De la edición Noviembre/Diciembre 2014 de la revista Discernir

Un nuevo comienzo

¿Es el bautismo necesario para la salvación o es sólo una zambullida innecesaria? ¿Qué quiere Dios que aprendamos en la actualidad de esta antigua ceremonia?

Jennifer se detuvo por un momento en las escaleras de la piscina, dándoles tiempo a su familia y amigos para reunirse y presenciar su bautismo. Había estado pensando y orando acerca de este compromiso con Dios desde hace algún tiempo, y las charlas que tuvo con su ministro le habían ayudado a entender mejor y tomar aún más en serio el paso que estaba dando.

Se sentía tranquila con su decisión y confiaba en que era la mejor que podría haber tomado. Ahora, estaba a punto de entrar al agua y formalizar su pacto con Dios.

¿Es el bautismo necesario en la actualidad?

Pero, ¿era realmente necesario que Jennifer cumpliera con esta antigua ceremonia cuyo origen simbólico se remonta al Antiguo Testamento (Hebreos 9:10)? ¿Es el bautismo necesario para los cristianos en la actualidad?

Según algunos religiosos —incluyendo a los científicos cristianos, los cuáqueros, el Ejército de Salvación y los unitarios— la respuesta es “No”.

Quienes no practican el bautismo lo hacen por diversas razones, pero en general, esta ceremonia es considerada como un ritual obsoleto e innecesario bajo el Nuevo pacto. Algunos de sus argumentos son que:

  • Lo más importante es lo que experimentamos en nuestro interior.
  • Las acciones externas que reflejan pensamientos internos son superfluas.
  • Las instrucciones bíblicas para el bautismo son ambiguas.
  • Se puede llevar una vida santa sin estar bautizado.

Pero, ¿es la Biblia realmente vaga en cuanto al bautismo? ¿Tiene el bautismo algún valor en la actualidad? En lugar de confiar en opiniones y razonamientos humanos, veamos qué dicen las Escrituras al respecto.

El ejemplo y la instrucción de Cristo

Justo antes de comenzar su ministerio, Cristo hizo algo para darnos una lección muy valiosa aun en el presente. Y, como veremos más adelante, Jesús dejó muy en claro que el bautismo sí es de mucha importancia para la vida de todo cristiano.

Cuando Juan el Bautista comenzó a predicar en el desierto de Judea, vinieron a él personas de “Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán, y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados” (Mateo 3:5-6). Y, aunque Cristo no tenía pecados que confesar, también acudió a Juan para ser bautizado (v. 13).

Cuando salió del agua, el Espíritu de Dios descendió sobre Jesús y una voz del cielo dijo: “Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (v. 17). ¿Por qué Dios habrá dicho esto justo después del bautismo de Cristo? ¿Se complacerá también si nosotros nos bautizamos? Claramente, el bautismo es algo muy importante para Dios.

Escrituras como 1 Pedro 2:21 y 1 Juan 2:6 demuestran que todo cristiano debería seguir el ejemplo de Cristo. Debemos andar como Él anduvo y hacer lo que Él hizo. Por lo tanto, debemos bautizarnos tal como Él se bautizó. Y Dios sin duda se agrada de nosotros cada vez que seguimos el ejemplo de su Hijo.

Pero la enseñanza de Cristo acerca del bautismo no se quedó en el ejemplo. Desde que comenzó su ministerio, hizo que sus discípulos bautizaran a los creyentes y, de hecho, ellos bautizaron a más personas que Juan el Bautista (Juan 3:22; 4:1-2).

Además, luego de su crucifixión y resurrección, Jesús se apareció ante sus discípulos para darles instrucciones sobre cómo predicar su mensaje al mundo. Esto incluía bautizar a quienes respondieran al llamado de Dios: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19, énfasis añadido). Es bueno mencionar que estas instrucciones también son conocidas como la comisión de la Iglesia.

Y, en Marcos 16:16, Cristo dijo claramente que quien “creyere y fuere bautizado, será salvo” (énfasis añadido). Por lo tanto, su enseñanza en cuanto al bautismo es bastante directa.

Ahora, veamos qué nos enseña esta importante ceremonia ordenada por Cristo a sus seguidores.

Lecciones y beneficios del bautismo

Arrepentimiento. En el día de Pentecostés del año 31 d.C., varios creyentes le preguntaron a Pedro qué debían hacer para ser perdonados. Su respuesta fue: “Arrepentíos, y bautícese cada uno” (Hechos 2:38). El arrepentimiento es el primer paso hacia el bautismo e implica un cambio de mentalidad que necesariamente produce un cambio de vida. “Arrepentirnos” es darnos cuenta de que nuestra vida ha estado muy alejada de las buenas y positivas leyes de Dios.

El proceso del arrepentimiento —al cual Dios nos guía (Romanos 2:4)— consiste en comprender la gravedad del pecado; implica tener un honesto deseo de recibir el perdón de pecados, dejar de pecar y cambiar nuestra naturaleza pecaminosa (Jeremías 17:9). También requiere que reconozcamos el valor del sacrificio de Cristo, cuya sangre permite que seamos perdonados (Efesios 1:7).

El arrepentimiento además es parte del mensaje que Cristo encomendó predicar a sus discípulos, pues como Él mismo dijo: “si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 24:47; 13:3). Para conocer más acerca de este tema, consulte los artículos de la sección “Arrepentimiento” en nuestro sitio web VidaEsperanzayVerdad.org.

