¿Qué enseñó Jesucristo con respecto a la ley? ¿Acaso abolió los mandamientos de Dios o creó un nuevo mandamiento que los anula?
En realidad, lo que Jesucristo hizo en el Sermón del Monte fue ahondar en el significado de la ley de Dios.
¿Qué dijo Cristo sobre la ley en realidad? ¿Qué relación hay entre sus enseñanzas acerca de la ley de Dios y la creación de un nuevo mandamiento? ¿Y qué nos enseña el Sermón del Monte en cuanto a la posición de Jesús frente al tema de la ley?
Jesucristo nunca abolió la ley
Una de las primeras cosas que Cristo dijo en el Sermón del Monte fue “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mateo 5:17). Y además aseguró que ni siquiera un tilde de la ley cambiaría antes de que pasen el cielo y la tierra (v. 18)—¡eso sí que es un largo tiempo!
En otras palabras, ya que el cielo y la tierra aún existen, la ley de Dios no ha sido cambiada ni abolida.
Pero entonces, ¿qué hay del “nuevo mandamiento” del que habló Cristo? En Juan 13:34-35 leemos lo que Cristo dijo al respecto: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”.
Los dos grandes mandamientos
La confusión surge cuando pensamos que el amor remplaza a la ley de Dios. Pero quien suponga esto está olvidando que la ley de Dios es una ley de amor. En Mateo 22:36.39, Jesucristo nos revela que el amor puede definirse en dos grandes mandamientos: el amor a Dios y el amor al prójimo.
La manera correcta de amar a Dios está detallada en los primeros cuatro de los Diez Mandamientos (Éxodo 20:1-11). Y los seis mandamientos restantes nos enseñan la manera correcta de amar a nuestro prójimo (vv. 12-17). En otras palabras, estas dos grandes leyes dadas por Jesucristo—el amor a Dios y el amor al prójimo—son en realidad un resumen de los Diez Mandamientos. Por lo tanto, Cristo no los dio con el fin de abolir los Diez Mandamientos de Dios, sino para demostrar que estos pueden agruparse en dos grandes leyes.
Jesucristo y la ley: cumplimiento y profundización
¿Qué quiso decir Cristo cuando explicó que venía para cumplir la ley (Mateo 5:17)? La palabra griega traducida como “cumplir” significa “completar, llenar y llenar hasta el tope” (Thayer’s Greek-English Lexicon [Diccionario Griego-Español de Thayer]). Y, de hecho, Jesús aclaró aun más el significado de la ley durante el resto del Sermón de Monte—reveló el propósito espiritual de la ley.
Por ejemplo, Cristo profundizó en el significado del séptimo mandamiento diciendo: “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:27-28, énfasis añadido). En otras palabras, Jesús amplió este mandamiento explicando que cualquier pensamiento lascivo prolongado quebranta el mandamiento contra el adulterio tanto como el acto físico de adulterar.
Jesús utilizó el Sermón del Monte para hacernos ver que los mandamientos de Dios se aplican tanto a nuestras acciones como a nuestros pensamientos más profundos, pues el pensamiento es el origen de la acción. Es por esto que, en Mateo 5:21-22, Cristo también amplificó el sexto mandamiento—que prohíbe matar—explicando que sus discípulos debían evitar incluso actitudes de odio y desprecio hacia otras personas.
Lo que no deja duda alguna, es el gran énfasis que Cristo hizo en la necesidad de amar a Dios; incluso citó la enseñanza del Antiguo Testamento que nos instruye a amar a Dios “de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (Deuteronomio 6:5). Y Cristo también nos enseña que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22:39).
Jesús no anuló ni remplazó las leyes de Dios. Lo que sí hizo fue amplificarlas , demostrar su compromiso hacia ellas y desarrollar su sermón con base en esas leyes. Es más, Cristo era muy duro con quienes decían seguirle pero desobedecían los mandamientos de Dios.
Lecciones para nosotros
Toda persona que desee tener una relación cercana con Jesucristo debe poner en práctica sus enseñanzas. “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:21-23).
A lo largo de su ministerio, Cristo se dedicó a enseñar acerca de la importancia de los mandamientos de Dios. En cierta ocasión, dijo: “si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”, y se aseguró de aclarar que se refería a los Diez Mandamientos enumerando algunos de ellos en el versículo siguiente (Mateo 19:16-19).
Y luego de su muerte y resurrección, reiteró a los apóstoles la necesidad de guardar los mandamientos. El apóstol Juan nos recuerda que la obediencia a la ley de Dios es una de las principales características que identifican a un cristiano; “en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él” (1 Juan 2:3-4).
¿Qué hacer?
En el Sermón del Monte, Jesucristo no sólo ratificó los mandamientos de Dios, sino que además magnificó su significado y propósito. Por lo tanto, el fundamento para construir una relación personal con Cristo es comprender y obedecer los mandamientos de Dios. Y esta relación comienza cuando nos arrepentimos y aceptamos a Cristo como nuestro Salvador.
Arrepentirse significa comprender que hemos actuado mal y sentirnos genuinamente afligidos por haber quebrantado la ley de Dios. Y, como dijo Pablo, solo podemos reconocer nuestros pecados si tenemos conocimiento de los mandamientos (Romanos 7:7), pues, tal como explica el apóstol Juan en 1 Juan 3:4, pecar es infringir o incumplir la ley de Dios.
Todo ser humano necesita arrepentirse de sus pecados y obedecer las enseñanzas de Jesucristo. Pero ¿cómo nos arrepentimos? Le invitamos a encontrar la respuesta en nuestras secciones “Pecado”, “Arrepentimiento” y “Los Diez Mandamientos”.