Juan 20:23: ¿Dio Jesús la autoridad para perdonar pecados?

¿Dio Jesús la autoridad a sus apóstoles para perdonar o no perdonar pecados? Si es así, ¿se ha transferido esa autoridad a sus ministros hoy en día? ¿Quién puede realmente perdonar pecados?

Después de su resurrección, Jesús dijo a los discípulos: “A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos” (Juan 20:23).

La traducción de este versículo es incorrecta. Da la impresión de que Dios le ha dado al ministerio de la Iglesia la autoridad para perdonar o retener los pecados. Esta percepción ha sido más predominante en la Iglesia Católica.

La traducción correcta de Juan 20:23

Una de las pocas traducciones que refleja las sutilezas más importantes del griego en este pasaje es la Reina-Valera Actualizada (2015): “A los que remitan los pecados, les han sido remitidos; y a quienes se los retengan, les han sido retenidos”.

Por esta razón, la Reina-Valera Actualizada refleja de manera más precisa el hecho de que los pecados de estos individuos ya habrán sido perdonados o retenidos por Dios antes del reconocimiento de estos pecados por los apóstoles. No se trata sólo de elegir una traducción que diga lo que queremos que diga. La palabra remitido (o perdonado) está en el tiempo perfecto.

Glossary of Morpho-Syntactic Database Terminology [El diccionario de terminología de la base de datos morfosintáctica] explica el tiempo perfecto de la siguiente manera: “El tiempo verbal utilizado por el escritor para describir una acción verbal completa que ocurrió en el pasado pero que produjo un estado de ser o un resultado de existencia en el presente (en relación con el escritor)”.

Las palabras de Jesús en Juan 20:23 fueron dichas inmediatamente después de referirse a una herramienta en este proceso que sería nueva para los discípulos: “Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo” (v. 22).

Por supuesto, los discípulos no tenían el Espíritu de Dios morando en ellos hasta recibirlo varias semanas después en Pentecostés (Juan 14:17).

Sin embargo, esta herramienta permitiría a los apóstoles hacer juicios guiados por el Espíritu. Cuando Cristo sopló sobre ellos era un símbolo de que recibirían el Espíritu de Dios. Y el versículo 23 representa el fruto del Espíritu de Dios, es decir que ellos serían inspirados o guiados a perdonar o corregir a las personas de acuerdo con lo que ya había sido retenido (o atado) por Dios.

Al mismo tiempo, Dios nunca acepta nada que realmente vaya en contra de su voluntad o su aprobación.

Por ejemplo, Pablo determinó que los miembros de la Iglesia en Corinto no debían haber tolerado al hombre que estaba cometiendo una inmoralidad sexual con su madrastra: “No es buena vuestra jactancia” (1 Corintios 5:1-6).

Sin embargo, un año más tarde aproximadamente, Pablo les dijo que el castigo y el arrepentimiento de este hombre eran suficientes y que ellos deberían “perdonarle y consolarle” (2 Corintios 2: 6-7).

Tanto el castigo como el perdón fueron juicios guiados por el Espíritu.

Atar y desatar en Mateo 18:18 y Mateo 16:19

El mismo principio y elemento de la gramática griega se encuentran en Mateo 18:18: “De cierto les digo que todo lo que aten en la tierra habrá sido atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra habrá sido desatado en el cielo” (Reina-Valera Actualizada).

La traducción correcta de estos tres relatos hace énfasis en el hecho de que Dios es quién determina lo que está atado o desatado, en lugar de dejar tales decisiones únicamente en manos de los hombres.Asimismo, este principio y gramática griega se aplica al pasaje en Mateo 16:19: “A ti te daré las llaves del reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra habrá sido atado en el cielo, y lo que desates en la tierra habrá sido desatado en los cielos”.

La traducción correcta de estos tres relatos hace énfasis en el hecho de que Dios es quién determina lo que está atado o desatado, en lugar de dejar tales decisiones únicamente en manos de los hombres.

Considere el modelo de juicio del Antiguo Testamento

Algunos de los líderes de Israel (ancianos, jueces, reyes, oficiales, etcétera) recibieron el Espíritu de Dios (Números 11:16-17).

Moisés expresó lo siguiente durante las primeras etapas del sistema administrativo de jueces: “No hagáis distinción de persona en el juicio; así al pequeño como al grande oiréis; no tendréis temor de ninguno, porque el juicio es de Dios; y la causa que os fuere difícil, la traeréis a mí, y yo la oiré” (Deuteronomio 1:17, énfasis añadido).

Cuando un juicio es guiado por el Espíritu, entonces el “juicio es de Dios”. Lo mismo ocurría con los juicios que Moisés haría en los casos más difíciles que se le presentaban.

Esta realidad era aún más válida para los apóstoles del Nuevo Testamento, quienes, en cumplimiento de Juan 20:23, juzgarían a un cuerpo entero que, por primera vez, estaría compuesto por miembros llenos del Espíritu (la Iglesia de Dios).

Sólo Dios puede perdonar totalmente el pecado

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). El perdón de Dios es supremo en el sentido que Él limpia a una persona de pecado. Dios dice: “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones… y no me acordaré de tus pecados” (Isaías 43:25). Dios es el único que tiene esta autoridad. Así lo afirma Marcos 2:7: “¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?”.

Ahora, como cristianos, debemos perdonar “a nuestros deudores” (Mateo 6:12), pero esto no es lo mismo que limpiar los pecados de alguien. Nuestro perdón implica dejar ir los rencores, para que ninguna “raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (Hebreos 12:15). Y esto puede aplicarse repetidamente: el significado implícito de “setenta veces siete” (Mateo 18:22). (Estudie más acerca de esto en nuestros artículos “¿Cómo perdonar?” y “Resentimientos”).

Sin embargo, no tenemos autoridad divina ni para perdonar ni para limpiar los pecados de nadie, sólo Dios puede hacer eso.

El juicio es de Dios

Dios no depende de los juicios de los hombres ni espera para ver  a quién perdonarán ellos, antes de perdonar los pecados de una persona (una vez que la persona se arrepiente). En cambio, los líderes de Dios se esfuerzan por hacer juicios guiados por el Espíritu, que tienen en cuenta resultados que Dios ya habrá determinado que son algo correcto o incorrecto.

¡En última instancia, el juicio es de Dios!

Estudie más acerca del juicio, el arrepentimiento y el perdón en nuestros artículos “El juicio de Dios: en qué consiste realmente”, “Cómo debemos arrepentirnos” y “¿Qué es el perdón?”.

Continuar leyendo

×

Suscríbase a Discernir

×

Serie de artículos de Discernir

Chrito Versus Christianismo
Andar como Él anduvo
Cristianismo en Progreso
Ask a Question