Una mirada bíblica al manejo de la ira

En algún momento, incluso los grandes héroes de la Biblia perdieron el control y se enfrentaron a problemas de ira. ¿Qué podemos aprender de su ejemplo y de las escrituras que nos hablan acerca de la ira?

¿Cuándo fue la última vez que usted perdió el control? ¿Qué lo hizo perder el autocontrol y dejarse llevar por la rabia? ¿Dijo algo de lo que más adelante se arrepintió?

Muchos de nosotros podemos hablar y actuar de manera irracional en momentos de ira y arrepentirnos toda la vida por eso y recibir castigos severos.

La solución es prevenir —evitar esos arrebatos emocionales sin control.

Al pensar en las personalidades de algunos personajes destacados de la Biblia que permitieron que la ira los dominara en algunas ocasiones, podemos aprender acerca de las tentaciones que se convierten en trampas para nuestro temperamento y plantear estrategias para un mejor manejo de nuestra ira.

Moisés: ¿manso y furioso?

La mayoría de nosotros visualiza a los grandes personajes de la Biblia como personas tranquilas, pensativas, casi perfectas. Después de todo, ¿no leemos que Moisés era un hombre de temperamento apacible?

“Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra” (Números 12:3). Manso significa: temperamento apacible, sumiso y complaciente.

Pero, ¿siempre se comportaba así Moisés?

Leemos algo un poco diferente acerca de Moisés cuando estaba más joven (Éxodo 2:11-12). En este incidente, Moisés mató al egipcio que estaba golpeando a un esclavo hebreo y después ocultó el cuerpo en la arena. ¿Humilde? ¿Manso? ¿Temperamento apacible? No en este caso.

Más adelante Moisés estaba intercediendo por los israelitas para que Dios no los castigara por sus continuos pecados. Dios le dijo a Moisés que iba a destruir a los israelitas y haría de él una gran nación. Por la humilde intervención de Moisés en esta ocasión, Dios decidió no destruir al pueblo (Éxodo 32:7-14).

Pero después de esto, vemos a Moisés perdiendo el control y arrojando las tablas en las que Dios había escrito los Diez Mandamientos.

Ahora, probablemente sentir rabia ante un flagrante pecado como el de estar adorando a un becerro de oro, afirmando que ese era el dios que los había sacado de Egipto, es totalmente entendible. (Es posible sentir rabia, como Pablo escribió en Efesios 4:26: “Airaos, pero no pequéis…”. Incluso Dios manifiesta una ira justa). De cualquier manera, que Moisés haya quebrado las tablas de Dios fue un acto impulsivo que, sin duda, más adelante lamentó profundamente (Éxodo 32: 15-20).

El hecho de que el mismo Moisés haya tenido que tallar dos nuevas tablas de piedra justo como las que rompió y subirlas al Monte Sinaí, indica que probablemente Dios quería darle una lección a Moisés para que controlara su temperamento (Éxodo 34:1-4).

La prueba de actitud que alejó a Moisés de la Tierra Prometida

En otra ocasión el pueblo estaba quejándose de nuevo debido a la escasez de agua. Moisés impaciente, reaccionó contra ellos (Números 20:1-12).

Analicemos que, Moisés también dijo: “¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña?” (v. 10). No le estaba dando el crédito y la honra a Dios.

Dios le había dado instrucciones exactas de lo que debía hacer (vv. 7-8). Dios le dijo a Moisés que le “hablara” a la piedra, ¿pero que hizo Moisés?

En lugar de hablarle a la piedra, Moisés la golpeó dos veces. Por causa de su ira, Moisés no obedeció las ordenes que Dios le había dado (vv. 9-11). ¿Pasó por alto Dios esta situación?

No.

Dios le dijo a Moisés y Aarón que no entrarían en la Tierra Prometida por haberle faltado al respeto y desobedecido sus órdenes. (v. 12).

Dios registró de nuevo en los Salmos las acciones impulsivas de Moisés (Salmos 106:32-33).

Dios sabía que el líder de su pueblo debía tener autocontrol y evitar “salirse de casillas” y tomar decisiones irracionales en momentos de ira. Entonces para reafirmar su punto, Dios corrigió a Moisés.

Es cierto que los israelitas eran un pueblo quejumbroso, gruñón y llevado por sus emociones. Pero simplemente Dios no podía permitir que Moisés reaccionara de la manera que lo hizo. Dios sabe que la ira sin control provoca un comportamiento errático e irresponsable.

Moisés se arrepintió y aprendió la lección. Es un gran héroe de la fe que va a desempeñar un papel muy importante en el Reino de Dios (Hebreos 11:23-29, Marcos 9:1-4). Aun así, tuvo que enfrentar las consecuencias y no se le permitió entrar en la Tierra Prometida, por la cual había esperado tanto tiempo.

Su lección quedó registrada para que nos ayude a ver la importancia de aprender a controlar nuestra ira.

