A veces una mujer de fe puede sentir que su marido no la ama. Lea, la esposa de Jacob experimentó esto; pero Dios escuchó sus oraciones y vio su difícil situación.
La historia de Lea comienza en Génesis 29. Labán, el tío de Jacob, tenía dos hijas. Lea, la mayor, tenía ojos “delicados”. Raquel, de quien Jacob se enamoró, era la hija menor de Labán, y era “de lindo semblante y de hermoso parecer” (Génesis 29:16-17).
Jacob se comprometió a servir a Labán durante siete años para tener la oportunidad de casarse con Raquel. Al final de los siete años, hubo una fiesta de matrimonio, con su habitual comida y bebida. Labán engañó a Jacob y en lugar de darle a Raquel por esposa, le dio a Lea.
Cuando Jacob descubrió el engaño por la mañana, confrontó a su suegro: “¿Qué es esto que me has hecho? ¿No te he servido por Raquel? ¿Por qué, pues, me has engañado?” (Génesis 29:25).
Labán le respondió que no era costumbre dar a la hija menor en matrimonio antes que a la mayor. Le dijo a Jacob que cumpliera la semana de festividades del matrimonio de Lea, y así podría tener a Raquel como esposa también. Sin embargo, para poder tener a Raquel como esposa, Jacob tuvo que servirle a Labán otros siete años más (Génesis 29:26-27).
El matrimonio de Lea
Después de que Jacob celebró su matrimonio con Lea durante una semana, también tomó a Raquel como su esposa, y en el versículo 30 se menciona una dinámica muy importante en este matrimonio: “Y se llegó también a Raquel, y la amó también más que a Lea”.
Labán pensó que había logrado hacer un buen negocio con estos tratos, pero ¿qué impacto tuvo todo esto en Lea? Ahora era la esposa de Jacob, un hombre que no la deseaba ni esperaba que fuera su esposa. ¡Jacob había estado enamorado de su hermana menor Raquel todo el tiempo!
¡Imagínese lo que debió sentir Lea al tener a su esposo por una semana y que luego le fuera arrebatado por su hermana menor! Lea sabía que era la esposa no amada. A veces las mujeres sufren por no sentirse amadas. A veces son víctimas de matrimonios infelices sin tener la culpa.
Pero Dios era consciente de esta desafortunada situación, y tuvo compasión de Lea. “Y vio el Eterno que Lea era menospreciada, y le dio hijos; pero Raquel era estéril” (Génesis 29:31). Lea no fue ignorada por Dios, Él si la amaba. Dios la recompensó con hijos, lo que era un honor muy importante para una esposa en aquellos días. Los nombres que Lea escogió posteriormente para sus hijos demuestran que tenía fe, confianza y esperanza en Dios.
Los hijos de Lea
“Y concibió Lea, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Rubén [que significa: ‘ved, un hijo’], porque dijo: Ha mirado el Eterno mi aflicción; ahora, por tanto, me amará mi marido” (Génesis 29:32).
Dios mira la aflicción y el sufrimiento de las mujeres que tienen fe en Él. Lea esperaba que su marido la amara, porque le había dado su hijo primogénito. Ella creía que Jacob no la iba a ignorar más.
Dios bendijo a Lea de nuevo: “Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Por cuanto oyó el Eterno que yo era menospreciada, me ha dado también éste. Y llamó su nombre Simeón” [que significa ‘Dios ha escuchado’, Génesis 29:33]. Lea tenía fe en que Dios había escuchado su difícil situación de no ser amada y le había dado este hijo también. Lea todavía era la única mujer que le había dado hijos a Jacob.
En el versículo 34, Lea “Y concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Ahora esta vez se unirá mi marido conmigo, porque le he dado a luz tres hijos; por tanto, llamó su nombre Leví” [que significa ‘el que une a los suyos’]. Lea esperaba que, en ese momento, al tener tres hijos, Jacob estaría aún más apegado a ella. Lea también sabía que Dios la estaba ayudando.
“Y concibió de nuevo y dio a luz un hijo, y dijo: Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Esta vez alabaré al Eterno; por esto llamó su nombre Judá; y dejó de dar a luz” (Génesis 29:35).
Lea estaba tan contenta con Dios por este cuarto hijo que lo llamó “Alabanza”. Uno siempre debe alabar a Dios por las bendiciones. Lea le dio a Dios el crédito por su gozo y alegría al alabar al Señor. Esto nos dice mucho acerca del estado mental de Lea en este momento. ¡Para Lea, las cosas habían cambiado para bien!
Lea le otorgó este maravilloso nombre de “Alabanza” a su hijo Judá, y se convirtió en un nombre de bendición profética para él. Analicemos la bendición que pronunció Jacob al final de sus días para Judá: “Judá, te alabarán tus hermanos; Tu mano en la cerviz de tus enemigos; Los hijos de tu padre se inclinarán a ti” (Génesis 49:8). La bendición de Jacob para Judá fue inspirada por el Espíritu Santo y fue una profecía de Dios.
