¿Qué significa Juan 3:16?
¡Juan 3:16 se cita con bastante frecuencia! Pero, ¿cuál es el significado de Juan 3:16? Analicemos este importante versículo y veamos lo que nos enseña acerca de Dios y su plan.
¿Qué significa Juan 3:16?
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna."
Es uno de los versículos predilectos de las personas y también uno de los más citados de la Biblia. Incluso las personas que no están familiarizadas con el contenido de esta escritura, probablemente lo han visto referenciado dentro de algunas casas, en tazas para el café, carteleras, pegado en algún guardabarros o bordado en la ropa.
Desafortunadamente, como sucede con muchos de los versículos que se citan, el significado puede distorsionarse, lo que debilita su impacto y su verdadero significado se atenúa. No podemos familiarizarnos de tal manera con las palabras, que ni siquiera pensamos acerca del profundo significado que hay detrás de ellas.
La fuerza de este versículo esta en su significado, no en que se exhiba en algún lugar como un eslogan cualquiera.
Entonces, ¿cómo podemos explicar Juan 3:16?
Juan 3:16 resume una de las creencias fundamentales más importantes del cristianismo: que Dios voluntariamente sacrificó a su hijo para salvar al mundo. Todos los hijos de Dios deberíamos entender a cabalidad el significado y el alcance de este versículo.
La explicación de Juan 3:16
Analicemos Juan 3:16 frase por frase para poder entender lo que realmente nos dice.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo”
Estas ocho palabras introductorias identifican la motivación que impulsa el plan de Dios: el amor incalculable, insuperable e indudable que Dios tiene por los seres humanos que creó a su imagen y semejanza (Génesis 1:27).
Tengamos en cuenta esto: El amor de Dios es tan grande que el apóstol Juan fue inspirado para escribir: “Dios es amor” (1 Juan 4:8).
Juan no dijo: “Dios ama” o “Dios tiene amor” —dijo: Dios es amor. Eso es, el amor lo define a Él. Está compuesto de amor, en su misma esencia. Sus pensamientos, palabras y acciones están motivados por un amor puro sin contaminación. ¡Ése es el Dios al cual servimos!
La palabra griega que se traduce como “mundo” en Juan 3:16 es kosmos, qué, según el Lexicón Griego de Thayer, significa “los habitantes de la Tierra, los hombres, la raza humana”.
Pero el fundamento de todo el plan de Dios es el amor incomparable que tiene —como se resume en las palabras introductorias de este versículo.
Entonces, esta frase se podría parafrasear de esta manera, “De tal manera amó Dios a su creación”.
La humanidad, en todo el orden creado, es la joya de la corona de Dios. En Hebreos 2:7 leemos que los seres humanos fueron coronados con gloria y honor, se les dio el enorme privilegio de haber sido creados a imagen de Dios, para parecerse a Él en forma y figura y tener una mente como la suya —capaz de pensar, crear e imaginar, claro está, en un plano mucho menor.
Trágicamente, no obstante, la humanidad ha usado esa mente —¡la mente que Dios nos dio!— para vivir de una manera contraria a Él. La triste realidad es que el mundo, el kosmos, se resiste a su Creador (Romanos 8:7; Juan 15:18).
La hostilidad profunda que el ser humano siente hacia Dios, nos ha conducido a todos al pecado (Romanos 3:23). El resultado de ese pecado, que comenzó con Adán y Eva, ha sido miseria, sufrimiento, muerte, todo el mal que hay en el mundo y finalmente, la enorme brecha que separa a la creación de su Creador (Isaías 59:2).
Pero aun así, Dios ama a su creación y tiene un plan para salvar a la humanidad del pecado y la muerte —como explica la otra parte de este versículo. Pero el fundamento de todo el plan de Dios es el amor incomparable que tiene —como se resume en las palabras introductorias de este versículo. Si usted quiere estudiar más acerca de cómo Dios le va a ofrecer la salvación a todas las personas, lo invitamos a leer nuestro artículo “¿Qué son las resurrecciones?”.
“Que ha dado a su Hijo unigénito”
Para que la humanidad fuera reconciliada con Dios y cumpliera su propósito, se debía solucionar el problema del pecado. La solución de Dios fue dar “a su Hijo unigénito”.
Dios y el Verbo han vivido juntos por toda la eternidad (Juan 1:1). Probablemente, en algún momento, miles de millones de años atrás, diseñaron un plan maestro que les iba a permitir a los seres humanos ser transformados en unos seres espirituales gloriosos —¡hijos en la familia de Dios!
Pero debido al pecado y la pena de muerte que nos acarreó, Dios decretó que Él iba a enviar al Verbo —aquél que el Padre designó para crear todas las cosas— a la Tierra como un ser humano de carne y hueso para convertirse en el sacrificio definitivo (Juan 1:14). Por supuesto, estamos hablando de Jesucristo. Entonces, el Cordero de Dios fue inmolado desde el principio del mundo (Apocalipsis 13:8).
Cuando llegó el tiempo indicado, el Verbo fue sacrificado —brutalmente sacrificado por crucifixión, que era una muerte pública humillante reservada sólo para los peores criminales.
Pensemos acerca de esto: el Creador permitió que a su propia creación, le clavaran clavos en su cuerpo y lo golpearan terriblemente. Su sacrificio fue una demostración gráfica de su profundo amor y humildad. A pesar de que esta fue una situación difícil y dolorosa para el Padre, no intervino. Permitió que le pasara esto —por su amor a la humanidad.
