Los sacrificios de animales prefiguraban al de Cristo
Por James F. Guy Sr.
Los rituales del templo y los sacrificios de animales señalaban al increíble sacrificio de Jesucristo. Ésta es la Parte 6 de la serie “¿Ha sido eliminada la ley de Dios?”.
Un último cambio en la ley se refiere a los sacrificios y rituales relacionados con el servicio del templo.
Antes de su destrucción, los cristianos frecuentaban el templo e incluso participaban en la mayoría de sus servicios. Los cristianos continuaron “perseverando unánimes cada día en el templo” (Hechos 2:46). Pablo oraba allí (Hechos 22:1-17). Los seguidores de Cristo eran celosos de la ley (Hechos 21:21-24). Estas escrituras muestran que ellos valoraban el templo y la relación que tenían con él.
La destrucción del templo
Sin embargo, Cristo había dicho lo siguiente acerca del templo: “¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada” (Mateo 24:2). Cuando Tito destruyó el templo en el 70 d.C., tenía que haber un cambio en la forma en que los cristianos adoraban a su Creador.
Al anticipar la destrucción del templo, el libro de Hebreos aborda los problemas que ocurrirían cuando esto pasara.
Los sacrificios ilustraban el sacrificio de Cristo
El libro de Hebreos muestra que los sacrificios y rituales del templo ya no son necesarios porque todos estos apuntaban a Cristo, quien ha cumplido su simbolismo: “porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados” (Hebreos 10:4).
Sólo la sangre de Cristo podía hacer esto, porque Él era Dios en la carne (Filipenses 2:6-8), quien vivió una vida de obediencia a la ley de Dios y ha entrado “en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado” (Hebreos 9:24-26).
El sacerdocio de Cristo ahora reemplaza al de los levitas (Hebreos 7:11-28). Todo lo que se relacionaba con los levitas prefiguraba a Jesucristo, y esto requería un cambio en la ley, de la administración de los levitas a la administración de Cristo: “Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley… Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto. … mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable” (vv. 12, 22, 24).
Nada de esto indica un cambio con respecto a las carnes limpias e inmundas, la observancia de las fiestas anuales, o del día de reposo. Pablo escribió que “nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo” (Colosenses 2:16-17).
Pablo dijo que ningún hombre puede juzgarnos con respecto a nuestra observancia del día de reposo, los días santos, o el no comer ciertas carnes, porque Dios es nuestro Juez, y Él ha determinado lo que debemos y no debemos hacer. Él ha ordenado que guardemos el sábado y las fiestas. ¿Por qué? Porque estas cosas son —no eran— una sombra de las cosas por venir. ¡Todo esto anuncia lo que Dios hará en el futuro!
El sábado
Jesucristo mismo guardó el sábado: “Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer” (Lucas 4:16). Por lo tanto, Él podía decir que “el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo” (Mateo 12:8). Es decir, el sábado, no el domingo, es el verdadero día del Señor.
Pablo también observó el día de reposo: “Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió [las Escrituras] con ellos” (Hechos 17:2). Era la “costumbre” de Cristo y
Pablo observar el sábado. Y Pablo escribió: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1).
En otras palabras, Pablo guardó la ley de Dios, incluyendo el sábado, porque Cristo así lo había hecho, e instó a los cristianos de todas partes a guardarla también.
Las palabras de Cristo —que nada de la ley pasaría hasta que todo se haya cumplido— siguen siendo verdaderas, aunque la administración de esa ley ha cambiado porque Dios ha dado el Espíritu Santo para que su pueblo pueda guardar su ley con un mayor entendimiento espiritual.
Con esto en mente, debemos volver nuestros corazones y mentes a guardar la ley de Dios de una forma magnificada y cumplida —cumplida en su totalidad— por Jesucristo.
En el próximo artículo veremos lo que todo esto significa para nosotros hoy y en el futuro.
Éste es el sexto artículo en una serie de siete partes acerca de la ley de Dios. Para leer la parte 5, vea “Las leyes civiles ahora se administran de manera diferente”. Para continuar la serie, véase la parte 7 “La ley de Dios y el futuro”.
Fecha de publicación: Mayo 30, 2013