Un cetro real de realeza se iba a establecer en la línea familiar de Judá, para alabanza de Dios. La bendición de Jacob para su hijo Judá continúa en Génesis 49:10: “No será quitado el cetro de Judá, Ni el legislador de entre sus pies, Hasta que venga Siloh; Y a él se congregarán los pueblos”.
El Rey David era de la tribu de Judá, y alabó al Señor. De su linaje proviene Jesucristo, nuestro Señor y Rey, a quien todos en la Tierra van a adorar con alabanza.
Lea dejó de tener hijos por un tiempo, y Raquel aún no había dado a luz a ningún hijo; así que las dos hermanas presentaron a sus siervas, Bilha y Zilpa, a Jacob, y de las siervas nacieron más hijos para Jacob.
Después, Lea tuvo un quinto hijo, llamado Isacar, que significa “recompensado”. Lo interesante es que antes de la concepción de Isacar, ella había orado a Dios, y Dios escuchó sus oraciones (Génesis 30:17-18). Lea también concibió de nuevo y dio a Jacob un sexto hijo, Zabulón, que significa “Morada” (v. 20).
Lea había dado a luz a seis de los 12 hijos de Jacob, en Génesis 30:20 hizo la siguiente declaración en la que le da a Dios el crédito y la gloria: “Y dijo Lea: Dios me ha dado una buena dote; ahora morará conmigo mi marido, porque le he dado a luz seis hijos; y llamó su nombre Zabulón.”.
La palabra “dote” en este pasaje implica un “regalo”. Lea sabía que Dios le había concedido un regalo abundante o dote al darle seis hijos. Lea también tuvo una hija llamada Dina.
Los hijos de Raquel
Fue después de que Dios terminó de llenar la vida de Lea con hijos que “Y se acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, y le concedió hijos” (Génesis 30:22). El momento fue significativo. La creciente familia de Jacob, con los numerosos hijos de Lea, había traído alegría a Lea y humillado a Raquel.
Dios respondió a la petición de Raquel, y cuando Raquel dio a luz a su hijo primogénito, José, Raquel dijo: “Dios ha quitado mi afrenta” (Génesis 30:23). José significa “Él añade”, porque Raquel creía: “Añádame el Eterno otro hijo” (v. 24). Y Raquel tenía razón; iba a tener un hijo más, al que Jacob iba a llamar Benjamín.
¿Se curó alguna vez el distanciamiento entre las hermanas? La Biblia no lo dice. Pero cuando Jacob quiso alejarse de Labán, tanto Raquel como Lea le respondieron a Jacob, manifestando que pensaban de la misma manera acerca de su padre Labán y acerca del plan de Jacob de irse:
“¿Tenemos acaso parte o heredad en la casa de nuestro padre? ¿No nos tiene ya como por extrañas, pues que nos vendió, y aun se ha comido del todo nuestro precio? Porque toda la riqueza que Dios ha quitado a nuestro padre, nuestra es y de nuestros hijos; ahora, pues, haz todo lo que Dios te ha dicho” (Génesis 31:14-16).
Lecciones de la vida de Lea
¿Qué podemos aprender de la historia de Lea? Por un lado, una bendición muy conocida, que todo Israel sabia, y más adelante fue pronunciada para Rut: “El Eterno haga a la mujer que entra en tu casa como a Raquel y a Lea, las cuales edificaron la casa de Israel” (Rut 4:11).
Lea y Raquel (y sus siervas) edificaron la casa de Israel: ¡12 hijos y una hija! Dios puede hacer su voluntad a pesar de las imperfecciones, motivaciones y emociones humanas. Raquel y Lea cometían errores, como todos los hombres y mujeres. Pero a pesar de eso, Dios las utilizó para construir la casa de Israel.
También podemos aprender una lección de la fe de Lea en Dios y de sus pruebas. Dios es el dador de todos los buenos regalos, y Lea siempre dio crédito a Dios y a sus bendiciones. Cuando se sentía sola y sin amor, oraba y confiaba en Dios, y Dios estaba ahí para ayudar. Se aferró a la esperanza y vio que Dios la estaba bendiciendo. Dios fue fiel en darle una dotación de hijos —una herencia. Jacob y su esposa Lea vivieron juntos —en la tierra que los hijos de Israel habrían de heredar.
Como epílogo de esta historia, ¿qué pasó con Lea al final? Después de la muerte de Raquel, Lea continúo viviendo en Canaán, como la esposa de Jacob y la madre de sus muchos hijos. La Biblia no dice cuándo murió, pero Lea está enterrada en la cueva de Macpela, junto con su esposo Jacob (Génesis 49:29-31).
En el sepulcro familiar están el padre y la madre de su esposo, Isaac y Rebeca, el abuelo y la abuela de su esposo, Abraham y Sara. ¡Lea va a resucitar en el futuro y va a descubrir cuántos hijos tiene realmente!
Dios va a escuchar nuestras oraciones y va a intervenir por nosotros. Lea, la esposa de Jacob, lo entendió, y necesitamos tener una fe similar a la de Lea.
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