Hemos tratado aspectos de la lucha contra las adicciones. Ahora, demos una mirada a lo que podemos esperar durante el primer mes de recuperación.
No hay mejor manera de cerrar una columna sobre adicciones que hablando de cómo alcanzar el éxito en nuestro camino hacia la libertad.
Como dijimos al comienzo de esta serie, la lucha contra la adicción comienza sólo cuando somos lo suficientemente valientes para reconocer que estamos cansados de ese esclavizador pecado que nos impide alcanzar nuestro potencial como cristianos. Luego necesitaremos del poder de Dios y el apoyo de un “padrino” afectuoso, humilde y leal para tener éxito en nuestra lucha.
También hemos mencionado que si realmente queremos vencer la adicción, debemos dejar de buscar excusas y llamar a la adicción por su nombre: pecado. Debemos aprender a odiar el pecado tanto como Dios lo odia y hacer cualquier sacrificio que sea necesario para remplazar nuestras conductas adictivas por buenos hábitos.
El primer mes
Entonces, ¿cómo debería ser nuestro primer mes de recuperación? A continuación les daremos seis pasos necesarios para terminarlo con éxito:
1. Reconocer la gravedad de la situación.
No estamos hablando de un pecado común y corriente que de vez en cuando aparece en nuestra vida; estamos hablando de una adicción. De hecho, se ha comprobado que el cerebro humano sufre una serie de cambios cuando la persona es adicta. Aun nuestro cerebro está en contra nuestra en esta batalla y es por esto que necesitamos toda la ayuda posible.
Afortunadamente, Dios nos da su perdón misericordioso, consuelo y fuerza para seguir luchando, y la Biblia nos da instrucciones y enseñanzas muy valiosas que nos mantienen en contacto con Él. Además, nuestro padrino es la conciencia extra que necesitamos para acabar con las mentiras y la oscuridad de la adicción.
2. Aumentar la oración y el estudio de la Biblia.
La oración y el estudio de la Biblia son las armas más poderosas en la lucha contra la adicción. Cada vez que nos vemos tentados o nos sentimos débiles, debemos orar en lugar de racionalizar una recaída. Además, debemos enfocar nuestro estudio de la Biblia en los frutos del Espíritu y buenos hábitos con los cuales debemos remplazar el pecado.
3. Decir adiós a la privacidad.
Uno de los mayores sacrificios que tendremos que hacer es estar dispuestos a decirle todo a nuestro padrino y acomodar nuestra vida de manera que él o ella puedan descubrir las mentiras y engaños en los que nuestra adicción se ha sostenido por tanto tiempo. Debemos recordar que esta persona no está ahí para criticarnos, sino para animarnos, ayudarnos, razonar y hacer las preguntas que hemos esquivado por años.
4. Las recaídas.
Las recaídas son otro recordatorio de que luchamos contra una adicción en la que hemos vivido mucho tiempo y en la que hemos estado sumergiéndonos más y más cada día; estamos en un hoyo profundo del cual recién intentamos salir. El camino es largo y somos sólo humanos. Pero luego de cada recaída, debemos tener una actitud de arrepentimiento, voluntad de cambiar lo que nos hizo recaer y determinación de que no vuelva a suceder.
Dios entiende lo difícil que es vencer una adicción y lo débiles que somos los seres humanos; “Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo” (Salmos 103:14; énfasis añadido). Sin embargo, también espera que crezcamos y mejoremos continuamente. A medida que aprendemos a odiar el pecado y lo remplazamos con el fruto del espíritu, las recaídas deben ir quedando más y más en el pasado.
5. Ira y decepción.
Existe la posibilidad de que después de cada recaída sintamos cierto menosprecio por nosotros mismos, nos martiricemos y pensemos que sería mejor darnos por vencidos. Ahora que tenemos a Dios de nuestro lado, deberíamos tener todo bajo control, ¿no es así? Actitudes como éstas sólo nos hacen más vulnerables emocionalmente y aumentan el peligro de recaer en el falso consuelo de la adicción.
Obviamente debemos odiar el pecado y arrepentirnos profundamente cada vez que lo cometemos, pero también debemos saber que Dios NO está pensando “Lo sabía. Es un caso perdido. No puedo creer que siga intentando superar esto. Debería darse por vencido”.
Por otro lado, a Dios sí le desagradan los “arrepentimientos vacíos” —como pedir perdón y no hacer ningún cambio en nuestra vida para evitar que volvamos a recaer.
Pero si nos arrepentimos con sinceridad y tomamos la determinación de cambiar, Dios estará con nosotros en las buenas y en las malas. “Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo” (Isaías 41:13; énfasis añadido).
6. Anhelar con más ahínco el regreso de Cristo.
Si hay algo que el proceso de vencer una adicción nos enseña, es cuán débil somos los seres humanos y cuánto necesitamos que Cristo regrese para librar al mundo de Satanás. ¿Se imagina cómo sería todo si la voz detrás de todas esas excusas para continuar en nuestra destructiva adicción desapareciera para siempre? Así será cuando Cristo venga para quitar la influencia de Satanás del mundo.
Por ahora, cuando el horizonte se aclare y estemos próximos a alcanzar la libertad que tanto deseamos, armémonos de valor y vayamos por ella; “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16). Entonces podremos finalmente decir: “NO soy adicto, fumador, jugador compulsivo, alcohólico o adicto a la pornografía. AHORA, soy un pecador arrepentido recuperándose de una adicción con la ayuda de Dios y fieles amigos cristianos”.
¡Libérese! Llegó la hora de tirar esa horrible adicción a la basura donde pertenece.