-26, 38-48).

En su carta a los romanos, Pablo describe algunos aspectos del camino de la paz diciendo:

“Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.

“Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Romanos 12:16-21).

Sin duda, vivir en armonía, dominar nuestro orgullo, dejar la venganza en manos de Dios y servir a nuestros enemigos nos son tareas fáciles. Pero son parte fundamental del camino de la paz.

En la Biblia hay muchas otras escrituras que describen las actitudes y mentalidad de un pacificador.

2. Crecer en la sabiduría de Dios.

Como leímos, las guerras son causadas por nuestros deseos egoístas. Por otro lado, Santiago nos dice que “la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz” (Santiago 3:17-18).

Cada una de las ocho palabras griegas con las que el apóstol describe la sabiduría de Dios se contrapone a la sabiduría de “celos amargos y contención” que sólo conduce a confusión, pleito y guerra (v. 14). La segunda palabra de la lista, eirenikos, es traducida como “pacífica”, y cuando se aplica a una persona, la raíz de este término básicamente se refiere a las sanas relaciones entre los seres humanos y entre el ser humano y Dios.

¿Qué significa entonces que “el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz”? El comentarista bíblico William Barclay anota:

“Debemos recordar que ‘paz’, eirene, se refiere una relación sana entre seres humanos. Entonces, Santiago está diciendo que ‘Todos queremos cosechar el fruto de una vida buena. Pero las semillas de la buena cosecha nunca podrán crecer en una atmósfera donde no haya relaciones sanas. Las únicas personas que pueden sembrar este tipo de semillas y cosechar la recompensa son aquellas que han dedicado su vida a forjar el tipo correcto de relaciones’. En otras palabras, nada bueno puede crecer en un ambiente de desacuerdo. Un grupo de personas en el que existen la amargura y el conflicto es tierra infértil donde la semilla de la justicia no puede germinar y la cosecha nunca llega” (Daily Study Bible [Biblia de estudio diario]).

3. Crecer en el amor de Dios.

En 1 Corintios 13 —el capítulo del amor— Pablo revela otra de las claves de la paz.

Aunque todos los aspectos del amor enumerados por el apóstol merecen ser estudiados en detalle, por ahora sólo nos enfocaremos en dos de ellos. En la traducción del Dr. Barclay, el versículo 5 de 1 Corintios 13 dice que el amor “no es descortés; no se obstina en sus derechos; no se aíra con rapidez; no guarda ningún mal recibido en la memoria”.

El traductor también comenta que la frase “no se aíra con rapidez” (“no se irrita” en la versión Reina Valera 1960) implica que “el amor cristiano nunca se exaspera con la gente. La exasperación siempre es señal de derrota. Cuando perdemos la calma, lo perdemos todo. Kipling decía que se puede medir a un hombre por su capacidad para mantener la calma cuando todos los demás la han perdido y lo culpan por ello y por no sentir odio cuando otros lo odian a él. El hombre que puede dominar su talante, es capaz de dominarlo todo”.

Barclay además explica que “El amor no retiene memorias de males recibidos. La palabra traducida como “guardar” (logizeshthai) pertenece a la jerga de la contabilidad y se refiere al ingreso de un ítem en el libro para no ser olvidado. Esto es precisamente lo que mucha gente hace. Uno de los mayores artes de la vida es aprender a olvidar…Tanta gente prefiere alimentar su enojo para mantenerlo vivo y rumia el daño sufrido hasta el punto en que es imposible de olvidar. El amor cristiano es aquél que ha aprendido a olvidar”.

Muchos de los conflictos y guerras actuales han sido causados por la ira y el deseo de venganza. ¿Qué sucedería si Dios nos enviara como intercesores de un conflicto a un lugar como la Tierra Santa, Siria, Irak, Afganistán, Nigeria o Sudán del sur? Si queremos ayudar a otros a controlar su enojo y poner fin a círculos de venganza que han durado por generaciones, primero debemos comprender estos principios bíblicos.