La ira y los Hijos del trueno

Otro ejemplo de personajes de la Biblia que en ocasiones no eran capaces de controlar su temperamento eran Juan y Santiago. La Biblia los llama Boanerges, que significa “los Hijos del trueno”. Aparentemente, ellos en algunas ocasiones eran proclives a “perder el control”. Jesús les puso ese nombre cuando estaba escogiendo sus 12 apóstoles (Marcos 3:17).

Quizás el siguiente ejemplo ayude a explicar porque Cristo les puso ese nombre. Se encuentra en Lucas 9:51-56:

Jesús, Juan y Santiago estaban atravesando Samaria de camino a Jerusalén. Cuando intentaron encontrar un lugar para pasar la noche, se encontraron con algunos inconvenientes debido al prejuicio que existía entre judíos y samaritanos. La respuesta de Juan y Santiago a los samaritanos fue airada y bien podía comparase con un estruendo. Ellos dijeron: “Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?” (v. 54).

Jesús respondió: “Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas” (vv. 55-56).

Esto hace que uno se pregunte si es que acaso no hubo otras ocasiones en las que Juan y Santiago hayan hecho honor a su sobrenombre.

Juan y Santiago eran dos de los amigos más cercanos de Jesús, ver su ejemplo y esforzarse por vivir como Cristo vivía, los hizo cambiar. Ellos se arrepintieron y en el día de Pentecostés recibieron el Espíritu Santo. Permitir que el espíritu de Dios los guiara, los ayudó a vencer la ira y a abordar las cosas de una manera distinta.

Juan se convirtió en el apóstol que más adelante iba a escribir acerca del amor en 1, 2 y 3 de Juan. Cuando fue escogido para ser uno de los apóstoles de Cristo, él era uno de los “Hijos del trueno”, pero después de caminar con Cristo durante unos años, este “Hijo del trueno” se convirtió en el apóstol del amor.

El temperamento de Pedro

Pedro era otro ejemplo de alguien susceptible a tener accesos de ira.  Durante el arresto de Jesús, él le cortó la oreja derecha a Malco, el siervo del sumo sacerdote.

Inmediatamente Jesús lo corrigió y sanó al siervo (Juan 18:10-11).

O Pedro era un muy hábil con su espada —ser capaz de acertarle a un blanco tan pequeño como la oreja— o simplemente corrió con suerte. Me pregunto si Pedro lo que estaba haciendo era apuntándole entre las orejas al hombre —¡eso habría significado un final muy diferente para Malco! O quizás Pedro quería quitarle la cabeza y Malco esquivó el golpe hacia la izquierda y perdió la oreja derecha. Simplemente no sabemos, la Biblia no nos da esos detalles.

Lo que sí sabemos es que Pedro finalmente aprendió la lección. Al final, su comportamiento fue ejemplar.

Si estudiamos 1 Pedro 2:18-23 y 3:8-12, veremos a un Pedro muy diferente del cual leímos anteriormente. Siempre enfático en la actitud abnegada de Jesucristo, nuestro mentor:

“Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente” (1 Pedro 2:21-23).

La ira de Jonás contra Dios

Otro ejemplo de una persona con problemas de ira fue Jonás.

Dios había enviado a Jonás a la ciudad de Nínive —los enemigos acérrimos de su pueblo— para advertirles que iban a ser destruidos por causa de sus pecados.

Pero cuando Dios aceptó sus súplicas y los perdonó, Jonás perdió el control y se enfureció contra Dios. ¿Cómo se podía Dios retractar en la profecía que había obligado a transmitir a Jonás? ¿Cómo podía Dios perdonar a los brutales enemigos de Israel?

La Biblia no nos cuenta que pasó después. ¿Se arrepintió Jonás? No sabemos el final de la historia, pero podemos esperar que Jonás se haya arrepentido y cambiado, y haya logrado vencer la ira viendo las cosas desde la perspectiva de Dios con la compasión de Dios (Jonás 4:1-9).

Los beneficios de controlar nuestra ira

Muchos médicos y psicólogos están de acuerdo en que las emociones a menudo nos afectan directamente y causan síntomas físicos. Las emociones negativas como el estrés, la ira o el resentimiento pueden ser la causa de diferentes enfermedades, desde dolores de cabeza por tensión hasta dificultades digestivas. Problemas para tragar, ulceras gástricas, artritis reumatoide, dolores de espalda, hipertensión, urticarias, resfriados e incluso el asma, han sido relacionadas en algunos casos con las emociones de ira.

Una actitud relajada, libre de resentimientos constantes o crónicos, insatisfacción o ira, hace que nuestra vida sea más larga y saludable.Una actitud relajada, libre de resentimientos constantes o crónicos, insatisfacción o ira, hace que nuestra vida sea más larga y saludable.

En Proverbios 14:29 se menciona una ventaja de controlar nuestra ira: “El que tarda en airarse es grande de entendimiento; Mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad”. En otras palabras, aquel que pierde el control no tiene entendimiento.

