La reforma que vendrá

Los activistas demandan cambios y los líderes intentan hacer reformas. Pero cuando Cristo regrese traerá la transformación que el mundo tanto necesita.

Actualmente vemos cómo cientos y a veces miles de manifestantes se reúnen en diferentes partes del mundo para demostrar la insatisfacción que sienten contra sus líderes, condiciones o eventos.

La protesta más importante de la historia probablemente fue la Reforma Protestante, que se inició en 1517 con la publicación del Cuestionamiento al poder y eficacia de las indulgencias —o Las 95 tesis— de Martín Lutero, quien desafiaba la autoridad del papa en particular y la autoridad de la Iglesia Católica Romana en general. Lutero demandaba que la iglesia hiciera reformas para restaurar lo que según él eran las verdaderas enseñanzas de la Biblia, y que se liberara a los cristianos de la Iglesia Católica.

Sin duda la Reforma Protestante tuvo un gran impacto en los tiempos de Lutero y sus efectos siguen sintiéndose hoy. Pero, no logró lo que se quería en principio: la completa restauración de las enseñanzas de Jesús y de la Iglesia que Él fundó.

Han pasado cerca de dos mil años desde que Jesucristo vino a la Tierra, y durante todo este tiempo no se ha llegado a un consenso de cuáles fueron sus enseñanzas y qué significa seguirlo. La mejor manera de solucionar el problema sería que Jesús mismo lo hiciera, y para nuestra fortuna eso es exactamente lo que sucederá.

Jesús prometió que regresaría (Juan 14:1-3; Zacarías 8:3; Hechos 1:9-11) y cuando lo haga, Él establecerá el gobierno de Dios en la Tierra, que traerá no sólo una reforma, sino una transformación completa, restaurando la verdad de su mensaje del evangelio (las buenas noticias) del Reino de Dios.

Bajo su autoridad y dirección, el mundo será un lugar completamente distinto. Las personas de todas las naciones reconocerán a Jesucristo como su Salvador, aprenderán a vivir y a convivir en armonía, y descubrirán cuál es el propósito de su vida. Finalmente habrá paz en todos los niveles: paz mental, paz en las familias y paz entre las naciones, y el mundo será transformado por completo.

Un cambio de corazón

El meollo de este gran cambio será el corazón del hombre —la transformación del corazón humano es el primer paso. La Biblia utiliza el concepto de “corazón” para referirse a los pensamientos, al carácter y a las emociones de una persona —lo que una persona es en su interior. Jesús describió el corazón como la fuente de todo mal comportamiento (Marcos 7:20-23), y el profeta Jeremías dijo que “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9).

En el pasado, Dios hizo un acuerdo (pacto) con la nación de Israel, prometiendo protegerlos y bendecirlos abundantemente si ellos obedecían sus instrucciones. Israel accedió, pero Dios sabía que en realidad no tenían el corazón para cumplir su parte del trato (Deuteronomio 5:29).

Cuando Jesús regrese hará un Nuevo Pacto disponible para toda la humanidad. Una profecía en Jeremías 31 afirma: “He aquí que vienen días, dice el Eterno, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá… Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón” (Jeremías 31:31, 33). Él prometió: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros”. Así todo el mundo será capaz de obedecer sus mandamientos (Ezequiel 36:26-27).

La clave de todo es el nuevo espíritu. En el día de Pentecostés, registrado en Hechos 2, el Espíritu Santo se le dio a la primera generación de su nueva Iglesia, estableciendo así el Nuevo Pacto (Hechos 2). Ese mismo proceso de conversión ha continuado a través del tiempo a medida que Dios ha traído personas a su Iglesia (Hechos 2:38-39). Pero las profecías de Jeremías y Ezequiel se refieren a un tiempo en el que Jesús ofrecerá su Espíritu a toda la humanidad, lo cual eventualmente producirá un cambio profundo de corazón.

Sin embargo, esta transformación del corazón no será un proceso fácil. Será el resultado de muchos eventos difíciles y dolorosos que precederán la venida de Jesús y llevarán a toda la humanidad al arrepentimiento (consulte nuestro artículo “¿Qué es el día del Señor?”). Pero a medida que las personas empiecen a sujetarse a Él, todo comenzará a cambiar. En lugar de ser un ejercicio externo, las personas podrán obedecer la ley de Dios con el corazón —podrán interiorizar sus leyes, transformando así su corazón humano y carnal en uno obediente y humilde.

