¿Cuál es la verdadera fuente de la felicidad?

¿Por qué algunas de las personas más prósperas son unas de las menos satisfechas? ¿Cuál es el verdadero secreto de la satisfacción y la felicidad?

A través de la historia de la humanidad, las personas han estado buscando la satisfacción y la felicidad —pero cuando piensan que ya la encontraron, se dan cuenta que los sentimientos fueron fugaces y temporales. La mayoría de las personas las han estado buscando en los lugares equivocados.

Por ejemplo, es normal y parecería lógico concluir que, si todas las personas fueran prósperas, automáticamente todos estarían felices y satisfechos. Pero ¿tener alimentos suficientes junto con la paz para poder disfrutarlos, sería suficiente para tener una felicidad duradera? ¿Es la abundancia física la razón de la felicidad y la satisfacción?

¿Cuál es la verdadera fuente de la profunda felicidad y la satisfacción eterna? Veremos que no es la prosperidad la que va a traer la felicidad. Es algo mucho más importante.

El experimento de satisfacción

¿Cómo sabemos que las cosas físicas por sí solas no satisfacen a las personas? Podemos saberlo debido a nuestras propias experiencias o haberlo aprendido a través de las experiencias de los demás.

También podemos aprenderlo si leemos acerca del tema en un libro de sabiduría revelada. Hay versículos en el libro bíblico de Eclesiastés que nos dicen:

  • “Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír” (1:8).
  • “Todo el trabajo del hombre es para su boca, y con todo eso su deseo no se sacia” (6:7).

No importa que lo que veamos, escuchemos o probemos —lo que sea que experimentemos con nuestros sentidos físicos— va a ser temporal.

El rey Salomón llevó a cabo el experimento por excelencia acerca de este tema. Registró su búsqueda experimental de la felicidad y satisfacción en Eclesiastés 2. En este capítulo, vemos a un hombre que lo tenía todo —era rico, poderoso y tenía todo lo que pudiera imaginar. Pocas personas en la historia tuvieron todas las bendiciones que él tuvo —y aun así no estaba satisfecho. Así que decidió llevar a cabo un experimento para saber cómo podía hallar la satisfacción que tanto había anhelado. Intentó con el humor, el vino y la música —cualquier clase de entretenimiento. También llevó a cabo enormes proyectos de construcción, grandes casas lujosas y acumuló todos los tesoros y lujos que pudo.

Salomón resume su experiencia de la siguiente manera: “No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena” (Eclesiastés 2:10).

Si, tuvo cierto nivel de regocijo y recompensa por lo que logró. Dios diseñó el mundo físico para darnos alegría. Pero Salomón continúa en el versículo 11 mostrando el resultado a largo plazo de su experimento: “Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol”.

Vio que todo era vano —vacío— ¡cómo tratar de atrapar el viento con las manos!

El reinado de Salomón fue una época de abundancia. El pueblo de Israel y Salomón en particular, fueron bendecidos con paz y abundancia. Pero Salomón aprendió que la paz y la prosperidad no lo son todo. Estas bendiciones físicas no son las que traen la satisfacción y la felicidad absolutas. Usted puede tenerlo todo —físicamente— y aun así sentirse vacío.

La verdadera fuente de la satisfacción

Entonces, ¿qué es lo que trae la verdadera felicidad —la satisfacción real?

Salomón concluyó el libro de Eclesiastés con esta moraleja de la historia: “Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre” (12:13). Esto es lo que nos da la plenitud.

Salomón lo explica completamente en Proverbios 19:23: “ El temor del Eterno es para vida, Y con él vivirá lleno de reposo el hombre; No será visitado de mal” (énfasis añadido).

Las principales palabras hebreas y griegas que se traducen como temor en la Biblia pueden tener varios matices en su significado, pero en el contexto del temor al Eterno, expresan una reverencia positiva.

El verbo hebreo yare puede significar “temer, respetar, reverenciar” y el sustantivo hebreo yirah “suele referirse al temor de Dios y se considera una cualidad positiva. Este temor reconoce las buenas intenciones de Dios... Este temor se produce por la Palabra de Dios... y hace que una persona sea receptiva a la sabiduría y al conocimiento” (El diccionario completo del estudio de las palabras: Antiguo Testamento).

El temor del Eterno no es hablar acerca de un terror paralizante. El temor positivo del Eterno que se enseña en la Biblia es un elemento clave para guiarnos al cambio. Nos ayuda a tener una perspectiva humilde y adecuada de nosotros mismos con relación a nuestro asombroso Dios. Nos ayuda a recordar en los momentos de tentación las serias consecuencias de desobedecer a Dios, y nos motiva a ser más como nuestro amoroso Creador.

Al hacer estas cosas, el temor del Eterno nos ayuda a construir una relación fuerte y amorosa con Dios que trae beneficios eternos. (Para aprender más acerca de este tema, lo invitamos a leer nuestro artículo “El temor del Eterno: ¿qué significa?”.)

Cuando pongamos a Dios en primer lugar —temiendo desagradarle y buscando complacerle siempre— estaremos en el camino de la verdadera y eterna satisfacción.Incluso en el “Milenio” —la época utópica que Dios promete que va a extender alrededor del mundo después de la segunda venida de Jesucristo— la paz, la prosperidad y las cosas físicas no serán la causa de la satisfacción. La verdadera felicidad proviene de una buena relación con Dios.

Cuando pongamos a Dios en primer lugar —temiendo desagradarle y buscando complacerle siempre— estaremos en el camino de la verdadera y eterna satisfacción.

Dios tiene guardadas bendiciones reales, eternas y permanentes —¡tiene cosas que ningún ojo humano ha visto ni ninguna mente humana ha imaginado!

Analicemos esta sabiduría registrada por el padre de Salomón, el rey David, quien fuera temeroso de Dios y muy sabio. El Salmo 36 comienza hablando acerca de las personas que no temen a Dios, y cómo eso conlleva al pecado, a la iniquidad y a la maldad. Pero en los versículos 7-8 David muestra las bendiciones eternas de tener una relación cercana con Dios:

“¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas. Serán completamente saciados de la grosura de tu casa, Y tú los abrevarás del torrente de tus delicias”.

Aprenda más acerca de las lecciones del rey Salomón en el libro de Eclesiastés y reconozca que la verdadera fuente de satisfacción y felicidad —ahora y por siempre— ¡es tener una relación correcta con nuestro amoroso Dios!

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