¿Alguna vez ha tomado una decisión en un momento de ira? Si le ha pasado, es muy probable que se haya arrepentido más adelante.

Escuché la historia de un hombre que se quedó varado en un parqueadero del centro de la ciudad. Después de intentar prenderlo durante una hora, estaba realmente enfadado. Estuvo a punto de cambiar su carro por otro ese mismo día. Afortunadamente, después de haber encendido el carro, se calmó y decidió quedarse con su automóvil. Estaba en buenas condiciones —sólo necesitaba un pequeño ajuste y el problema quedaba resuelto. El señor pudo haber cambiado un carro que estaba en perfectas condiciones por uno que quizás le habría ocasionado más problemas. Y, por supuesto, tendría que pagar un dinero extra por el nuevo carro.

Es fácil tomar una mala decisión sin sopesar con calma todos los hechos. Controlar su temperamento lleva a decisiones más sabias —y esto a su vez resulta en una vida más tranquila, organizada y próspera para usted y todos aquellos que lo rodean.

Otros consejos de los Proverbios para controlar la ira

Tenga en cuenta estos consejos sabios de la Biblia para controlar la ira.

“La cordura del hombre detiene su furor, Y su honra es pasar por alto la ofensa” (Proverbios 19:11).

En otras palabras, un hombre sabio controla su ira y hace caso omiso de los insultos. Esto es a su favor.

Hay dos puntos para tener en cuenta acá.

  1. Un hombre sabio tendrá más amigos y menos enemigos porque no es hostil con los demás. Generalmente va a ser agradable para todos —y eso es importante. ¿Cómo puede ayudarle a los demás, directamente o con su ejemplo, si no lo respetan ni les agrada?
  2. También, un hombre sabio no permite que las otras personas controlen sus emociones. No reacciona con desprecio o ira automáticamente contra alguna persona que lo insulte. No está a merced de los comentarios impertinentes de la otra persona. Está lo suficientemente maduro como para pasarlos por alto, hacerse a un lado, ignorar y perdonar a la persona por ser grosera e imprudente.

Pero una persona necia siempre es vulnerable. Es como una pistola con un gatillo de pelo —siempre lista a disparar ante la menor presión. No sea un esclavo de sus emociones.

“El hombre iracundo levanta contiendas, Y el furioso muchas veces peca” (Proverbios 29:22).

Una persona iracunda comienza peleas y se mete en toda clase de problemas. Enemigos, malos sentimientos, conflictos y falta de cooperación son el diario vivir de esa persona. Carece de paz mental y a menudo alborota a los demás. Vive de problema en problema.

Su vida familiar también queda destruida por esta misma actitud y comportamiento.

“El que turba su casa heredará viento; Y el necio será siervo del sabio de corazón” (Proverbios 11:29).

Dicho de otra forma, el necio que provoca la ira y el resentimiento en su familia finalmente no tendrá nada que valga la pena. Será el sirviente de un hombre más sabio. El ambiente familiar se torna en un campo de batalla lleno de heridas. Es un precio ridículamente alto que se paga por la falta de autocontrol.

“Como ciudad derribada y sin muro, Es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda” (Proverbios 25:28).

Con frecuencia, una persona de mal genio que pierde el control de sus emociones divulga cosas que no debería, exagera cosas que no son ciertas y queda expuesto su comportamiento emocional desequilibrado —razonamiento ilógico.

Controlar la lengua también es parte del autocontrol.

“El que guarda su boca guarda su alma; Mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad” (Proverbios 13:3).

Una respuesta rápida y airada puede arruinar todo. Asegúrese de pensar antes de hablar.

“La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor” (Proverbios 15:1).

“La blanda respuesta” significa una respuesta sensible. Pero si usted responde con palabras fuertes, la ira de la otra persona —y la suya también— se va a incrementar cada vez más.

Lo invitamos a leer más acerca de la importancia de controlar sus palabras en Santiago 3:2-10 y en nuestro artículo “Palabras que duelen, palabras que ayudan”.

Lo invitamos a estudiar las instrucciones de Pablo para vivir en paz, en Romanos 12:17-21 y en nuestro artículo “El camino de la paz”.

Como protegerse contra un temperamento sin control

Es todo un desafío controlar nuestra ira en esta época que está caracterizada por la furia y por la ira. El apóstol Pablo profetizó acerca de la falta de autocontrol de nuestros días cuando le escribió a Timoteo: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos…” (2 Timoteo 3:1-4).

Impetuoso significa ser terco, temperamental, impulsivo, llevado de su parecer, obstinado. Debemos protegernos de todas estas cosas.

Pidámosle a Dios que nos ayude más que nunca a controlar nuestro temperamento y vamos a cosechar los beneficios de paz que trae consigo.

Lo invitamos a ver estos recursos bíblicos de gran ayuda para el manejo de la ira:

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