Cuando hayamos aprendido estas lecciones de amor, de control, y de evitar la venganza, podremos practicar y enseñar estos aspectos esenciales del camino de la paz.

4. Buscar la mente de Cristo.

En Filipenses 2:3-5, Pablo nos da otro interesante consejo para construir relaciones sanas: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”.

“Estimando cada uno a los demás” implica analizar con detalle cuán valiosas son las fortalezas de otros y reconocer sus debilidades o necesidades.

En otras palabras, el versículo 4 nos insta a enfocarnos en los demás. Como bien dice el escritor Stephen Covey, antes de buscar comprensión, deberíamos tratar de comprender a los demás.

La clave para tener este enfoque es tener la mente de Cristo. Como cristianos, debemos aprender a estar tan dispuestos a sacrificarnos y servir humildemente como Él lo está. Pero para esto, necesitamos el Espíritu Santo —necesitamos tener los ojos puestos en las cosas del Espíritu (v. 5).

Ejemplos de cómo resolver un conflicto

Aunado a la justicia y la misericordia que Dios ejercerá en su Reino, el camino de la paz nos permitirá resolver conflictos a nivel personal y nacional con eficacia. Todo conflicto tiene una solución de la que ambas partes pueden beneficiarse por la eternidad.

La Biblia nos da varios ejemplos de cómo encontrar una buena solución cuando surge algún conflicto o desacuerdo. Veamos algunos de ellos.

Cuando Abraham y Lot prosperaron, sus rebaños comenzaron a competir por alimento y esto generó conflicto entre sus pastores. Al darse cuenta, ¡Abraham dejó que Lot escogiera primero la tierra que quería! Esta solución puede parecer inequitativa, pero las escrituras demuestran que la actitud de paz y generosidad de Abraham hicieron que Dios también lo prosperara a él (Génesis 13:1-17).

Génesis 26:12-33, 1 Samuel 25:7-35, 2 Samuel 3:6–5:5, 2 Reyes 1:13-15, Daniel 1:8-16, y Lucas 9:51-56 relatan historias semejantes. Lo invitamos a leer estos ejemplos y analizar cómo los protagonistas lograron la paz y por qué funcionaron sus métodos.

Una “contienda no pequeña”

Uno de los ejemplos más interesantes de la Iglesia del Nuevo Testamento en cuanto a resolución de conflictos es la conferencia de Jerusalén de Hechos 5. Como dicen los versículos 2 y 7, esta reunión fue una “contienda no pequeña” y comenzó con “mucha discusión”, pero a pesar de todo, lo apóstoles lograron encontrar una solución pacífica. Eventualmente, “pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia” anunciar la decisión acordada (v. 22).

El comentario de Hechos 15:22 en la NKJV Study Bible [Biblia de estudio NKJV] de Nelson dice:

“El proceso de resolución del consejo resulta muy interesante. Primero, el problema fue expuesto claramente: cada parte expuso su postura. Segundo, los testigos relataron los hechos. Tercero, una persona conocida por su objetividad y sabiduría dio su opinión al respecto. Cuarto, se buscó unanimidad en la decisión; y quinto, la actitud de preservar la unidad del Espíritu prevaleció durante toda la reunión. Esta fórmula sin duda sería útil para solucionar conflictos… actualmente”.

Su próximo paso hacia la paz

Obviamente, un mundo sin guerra sería muchísimo mejor que el mundo que conocemos. Pero un mundo con paz verdadera —producto de seguir el camino de paz de Dios y estar preparados para enseñarlo tras la segunda venida de Cristo— sería un mundo más maravilloso de lo que podamos imaginar.

Le invitamos a descubrir más acerca del camino de vida de Dios —el camino de la paz— en las secciones “Los Diez mandamientos” y “Conversión cristiana”. Es un camino sencillo (no complejo), y al mismo tiempo difícil (no fácil). Pero es el único camino que funciona, nos trae beneficios increíbles y nos conducirá a la paz verdadera por la eternidad.

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