Con frecuencia, apostar es descrito como un entretenimiento intensamente divertido y se pasa por alto el gran daño real y financiero que causa esta destructiva adicción.
Aun el alcoholismo, la pornografía y fumar pueden tener un impacto real en nuestra situación financiera, pero ninguna de ellas plantea tanto riesgo para nuestra subsistencia como apostar. ¿Hay alguna manera de salir del foso?
Apostar tiene que ver especialmente con el dinero, un tema que la Biblia cubre extensamente. Las Escrituras con frecuencia nos mencionan cómo podemos alcanzar la prosperidad si trabajamos duramente y usamos los talentos que hemos recibido. También contiene muchas advertencias acerca de la codicia y del despilfarro del gran regalo que Dios nos ha dado: las riquezas. “Sino acuérdate del Eterno tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día” (Deuteronomio 8:18).
A continuación les daremos un proceso de cuatro pasos que puede ayudarles a superar esta adicción; no es muy detallado pero esperamos que les ofrezca una nueva perspectiva para sobreponerse a ella.
El programa de 4 pasos
1. Deje de racionalizar lo que sucede y llame pecado a la adicción.
Las cosas que nos decimos acerca de las apuestas nos permiten ver las bendiciones de la riqueza económica en varias formas: “Es sólo un juego entre amigos”. “No voy a apostar mucho esta vez”. “Voy a tratar de recuperar lo que he perdido”. “Estoy en un mal momento…Pero voy a salir tarde o temprano de esto”. “El dinero se va por una buena razón”. “Yo sólo lo hago por diversión”. “No puedo hacer nada…soy adicto”.
Siempre debiéramos preguntarnos: “si lo que me gusta es el juego, ¿por qué entonces no juego para divertirme en lugar de jugar por dinero? ¿Me atrae la idea de quitarles el dinero a los demás para tener yo más? ¿O lo que me atrae es la posibilidad de perder una gran cantidad de dinero en una competencia emocionante? Obviamente, ambos son una actitud de codicia. Proverbios 28:22: “Se apresura a ser rico el avaro, y no sabe que le ha de venir la pobreza”. Por otra parte, vivir desordenadamente, gastando sin medida, también es algo pecaminoso (Lucas 15:11-16).
El dinero y los desafíos son pobres sustitutos de una relación significativa con el Creador del universo. Él nos bendice con increíbles bendiciones físicas, y nosotros las perdemos en un juego de cartas, o tratamos de “alardear” ante otros de todas las bendiciones que hemos recibido.
2. Aprender a odiar el pecado de la misma forma en que Dios lo odia y entender por qué.
¿Por qué odia Dios las apuestas? Pregúntele a un adicto a las apuestas que ha perdido su familia, su casa y todo el dinero que le pertenecía. Con la adicción nos sucede muchas veces que nos damos cuenta demasiado tarde que el precio siempre es mayor que el placer. Dios definitivamente no quiere que nadie termine como un indigente, dependiendo del próximo juego de cartas, y nosotros tampoco.
Con mucha frecuencia olvidamos cuán profundamente ama Dios su creación: nosotros. Él sacrificó a su único hijo para que nuestros pecados pudieran ser perdonados. Más específicamente, Él lo sacrificó para que pudiéramos ser misericordiosamente perdonados cuando cayéramos en estas adicciones pegajosas, mientras sigamos comprometidos a arrepentirnos y cambiar.
Apostar no es la excepción. La adicción no es el peor pecado. Es sólo una práctica destructiva que Dios quiere que las personas abandonen para que puedan encontrar paz y felicidad verdaderas en Él. El pecado conlleva consecuencias naturales y desafortunadamente las consecuencias de una adicción continua a las apuestas pudieran culminar con la pérdida de toda riqueza material. Si bien se nos instruye que no debemos apegarnos demasiado a las riquezas materiales, tampoco debemos ser descuidados e indolentes frente a ellas. Necesitamos reconocer que son un regalo de Dios, que merece respeto y una buena administración.
3. Hacer el sacrificio que sea necesario para poder sobreponerse
Cuando hablamos de sacrificios en el tema de la adicción a las apuestas, el enfoque principal debe ser acerca de quién está en control del dinero. Necesitamos dejar de controlar el dinero, las cuentas bancarias, dejándolas en mano del cónyuge, o una persona cercana que sea absolutamente confiable (ojalá un miembro de la familia). Alguien debe asegurarse que los sitios en la red para apostar están totalmente bloqueados o la persona encargada debe poder monitorear regularmente la actividad en la red.
Se deben hacer estos sacrificios tanto tiempo como sea necesario. Debemos recordar que la razón para hacer estos sacrificios es más importante que los inconvenientes y la vergüenza que tenemos que afrontar para hacerlos.
4. Reemplace la conducta adictiva por una conducta positiva
Lo opuesto de la avaricia es la caridad, así que debemos encontrar muchas oportunidades para darles a los demás según la medida de nuestras posibilidades. Lo opuesto del despilfarro es la planeación cuidadosa, por lo tanto debemos fijarnos metas a largo y a corto plazo, para seguridad económica y responsabilidad. Además, es importante estudiar todo lo que nos revela la Palabra de Dios acerca de las actitudes hacia el dinero y la riqueza, mientras oramos para que el dinero y la emoción ya no sean más importantes que servir a nuestro Creador.
Si desea pautas adicionales para comenzar la lucha contra cualquier adicción, incluido el apostar, por favor lea el artículo “Libres de la adicción” y “El primer mes”.