Liderazgo mundial en crisis. ¿Qué consecuencias traerá?
La pandemia pudo ser una oportunidad para que los líderes del mundo pudieran trabajar en conjunto y superar la crisis de liderazgo que existe. Sin embargo, se demostró que esta crisis sigue aumentando, dejando una sensación de falta de esperanza en el mundo. ¿Qué se viene después de esta crisis de liderazgo mundial? ¿Existe esperanza de un mundo mejor?
Revisando el panorama del mundo actual, sin duda que la pandemia es la gran noticia de este siglo XXI que ha impactado y trastocado las vidas de muchos. Es bien sabido que el Covid-19 tiene un mayor efecto en las personas más débiles, los de la tercera edad y los que tienen enfermedades preexistentes.
De la misma manera este virus ha sacado a la luz las enormes debilidades políticas y crisis de liderazgo que amenazan al mundo entero.
Yuval Noah Harari uno de los historiadores más influyentes de este siglo, en una entrevista realizada en Nueva York, este pasado 7 de enero, mencionó algo importante en relación a una pregunta que hizo. La pregunta fue: ¿Qué es lo que más le preocupa de cómo el mundo está cambiando durante la pandemia? La respuesta: “Lo que más me preocupa es la total falta de liderazgo mundial. La batalla contra el Covid-19 ha sido todo un triunfo de la ciencia que ha tenido que aguantar un desastre político enorme. Científicos de todo el globo han cooperado para identificar el nuevo virus, contener su propagación y desarrollar una vacuna. Gracias a este esfuerzo científico conjunto, la humanidad cuenta con mejores herramientas para combatir la pandemia, como nunca antes en la historia. Sin embargo, los líderes no han sabido aprovechar estas herramientas”.
Un mundo sin esperanza
Todos tenemos derecho a la esperanza. Todos quisiéramos pensar que en los momentos de mayor caos, serán los líderes los que proveerán la luz que pueda llevar a todos al destino más seguro. Se espera sabiduría, cordura, espíritu de servicio, valentía y rapidez ante la crisis, de parte de los líderes.
Es cierto que la naturaleza de esta crisis es diferente a cualquier otra, pero también es cierto, a estas alturas, que el mundo va a la deriva y sin rumbo.
El profesor Harari sigue diciendo: “La lucha contra el coronavirus debería haber sido un proyecto político claro desde el principio. Cualquiera entiende que, si el virus sigue desarrollándose y propagándose, aunque sea en un solo país, ningún país está a salvo. Pero aun así no hemos sido capaces de trabajar juntos de forma eficaz”.
No cabe duda que nos encontramos ante un período histórico nunca antes visto. Jamás nuestro planeta estuvo tan globalizado, con un desarrollo tecnológico sin precedentes. Tampoco estuvo provisto de tantos avances en medicina y con sistemas de salud que pudieran prolongar los años de vida. Sin embargo, el nuestro es un mundo polarizado ideológicamente, con una desigualdad cada vez más desproporcionada, con una crisis medio ambiental profunda y con una sobrepoblación mundial que presenta desafiantes retos.
Desafortunadamente, al mismo tiempo, lo que se percibe es una constante decepción, viendo que los líderes no son capaces de manejar los problemas correctamente. Hay revueltas en diferentes partes, protestas, descontento, miseria, pobreza… todo por la falta de un liderazgo efectivo, con autoridad apropiada, con sabiduría, ciencia y conocimiento.
Estados Unidos ya no es el líder mundial de antes. Por decisión propia ha estado abandonando su rol de líder que ostentó desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Hace algunos años todo el mundo tenía puesta su mirada en el liderazgo de ese otrora poderoso país.
En Europa, la segunda ola del coronavirus está demostrando que no se aprendió nada de la primera. La Unión Europea no se ha asomado con un liderazgo concertado para afrontar el impacto que representa el virus para toda la Eurozona. Lo lamentable es que se pusieron de acuerdo para financiar la economía de Europa en esta crisis, pero no lograron ponerse de acuerdo para solucionar el problema que imponía el coronavirus.
En Latinoamérica no ha sido diferente. En Brasil, por ejemplo, al inicio de la pandemia, se negó la existencia del virus. El presidente del país mencionó que era “sólo un resfrío pequeño”, algo que a estas alturas le ha costado la vida a muchos brasileños.
Viene un verdadero liderazgo
Este mundo, en medio de tanta tensión por sobrevivir, desea un cambio, desea a un nuevo líder pero, por ahora, no saben quién puede ser ese héroe que los saque de la crisis.
El filósofo griego Epilecto mencionó lo siguiente: "Un barco no debería navegar con una sola ancla, ni la vida con una sola esperanza". Es una buena cita para señalar que el mundo actual no tiene sólo una “esperanza”. Este modelo actual de gobierno y liderazgo mundial no es lo único que existe. De hecho, pronto dejará de existir. Y sí, existe una verdadera esperanza.
Hay otra esperanza a la vista. Ésta es la otra ancla que detendrá a este mundo de sus locuras, para recomenzar y dar solución a los problemas que lo aquejan. Me refiero a la segunda venida de Jesucristo a la Tierra. Él vendrá de nuevo a gobernar con poder sobre el mundo entero. Vendrá a establecerse como el líder máximo de la humanidad. Y Él vendrá no sólo con poder, sino con un liderazgo efectivo, capaz de solucionar los problemas del ser humano. Será un gobierno de unidad, regido por la ley de Dios, la única ley que cambia corazones. La ley de Dios será la base para la nueva Constitución de las naciones.
La palabra de Dios dice con autoridad: “Porque así dice el Eterno de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho el Eterno de los ejércitos” (Hageo 2:6-7).
Así se conocerá a Jesucristo: “El Deseado de las naciones”. Este mundo, en medio de tanta tensión por sobrevivir, desea un cambio, desea a un nuevo líder pero, por ahora, no saben quién puede ser ese héroe que los saque de la crisis.
Séneca, filósofo latino, citó lo siguiente: “Los deseos de nuestra vida forman una cadena, cuyos eslabones son las esperanzas”. Sí, ciertamente existe una cadena larga y pesada de sufrimientos y de problemas sin solución que aquejan a la humanidad. Se necesita un cambio de liderazgo mundial que construya los eslabones de la verdadera esperanza.
Ese liderazgo que viene no será en nada parecido a los líderes actuales. Jesucristo vendrá a gobernar con mano firme: “regirá a las naciones con vara de hierro” (Apocalipsis 2:27). Él no permitirá la maldad ni la injusticia en la Tierra.
La Biblia es la palabra de Dios y tiene mensajes de advertencia para todos nosotros, incluyendo a los líderes actuales. He aquí lo que dice a los líderes actuales: “Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; Admitid amonestación, jueces de la tierra. Servid al Eterno con temor, y alegraos con temblor. Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían” (Salmos 2:10-12).
Falta poco. Jesucristo está listo para regresar. Los problemas de la humanidad dejarán de ser. Él nos llevará a todos nosotros por caminos de justicia, paz interior, juicios rectos y equidad, como nunca antes se ha visto.
La llegada de un mundo mejor está a las puertas. Pronto la humanidad tendrá que reconocer a Jesucristo como su líder máximo. Será un tiempo donde todos aprenderemos a vivir en armonía. Finalmente habrá paz por todas partes.
Si usted puede ver la diferencia entre el mundo actual y el mundo por venir y la diferencia de liderazgo entre ambos mundos, lo invitamos a profundizar en éste y otros temas de vital importancia estudiando la sección “El Reino de Dios” y “La reforma que vendrá”.
Fecha de publicación: Febrero 10, 2021