Los seres humanos siempre han buscado la felicidad. ¿Qué dice la Biblia acerca de la felicidad y cómo encontrarla?

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¿Quiere ser feliz?
Por supuesto. Pero alcanzar la felicidad duradera puede ser difícil.
La felicidad es maravillosa, pero escurridiza. Mientras más la perseguimos, más parece escaparse de nuestras manos. No importa lo que hagamos, pareciera que nunca podemos alcanzarla. Y cuando al fin logramos obtenerla, sólo dura un breve momento antes de dejarnos otra vez.
¿Existe una perspectiva mejor y más alentadora?
La paradoja de la felicidad
En su libro The Happiness Paradox [La paradoja de la felicidad], Richard Eyre presenta la idea de que tres grandes cualidades comúnmente asociadas con la felicidad en realidad son sus enemigas. Eyre las describe como “ladronas del gozo” o “engañadoras”.
Esas tres cualidades engañadoras y la manera en que nos quitan el gozo son:
- El control “nos hace nadar contra la corriente de las oportunidades y volvernos menos sensibles a otros, mientras nos priva de la fe y la espontaneidad”.
- La posesión “hace que percibamos el mundo como una competencia, que constantemente comparemos y juzguemos, y que desarrollemos hábitos egoístas”.
- La independencia “nos deja solos contra el mundo y desarrolla una frágil fachada de orgullo que esconde la vulnerabilidad que podría ayudarnos a amar mejor y ser amados” (Eyre, 2019).
Cómo engañan las cualidades equivocadas
Es importante notar que hay un momento y lugar para estas tres cualidades. Siempre habrá áreas en la vida donde es apropiado tener cierto grado de control. Por ejemplo, tenemos la responsabilidad de controlarnos a nosotros mismos y nuestras reacciones ante las situaciones que enfrentamos en la vida.
También es apropiado que deseemos buenas cosas y nos esforcemos por conseguirlas. Asimismo, tener cierto grado de independencia es necesario.
El camino a la felicidad, aunque muchos lo buscan, es conocido por pocos.
El peligro, sin embargo, es llevar estas cualidades al extremo, obsesionarnos por ellas y verlas como el camino al éxito y la felicidad. Nunca tendremos el control absoluto de nuestra vida. Nunca poseeremos todo lo que deseamos; y, por mucho que lo intentemos, nunca podremos ser completamente independientes de otros.
Pero el peligro no termina ahí. Además de ser inalcanzables, la búsqueda desenfrenada de estas cualidades puede ser dañina en sí. Como Eyre explica, cuando tenemos una fijación con el control, la posesión y la independencia, nos volvemos cada vez más orgullosos. Desde esta perspectiva, se vuelve evidente que las cualidades “engañadoras” merecen ese nombre porque reafirman la forma de pensar del gran engañador, Satanás el diablo.
La capacidad de Eyre para identificar la naturaleza potencialmente dañina de estas cualidades nos lleva a reflexionar. Y para quienes buscan la guía de la Biblia en todos los aspectos de la vida, libros como estos dan paso a una pregunta aún más intrigante: ¿qué dice la Biblia acerca de la felicidad y cómo alcanzarla?
Tres alternativas bíblicas
El libro de Eyre sugiere tres alternativas: serendipia, administración y “sinergicidad” (una palabra creada a partir de “sinergia” y “sincronicidad”).
Desde una perspectiva diferente, veamos tres alternativas bíblicas a las tres características engañadoras (notará similitudes en la segunda).
1. Ceder el control a Dios
Es fácil caer en la trampa de pensar que tener más control nos conducirá a más felicidad y paz. Es interesante que algunos antónimos comunes de “control” son “impotencia” e “incapacidad”. Esto demuestra la visión negativa que nuestra sociedad tiene en cuanto a ceder el control.
Nuestro deseo de mayor control a menudo proviene de nuestro miedo a lo desconocido. Ese miedo nos lleva a tratar de controlar lo máximo que podamos con el propósito de minimizar el daño potencial de circunstancias imprevistas.
En otras ocasiones, nuestra necesidad percibida de control proviene de un sentido de autopreservación o autopromoción. Pensamos que estar a cargo de una situación puede asegurarnos el resultado que deseamos —el resultado que más nos beneficia.
Pero ¿qué dice la Biblia?
Las Escrituras nos enseñan a entregarle el control de nuestras vidas a Dios, humillándonos bajo su mano poderosa (1 Pedro 5:6-7). En lugar de creer la mentira de que necesitamos más control para lograr nuestra propia voluntad, podemos encontrar consuelo en el conocimiento de que Dios tiene el control absoluto y hará que todo funcione para nuestro beneficio según su voluntad (Romanos 8:28).
Pero es mucho más fácil decir esto que hacerlo. Sabemos que debemos entregarle las riendas a Dios, pero cuando las presiones de la vida comienzan a acumularse, la idea de ceder el control se siente antinatural, aunque es exactamente lo que funcionará.
