¿Qué dice la Biblia acerca de asistir a la iglesia?
Estamos viviendo en una época en la que podemos ver los servicios religiosos desde el hogar. Pero, ¿qué dice la Biblia acerca de asistir personalmente a la iglesia?
"No me gusta la forma en que se hacen las cosas".
"Soy introvertido y no me gustan los grupos grandes de personas".
"Puedo conseguir todo lo que necesito desde mi casa".
¿Le suena familiar alguna de estas frases? Éstas son algunas de las excusas que la gente pone para autoconvencerse de que asistir personalmente a los servicios de la iglesia es innecesario.
Las iglesias modernas han sufrido una caída importante de asistencia a sus servicios en los últimos años y estas cifras sólo han empeorado con el aumento de las iglesias en línea, que permiten a sus miembros ver la transmisión de los servicios desde la comodidad del hogar.
Especialmente con la reciente pandemia de COVID-19, la gente probó la comodidad y la facilidad de ver los servicios religiosos desde casa. Mientras algunos contaban ansiosamente los días para poder regresar a sus congregaciones, a otros parecía gustarles la idea de no asistir más a los servicios en persona.
En una época en la que los servicios religiosos están disponibles en la casa, ¿para qué sirve realmente la asistencia presencial? ¿Qué espera Dios de su Iglesia? ¿Es realmente necesario ir a la iglesia para ser cristiano?
Para aprender más sobre este tema le invitamos a leer el siguiente artículo: “La Iglesia de Dios: ¿qué es en realidad?".
¿Qué dice la Biblia acerca de asistir a la Iglesia?
La Biblia es clara en cuanto a lo que Dios espera que su pueblo haga en su día de reposo. Es tan importante este tema, que Dios lo convirtió en uno de sus 10 Mandamientos (Éxodo 20:8-11; Deuteronomio 5:12-15).
Al principio de su relación con la nación de Israel, Dios dejó claro que debía haber una “santa convocación” cada día santo (Levítico 23:3). El pueblo de Dios debe reunirse el séptimo día de cada semana. Cuando las personas pueden asistir a los servicios del sábado, pero deciden no hacerlo, efectivamente están quebrantando el Cuarto Mandamiento de la ley de Dios.
El Nuevo Testamento muestra a Jesús asistiendo a los servicios de sábado cada semana (Lucas 4:16). Si alguna vez hubo un ser humano que no tenía nada que aprender de un sermón o de una lectura de la Biblia, ése fue Jesucristo, aquel que inspiró las palabras de la Biblia. Aun así, era su costumbre ir a la sinagoga el día sábado, el equivalente de asistir a la Iglesia en su tiempo. Al hacer esto, Cristo nos dio un ejemplo a seguir. Si un cristiano cree en el mandato de Dios y desea seguir el ejemplo de Jesús, no tiene excusa ni razón para evitar intencionalmente asistir a la Iglesia los sábados.
En Hebreos 10:24-25 se destaca un propósito importante de la reunión semanal del pueblo de Dios: “estimularnos al amor y las buenas obras” entre los miembros de la congregación, y continúa relatando que el pueblo de Dios no debería “dejar de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortarnos unos a otros”.
La Biblia es clara y contundente. Además, revela la misma verdad en el Antiguo y el Nuevo Testamentos: el pueblo de Dios debe reunirse cada semana en el día de reposo del Eterno.
La Iglesia de Dios no funciona correctamente desde casa
Aunque la tecnología moderna ha hecho que sea fácil recibir un sermón sin asistir a los servicios presencialmente, hay ciertas funciones de los servicios presenciales semanales que no se pueden realizar en casa.
En Romanos 12:3-8, leemos que el apóstol Pablo analiza los diferentes tipos de personas que se encuentran en la Iglesia de Dios. Todas estas diferentes personalidades cumplen diferentes funciones, al mismo tiempo que forman un Cuerpo espiritual. En el versículo 5, Pablo escribe: “Nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros”.
