Si bien la Biblia no prohíbe el consumo de bebidas alcohólicas, sí desaprueba enfáticamente el abuso del alcohol. ¿Cuáles son algunos de los pasos para vencer el alcoholismo?
El primer milagro de Jesucristo fue transformar agua en vino (Juan 2:1-11). Ésta es sólo una de las tantas ocasiones donde la Biblia habla positivamente del correcto uso del alcohol. Pero por otro lado, las Escrituras también censuran enfáticamente el abuso de esta sustancia.
Y sin duda cualquiera que haya caído en la trampa del alcoholismo asegurará que existen buenas razones por las cuales la Biblia nos advierte sobre el peligro de permitir que el alcohol tome el control de nuestras vidas. Pero, ¿cómo recuperar el control?
Alcohólicos Anónimos, con su programa de 12 pasos y compañeros de sobriedad, llamados “padrinos”, son recursos muy conocidos y útiles para superar el alcoholismo. En este artículo esperamos entregarle una herramienta original para ayudarle a vencer este problema, que consiste en un programa de cuatro pasos explicados brevemente a continuación.
Programa de cuatro pasos
1. Deje de justificarse y reconozca que la adicción es pecado.
Cuando tenemos el problema del alcoholismo, normalmente tendemos a justificarnos de muchas maneras antes de finalmente admitir que estamos pecando contra Dios. “Me dejo llevar cuando estoy con mis amigos”, “no es un problema si lo hago cuando estoy solo”, “es lo único que me relaja y hace desaparecer mis problemas”, “me ayuda a ser más sociable y caerle mejor a la gente”, “soy adicto, no puedo evitarlo…”, son sólo algunas de las tantas excusas que podemos inventar.
El abuso del alcohol es mencionado varias veces en la Biblia, y en ninguna ocasión se asocia con algo bueno o edificante. En Pedro 4:3, por ejemplo, nos dice: “Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías”.
La realidad es que, cuando nos embriagamos—y sobre todo cuando nos permitimos llegar al punto de la adicción—no estamos haciendo la voluntad de Dios sino la nuestra. Y como dice Pedro, ya hemos pasado suficiente tiempo haciendo lo mismo, la cual es una buena frase para comenzar nuestra lucha contra la adicción.
También nos será de mucha ayuda recordar diariamente que no adoramos ni dependemos de una botella de alcohol, sino de Dios. Ser adicto al alcohol es depender de algo material y mundano para obtener aquello que Dios tanto desea darnos: consuelo y satisfacción. Dios quiere ser la fuente de esa “euforia” que buscamos; Él sabe que las sensaciones momentáneas y terrenales que experimentamos al satisfacer una adicción no son nada comparadas con lo que su verdad puede darnos: libertad, paz y gozo verdaderos.
2. Aprenda a odiar el pecado tanto como Dios lo odia y sepa por qué lo hace.
Después de reconocer que estamos pecando, debemos recordar que Dios aborrece el pecado por una buena razón; lo odia porque es destructivo, causa división y, eventualmente, conduce a la miseria y la muerte absolutas. No basta con admitir que el alcoholismo es pecado, también debemos odiar la adicción. Debemos detestar la manera en que nos ha perjudicado, y perjudica a todo el que sufre de este problema alrededor del mundo.
Piense en todas las muertes causadas por conductores ebrios anualmente; investigue sobre los muchos problemas de salud que produce—como daño cerebral, problemas del hígado, e incluso una posible intoxicación etílica mortal. Visite foros o grupos de apoyo y escuche historias de cómo el alcoholismo ha destruido matrimonios, relaciones entre padres e hijos, amistades, oportunidades de desarrollo profesional, situaciones financieras, etcétera. Debemos llegar a odiar tanto este pecado como para decir: “Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia” (Romanos 13:13).
3. Haga todos los sacrificios necesarios.
Como sucede con tantas otras adicciones, la parte más difícil de vencer el alcoholismo es estar dispuesto a hacer sacrificios. Podemos hablar mucho de nuestras buenas intenciones, decir que buscaremos ayuda y tendremos auto control, pero ¿qué tan lejos nos llevará esto si no estamos dispuestos a hacer sacrificios? Probablemente nos veremos en la necesidad de rechazar invitaciones de amigos o familiares a “reuniones sociales” en las que siempre terminábamos ebrios, o tendremos que pedir a nuestro compañero de sobriedad que nos vigile muy de cerca en toda situación de peligro.
La mayoría de las personas que luchan contra el alcohol descubren que, si realmente desean liberarse de su adicción, jamás podrán “tocar la bebida otra vez”. Si en algún momento nos dejamos vencer y recaemos, debemos tomar la decisión de nunca más hacer aquello que provocó la recaída, aun si parece ser algo trivial.
Muchas veces nos faltará fuerza para hacer estos sacrificios, y es ahí donde nuestro buen compañero de sobriedad entrará para mantenernos en línea.
También debemos tener en cuenta que estos sacrificios no siempre serán de carácter físico; además tendremos que hacer muchos sacrificios mentales. Para vencer una adicción, necesitamos desarrollar el hábito de la oración con mucha más dedicación que antes; no podemos dejar de comunicarnos con Dios porque nos sentimos demasiado avergonzados para hablarle. Él debe ser nuestro primer compañero de apoyo, a quien debemos recurrir constantemente cada día.
4. Remplace la adicción con buenos hábitos.
Tan pronto como empecemos a vencer, el alcoholismo—como tantas adicciones desagradables y persistentes—querrá volver a llenar ese vacío que dejó en nuestra vida, y que lamentablemente le permitimos llenar en el pasado. Pero ese vacío debe ser ocupado por el Espíritu de Dios, su palabra de verdad y el deseo de no volver a pecar. Todo ese tiempo que antes perdíamos andando en borracheras, desenfrenos confusos y resacas, puede ser aprovechado para enmendar las relaciones que hemos dañado, estudiar la Palabra de Dios y servir a los demás.
Le invitamos a descubrir otros consejos para comenzar a luchar contra cualquier adicción, incluyendo el alcoholismo, en nuestro último artículo “El primer mes”, que podrá encontrar en esta sección de “Libre de adicciones”.