Entregarle el control a Dios significa buscar su voluntad por sobre la nuestra y vivir según su ley (Salmos 1:1-2). Cuando lo hacemos, confiando en que Él cuidará de nosotros, podemos empezar a experimentar la verdadera felicidad que deseamos.
Vea “Cómo rendirse ante Dios” para descubrir más acerca de este tema.
2. Ser buenos administradores de las bendiciones de Dios
Dondequiera que miramos, la sociedad nos muestra lo que no tenemos y cuánto mejor sería nuestra vida si tan solo consiguiéramos ciertas cosas. Las redes sociales nos animan a compararnos con lo que vemos en línea. Estas tácticas pueden ser difíciles de resistir, incluso cuando las reconocemos. Y, si bien esto se aplica a las posesiones materiales, también puede extenderse a cosas como el reconocimiento, el estatus o las oportunidades.
Conocemos el valor de estar conformes con lo que tenemos, pero ver a otros disfrutando de cosas que deseamos puede dar paso a sentimientos de celos. Y, una vez que la chispa se enciende, Satanás está listo para avivar la llama.
Nuestro artículo “¿Qué significa codiciar en la Biblia?” menciona varios detalles acerca de los peligros de esta forma de pensar.
Si alguna vez ha experimentado este sentimiento, sabe que es muy lejano a la felicidad. ¿Cómo evitar los efectos de esta obsesión con la posesión y sus indeseables efectos secundarios?
Richard Eyre identifica un concepto bíblico que puede ayudarnos a contrarrestar el deseo insano de las posesiones: la administración. Ser un administrador implica aceptar la responsabilidad de cuidar, proteger y mantener algo que no nos pertenece, pero que se nos ha confiado.
Todo lo que tenemos proviene de Dios y le pertenece a Él. Cualquier posesión que Dios nos entrega es temporal y Él observa cómo respondemos a esas bendiciones. ¿Cómo cuidamos de las posesiones de Dios que nos entrega por su misericordia?
Cuando vemos la vida bajo el lente de la administración, desarrollamos más conciencia de lo poco que en realidad tenemos sin Dios, cuán especiales son sus bendiciones y cuán importante es compartir nuestras bendiciones con otros (1 Pedro 4:10). Vea “Administradores fieles” para descubrir más acerca de este tema.
3. Depender de Dios
Nuestra sociedad valora la independencia. Pero ¿es eso lo que deberíamos buscar? ¿Es realmente lo mejor para nosotros?
En realidad, darle tanta importancia a la independencia puede privarnos de la ayuda vital que necesitamos. También corremos el riesgo de aislarnos de nuestros seres queridos y de Dios.
Hay muchos pasajes en la Biblia que ilustran los lazos que creamos con otros cuando trabajamos y vivimos en interdependencia (Eclesiastés 4:9-12; Proverbios 27:17; Gálatas 6:2). Pero, por importantes que esas relaciones sean, hay una mucho más crucial que el resto: nuestra relación con Dios.
Pedir ayuda puede ser difícil, especialmente si lo consideramos un indicio de debilidad o incompetencia. Pero Dios no lo ve así. Como nuestro Padre, Dios sabe que necesitamos depender de Él así como un niño depende de sus padres humanos. Y Dios quiere que dependamos de Él. Para profundizar más, lea nuestro artículo “Depender de Dios”.
Cuando buscamos a Dios y expresamos nuestra sincera necesidad de su ayuda en áreas que están fuera de nuestro control, a Él le agrada. Cuando pedimos, buscamos y llamamos, Él se deleita en responder a nuestras peticiones (Mateo 7:7-8).
Nuestra cultura de independencia feroz inevitablemente conduce al desgaste. Sabemos que no podemos depender sólo de nosotros mismos para todo, todo el tiempo; y tratar de hacerlo al final nos deja desanimados y derrotados. Así es como Satanás quiere que nos sintamos.
Pero Dios quiere que experimentemos el maravilloso alivio que proviene de saber que no dependemos sólo de nosotros para todo.
Las verdaderas claves de la felicidad
El camino a la felicidad, aunque muchos lo buscan, es conocido por pocos. Nuestra cultura y sociedad continúan su búsqueda bajo el engaño de que pueden resolver el enigma de la felicidad duradera. Mientras tanto, nosotros somos bendecidos con el conocimiento de que las verdaderas claves de la felicidad se encuentran en la Biblia.
“El entendido en la palabra hallará el bien, y el que confía en el Eterno es bienaventurado” (Proverbios 16:20).
Para estudiar más acerca del tema de la felicidad, lo invitamos a leer nuestros artículos “Felicidad es…”, “¿Cuál es la verdadera fuente de la felicidad?” y “¿Cómo podemos medir la felicidad?”.