Luego el apóstol Pablo destaca la importancia de los dones espirituales. Cada cristiano debe usar sus fortalezas espirituales para apoyar a los demás hermanos. La Iglesia de Dios es más fuerte debido a su diversidad de dones y porque estamos unidos unos con otros.
Cada cristiano debe usar sus fortalezas espirituales para apoyar a los demás hermanos.
Ésta no es una imagen de una Iglesia compuesta por cristianos individuales, que se quedan en su casa, ni tampoco es un grupo informal de personas con ideales distintos. La Iglesia de Dios debe ser de una sola mente, unida en un mismo sentir (Filipenses 1:27; 1 Pedro 3:8).
Las personas que componen la Iglesia de Dios no pueden servirse mutuamente de manera adecuada si están aisladas intencionalmente. Estando aislados, inevitablemente se pasarán por alto las necesidades de los demás miembros, las relaciones no se desarrollarán y todas las personas pueden ser olvidadas.
Alguien que no ve la importancia de reunirse con personas de ideas afines, también olvida el papel vital que juega la comunión en el desarrollo espiritual del cristiano.
El propio apóstol Pablo expresó su fuerte deseo de estar con sus hermanos en muchas de sus cartas a la Iglesia primitiva (1 Tesalonicenses 2:17-20; Romanos 1:8-12).
Los escritos del apóstol Pablo dejan muy claro que, a lo largo de su carrera, obtuvo un inmenso estímulo y fuerza espiritual al estar junto a hermanos de ideas afines.
La necesidad de la comunión
Si, el apóstol Pablo, uno de los más grandes maestros y personalidades de la Iglesia primitiva, necesitaba el estímulo que provenía de la comunión con los hermanos. No hay un solo cristiano hoy que pueda decir que no necesita de la comunión con los demás.
Algunos pueden afirmar que pueden estar cerca de Dios, sin formar parte de una iglesia. Sin embargo, un cristiano individual que no hace ningún esfuerzo por reunirse con sus hermanos, es como alguien que está desconectado de “la vid verdadera”, Jesucristo (Juan 15:1-8).
Ningún hombre es una isla, por muy autosuficiente que se crea. El cristianismo solitario —intencionalmente— no es saludable, sino que también es egoísta y tiende a estancarnos. Hace que cualquiera guarde sus dones espirituales, sin permitir que nadie se beneficie de dichos dones.
Este artículo de ninguna manera tiene la intención de condenar a aquellos que físicamente no pueden asistir a los servicios. Hay quienes que, por motivos de salud o distancia, no les queda otra opción que quedarse en casa. En muchos casos, ellos extrañan y desean profundamente el compañerismo de sus hermanos espirituales. Por lo tanto, es deber del cristiano tratar de cuidar de estas personas, lo que a su vez requiere estar conectados con el Cuerpo más amplio de creyentes.
Sin una conexión con la Iglesia en general, ¿hacia dónde se dirige el amor de un cristiano? ¿Dónde puede prestar su servicio? ¿Cómo se utilizan sus dones espirituales? ¿Cómo practica él o ella el servicio a los demás?
Cuando se ve desde la perspectiva de lo que Dios espera de su pueblo, está claro que los cristianos no pueden cumplir su propósito cuando, con opciones disponibles, eligen el aislamiento intencional.
Estar unidos con la Iglesia de Dios
A través de su Palabra, Dios deja claro a los creyentes que deben estar unidos con otros que piensan igual. Él edificó su Iglesia para nosotros, para que podamos animarnos e inspirarnos unos a otros, hasta el día que regrese nuestro señor Jesucristo. Sin embargo, es vital no sólo que asistamos presencialmente a la Iglesia, sino también que encontremos a la Iglesia de la que se habla en la Biblia. Para obtener más información acerca de cómo podemos encontrar la Iglesia de Dios, descargue nuestro folleto ¿Dónde está la Iglesia que Jesucristo edificó?
Fecha de publicación: Septiembre 6, 2023