Si usted desea aprender más acerca del sacrificio de Jesús, lo invitamos a leer “Por qué Jesús tuvo que morir”.
“Para que todo aquel que en él cree”
Creer en Jesucristo es el primer paso para que una persona pueda ser perdonada de sus pecados y cumplir el propósito de Dios. Esta misma idea se reitera en Hebreos 11:6, que dice: “porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay”.
Esto no se refiere a que sólo debemos creer que Él existe, sino creer —realmente creer— que Él es. En otras palabras, debemos creer que Él es todo lo que Él dice que es, que su palabra es verdad, que sus promesas son ciertas y que sus mandamientos son buenos y que Él no cambia (Malaquías 3:6).
No obstante, existen muchas iglesias que actualmente enseñan lo contrario —que los Diez Mandamientos son gravosos y que Cristo vino a abolirlos. ¡Esto es exactamente lo contrario a lo que enseña la Biblia! Si usted quiere aprender porque estas ideas no son correctas, lo invitamos a leer “¿Reemplazó Jesús los Diez Mandamientos?”.
Nosotros debemos creer que Él es todo lo que Él dice que es, que su palabra es verdad, que sus promesas son ciertas y que sus mandamientos son buenos y que Él no cambia
Muchas otras personas creen simplemente como parte de un reconocimiento intelectual, o como una breve confesión emocional de: “le entregué mi corazón al Señor” para luego continuar viviendo el mismo camino de vida de desobediencia que llevaban.
El apóstol Santiago, el medio hermano de Jesús, es muy directo y contundente con sus palabras y califica ese tipo de creencia como una fe muerta (Santiago 2:17). La fe real, como él la percibe y el mensaje completo de la Biblia así lo demuestra, es una fe que va acompañada de obras.
Creer y tener una fe verdadera, nos lleva a vivir en obediencia a Dios. La fe verdadera se manifiesta de forma natural en la acción.
Una persona que realmente cree que Jesucristo, el unigénito de Dios, vino a la Tierra a morir por los pecados individuales de cada persona —se va a esforzar para no vivir más en pecado.
Creer precede a la acción. La acción confirma la creencia. Cuando creer y la acción se juntan, conforman una fe viva y real. Esa es la fe que se necesita para lo que revela el resto de este versículo.
Si usted desea aprender más acerca de las enseñanzas bíblicas de la fe, lo invitamos a leer “¿Qué es una fe viva?”.
“Para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”
Veamos que Jesús dice “pierda”. Esa palabra significa dejar de existir.
Cuando todo esté dicho y hecho, cada ser humano —pasado, presente y futuro— se va a enfrentar a dos resultados posibles: muerte eterna (que también se conoce como la segunda muerte) o la vida eterna (Romanos 6:23).
Queridos lectores, por favor entiendan que esta verdad fundamental de la Biblia contradice el mito del alma inmortal —la idea de que, al morir, los seres humanos viven para siempre en el infierno o en el cielo. Malaquías 4:3 explica claramente que el resultado final de los malignos va a ser “ceniza bajo las plantas” de los pies de los justos. Tengamos en cuenta que no dice que serán atormentados para siempre en el fuego del infierno. Simplemente se van a perder —dejar de existir.
Si usted desea aprender mas acerca de la enseñanza bíblica del infierno, lo invitamos a leer “¿Qué es el infierno?”.
En Génesis 3 también encontramos que después de que Dios expulsó a Adán y Eva del Jardín del Edén, envió querubines y una espada encendida para que los guardara, de tal forma: “que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre” (Génesis 3:22, 24).
Estos versículos indican claramente que los seres humanos no tienen vida inherente en ellos. Dios mantuvo el árbol de la vida, o podríamos decir la inmortalidad, bajo llave.
Jesucristo nos da el acceso.
El plan de salvación de Dios no sería posible sin su muerte y sacrificio. Por medio de la fe en su sangre derramada, que nos lleva al arrepentimiento y al bautismo, simbólicamente se nos da acceso al árbol de la vida.
Comemos del árbol de la vida, por decirlo de alguna manera, cuando recibimos el don del Espíritu Santo —la garantía o el depósito para la vida eterna (Romanos 8:11). Si permanecemos fieles, cuando Cristo regrese, seremos resucitados y nos darán un cuerpo espiritual como a Cristo y viviremos por siempre como hijos en la familia eterna de Dios. Si usted desea aprender más acerca del propósito definitivo de su vida, lo invitamos a leer, “¿Por qué nació usted?”.
Lo que implica Juan 3:16 en su vida
Ahora bien, ¿y usted que piensa al respecto? ¿Cómo va a influir en su vida el significado de este contundente versículo?
¿Continuará siendo un eslogan la escritura de Juan 3:16? ¿O va a permitir que este mensaje verdadero cale en lo más profundo de su mente y cambie su forma de vivir?
Leamos una vez más esas palabras y meditemos en el profundo significado de cada elemento que abarcan:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”.
Teniendo en cuenta el increíble amor de Dios y el sacrificio de su hijo, podemos creer en Él y permitir que esa creencia cambie nuestra manera de vivir. Si nos mantenemos fieles y comprometidos con ese camino de vida, no vamos a perdernos. Podemos vivir para siempre en la familia eterna de Dios.
Éste es el asombroso y sobrecogedor significado de Juan 3:16, el propósito que Dios tan amorosamente tiene para usted y para mí.
Fecha de publicación: Mayo 11, 2023