Un mundo basado en la verdad

La cantidad de mentiras y confusión que hoy reinan en el mundo es asombrosa. Pero cuando Jesús transforme la Tierra, la civilización estará basada en la verdad. Como un ejemplo de los maravillosos cambios que Jesús traerá, Isaías 2:2-3 nos dice:

“Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa del Eterno como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte del Eterno, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Eterno”.

Jesús restaurará la verdad universal de las leyes de Dios, que serán la base de la sociedad. Y cuando Él reine desde Jerusalén, gente de todas las naciones se acercará a su trono para aprender cómo vivir. Así, la verdad de Dios, basada en su ley, se difundirá al mundo entero desde Jerusalén.

Como dice Isaías 11:9: “la tierra será llena del conocimiento de [el Eterno], como las aguas cubren el mar”. ¿Se imagina un mundo repleto de la verdad de Dios? En primer lugar, la religión será completamente diferente; no habrá cientos de religiones adorando docenas de dioses distintos. En cambio, Jesús revelará al Padre a la humanidad y los dirigirá hacia Él para que todos aprendan a adorar al único Dios verdadero.

La transformación comenzará con las naciones de Israel y Judá, pero se extenderá a todos los lugares que han adorado diferentes dioses (Zacarías 8:20-23). Una profecía en el Salmo 98 alaba a Dios, quien: “ha hecho notoria su salvación; a vista de las naciones ha descubierto su justicia. Se ha acordado de su misericordia y de su verdad para con la casa de Israel; todos los términos de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios” (Salmo 98:2-3).

Al fin, un mundo en paz

Cuando la humanidad finalmente tenga un corazón dispuesto a obedecer y conozca la verdad de Dios, el mundo se transformará del lugar de guerra y conflicto que han caracterizado nuestra historia, a un lugar de verdadera paz y seguridad.

Actualmente, frente al edificio de las Naciones Unidas en Nueva York se encuentra una famosa estatua llamada “Convirtamos nuestras espadas en arados”, donde se observa a un hombre con un martillo transformando su espada en arado como símbolo del fin de la guerra. Esta imagen es un ideal que la humanidad no ha podido alcanzar. Aunque la ONU fue fundada con loables intenciones, ha demostrado ser incapaz de impedir la guerra y establecer la paz.

Esta escultura se basa en la profecía de Isaías 2:4: “Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra”.

Jesucristo sí tendrá la autoridad, el amor y la sabiduría necesarios para solucionar aun conflictos de mucho tiempo entre naciones y culturas. No habrá más intentos fallidos de paz por medio de guerras, tratados y alianzas. Las guerras y las armas se convertirán en artefactos obsoletos, y la humanidad al fin quedará libre para enfocar sus esfuerzos, recursos y creatividad con fines pacíficos.

La profecía de Miqueas 4 es casi idéntica a los primeros cuatro versículos de Isaías 2. Pero nos añade una hermosa imagen de la paz y seguridad que el mundo disfrutará: “se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca del Eterno de los ejércitos lo ha hablado” (Isaías 2:4).

El momento de una reforma personal

Jesús irá más allá de una reforma: transformará por completo al mundo. El apóstol Pablo dijo que el propósito y la voluntad de Dios el Padre son rescatar a la humanidad “del presente siglo malo” a través de Jesús (Gálatas 1:4).

Pero todo esto no ocurrirá mágicamente con el chasquido de sus dedos. Toma tiempo cambiar a toda una humanidad, y ese será sólo el comienzo. El reinado de mil años de Jesucristo será sólo un paso dentro del maravilloso plan de Dios para rescatar a toda la humanidad. Si desea saber más acerca de ese plan, lea nuestros folletos El misterio del Reino y Las fiestas santas de Dios: Él tiene un plan para usted.

Para nosotros, que entendemos lo que Jesús hará, la oportunidad de entrar en ese Nuevo Pacto con Dios y Jesucristo es ahora. Nuestros corazones pueden ser transformados, podemos aprender a construir nuestra vida en la verdad, y podemos encontrar propósito y paz.

Si desea comenzar su transformación personal ahora, no dude en descargar nuestro folleto gratuito ¡Cambie su vida!

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