Muerte, entierro y resurrección. Después de arrepentirnos, estamos listos para ser bautizados (sumergidos en agua). Si bien se trata de una ceremonia física, el bautismo simboliza tres conceptos espirituales importantes.

El primero de ellos es la muerte del “viejo hombre” —nuestra antigua forma de vida. Pablo asemeja este concepto a ser “crucificado” con Cristo (Romanos 6:6; Gálatas 2:20).

El segundo es el entierro del viejo hombre con todos sus pecados, por los cuales éramos merecedores de la pena de muerte. A través del bautismo, “somos sepultados juntamente con [Cristo] para muerte”, lo cual implica que debemos dejar nuestra vida pasada por completo (Romanos 6:4).

El tercer concepto —representado cuando salimos del agua— es nuestra resurrección a una nueva vida en Cristo, “Porque si fuimos plantados juntamente con [Cristo] en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección” (v. 5).

La ceremonia física del bautismo permite que estos conceptos queden grabados en nuestra mente y es necesaria para ayudarnos a comprender la importancia del bautismo espiritual. Si desea más detalles acerca de esto, consulte el artículo “¿Qué representan los símbolos del bautismo?” en nuestro sitio web.

Perdón de pecados. Sin embargo, el bautismo es mucho más que un acto simbólico. Además del entendimiento espiritual que obtenemos al obedecer este mandato de Cristo, ser bautizados nos trae otros dos beneficios maravillosos. El primero es el perdón de nuestros pecados, que es una de las principales razones por las que necesitamos bautizarnos. Como dijo Pedro, “bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados” (Hechos 2:38, énfasis añadido). El bautismo implica aceptar el sacrificio de Cristo, que nos limpia del pecado (Hechos 22:16).

El Espíritu Santo. El segundo beneficio del bautismo es la oportunidad de recibir el Espíritu Santo. Volviendo a las palabras de Pedro, leemos: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38, énfasis añadido). El bautismo, seguido de la imposición de manos, es la manera que Dios ha establecido para que recibamos este precioso don.

A su vez, el Espíritu Santo nos trae grandes beneficios. Sólo con este poder de Dios podemos dejar de pecar y vivir “conforme al Espíritu”, y si nos dejamos guiar por él, somos considerados como “hijos de Dios” (Romanos 8: 4, 16). Además, tener el Espíritu Santo garantiza que recibiremos la vida eterna en el futuro (vv. 11, 13, 23). Si desea saber más acerca de esta promesa del bautismo, lo invitamos a leer los artículos de la sección “Espíritu Santo” en nuestro sitio web VidaEsperanzayVerdad.org.

Manos a la obra

La instrucción bíblica del bautismo se basa en un principio fundamental: lo que hacemos físicamente es muy importante para Dios. En verdad, la religión que la Biblia enseña requiere de acciones físicas, no sólo de conocimiento y entendimiento teóricos. Como dijo Cristo: “no todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21).

El autor de Salmos 111, por ejemplo, sabía que “buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos” (v. 10). Y, siguiendo la enseñanza de Jesús, Santiago explica que “la fe sin obras es muerta” (Santiago 2:20). En otras palabras, las acciones físicas que realizamos antes y durante el bautismo deben ser un reflejo de la manera en que obedeceremos a Dios en el futuro.

¿Está buscando la Iglesia que está detrás de Vida, Esperanza y Verdad? Vea nuestra página en "Quiénes somos".

El bautismo de Jennifer

Cuando todos se habían reunido a su alrededor, Jennifer fue sumergida por completo en el agua. Así, hizo un pacto de por vida con Jesucristo, su Salvador, por medio del bautismo. Luego se le impusieron las manos, el ministro oró para que recibiese el Espíritu Santo, y ella comenzó su viaje espiritual hacia la vida eterna como hija de Dios en su Reino.

Cada vez que recuerda ese momento asegura que fue la mejor decisión de su vida. Responder al llamado de Dios y bautizarse cambió la vida de Jennifer por completo —y puede cambiar la suya también.

Recuadro: La enseñanza de los apóstoles acerca del bautismo

Poco después de haber recibido su comisión —hacer discípulos de todas las naciones y bautizarlos— los discípulos de Jesús se reunieron en Jerusalén para celebrar el día de Pentecostés, una de las fiestas anuales de Dios (Hechos 2:1). Mientras lo guardaban, el Espíritu Santo fue derramado sobre todos los creyentes y, así, la promesa de Cristo de enviar un poder proveniente del Padre se cumplió (Juan 15:26; 16-7; Hechos2:2-4).

Lleno de vigor por este maravilloso don de Dios, Pedro —el mismo que antes había negado a Cristo tres veces— ahora explicó con autoridad que el Espíritu Santo había sido enviado por Jesús (Hechos 2:14-33). Además, les dijo que el siguiente paso era arrepentirse y ser bautizados “en el nombre de Jesucristo” (v. 38). Claramente, el bautismo no era algo opcional a los ojos de Pedro.

Aproximadamente tres mil personas se bautizaron y recibieron el Espíritu Santo ese día (v. 41). Después de esto, el bautismo siguió siendo un requisito para todo el que respondiese al llamado de Dios a medida que los apóstoles predicaban el evangelio del Reino y la Iglesia crecía (Hechos 8:12, 36, 38; 16:15, 33; 18:8; 19:5; 22:16). Es por esto que Pablo fue bautizado cuando Dios lo llamó (Hechos 9:18).

Como vemos, los apóstoles continuaron las enseñanzas de Cristo, incluyendo su instrucción acerca del bautismo. Si realmente queremos responder al llamado de Dios, nosotros también debemos bautizarnos.

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