La existencia de Dios ha sido largamente atacada por una gran parte de la comunidad científica. Con frecuencia los llamados científicos materialistas tienen la postura básica de que todo en el universo es el resultado de estrictas leyes matemáticas, físicas y del azar.
Como hemos visto en artículos previos, esta creencia plantea varios dilemas. Primero, no hay evidencia científica que explique cómo el universo llegó a existir de la nada. De la misma forma, tratar de explicar el diseño del universo sin un diseñador no tiene mucho sentido.
Pero tal vez lo más difícil es explicar el origen de la vida sin un Creador. ¿Qué nos dice la evidencia?
¿Emergió la vida de la nada?
Al mirar el pensamiento científico en cuanto al origen de la vida, el término emergente se encuentra con frecuencia. Se presume que la vida de alguna forma emergió en una transición escalonada de la química a la biología. Si bien el término suena científico, su significado no lo es. Implica que por medio de una serie de reacciones químicas la vida sencillamente se dio y de alguna forma la materia se convirtió en vida.
En su libro Origins [Orígenes], Neil Tyson y Donald Goldsmith escribieron: “La pregunta crucial de cómo comenzó la vida en la Tierra, bien sea una vez o muchísimas veces, no tiene una buena respuesta, aunque la especulación del tema ha tenido una historia larga e intrigante” (p. 241).
En otras palabras, la investigación científica en cuanto a esta pregunta fundamental es sólo especulación. A continuación les presentaremos un resumen de esa especulación.
Los famosos experimentos Miller-Urey a comienzos de 1950, animaron al mundo científico al sugerir que la clave del origen de la vida había sido hallada. Estos experimentos encontraron que una atmósfera cargada con agua, metano, amoniaco e hidrógeno producía un aminoácido cuando se cargaba con chispas eléctricas. Esta mezcla de químicos se presume que fue similar a la atmósfera primitiva de la Tierra, en la cual los relámpagos pudieran haber provisto la chispa.
Sin embargo, los aminoácidos, si bien son bloques constructores de vida, no son ni remotamente vida. Así, la especulación es que a lo largo de millones de años se pudieron haber formado moléculas más complejas y grandes (por algún proceso desconocido), hasta que la vida surgió.
Otra teoría, propuesta por el químico orgánico Alexandre Cairns-Smith, de la Universidad de Glasgow en Escocia, es que las primeras moléculas de vida pudieron haberse formado del barro. La superficie del barro podría no sólo haber acelerado la concentración de los compuestos orgánicos juntos, sino también haberlos organizado en patrones. Cairns-Smith sugiere que los cristales minerales pudieron haber sido la fuerza que impulsó esta organización. Y después de millones de años, la vida emergió.
También existe la teoría del respiradero de las profundidades del océano, según la cual la vida puede haber comenzado en el océano con los respiraderos hidrotérmicos escupiendo moléculas ricas en hidrógeno. Y después de millones de años, la vida emergió.
Una piedra de tropiezo muy grande para las teorías del desarrollo del origen de la vida, es el ADN. La molécula de ADN en una célula viviente contiene la información para sustentar la vida y pasarla a la próxima generación. El ADN requiere de proteínas para formarse, y las proteínas requieren de ADN para formarse. La especulación es que el ARN, que tiene un papel integral en el proceso de formación de proteínas, precedió al ADN y de alguna forma sustentó la vida. La pregunta de cómo apareció el ARN no tiene ninguna explicación. ¿Tal vez sólo emergió?
Finalmente están los modelos Metabolism-firts (literalmente “primero el metabolismo”). La suposición es que la vida pudo haber empezado con moléculas más pequeñas interactuando entre sí. Con el tiempo surgieron moléculas más complejas que se volvieron más eficientes y eventualmente evolucionaron en formas de vida.
Todas estas teorías tienen algo en común. No hay una evidencia conclusiva que las respalde.
¿Hay evidencia física de un Creador?
Primero, analicemos la ley de la biogénesis: la vida sólo procede de la vida. El famoso experimento de Louis Pasteur mostró lo que se ha confirmado desde entonces. No hay instancias de vida generadas espontáneamente a partir de químicos inertes en ninguna ley natural.
Segundo, no existe tal cosa como una célula simple (vea nuestro artículo en Vida, Esperanza y Verdad: “Origen de la vida: ¿son las células solas realmente simples?”). Aun organismos unicelulares tales como la ameba son increíblemente complejos.
Por ejemplo, la Naegleria es una ameba común, pero no es simple. Ella come una bacteria como una ameba inmóvil cuando las condiciones son apropiadas. Produce dos flagelos que utiliza para nadar alrededor buscando un medio ambiente más favorable en períodos de condiciones desfavorables. En unos ambientes enormemente desfavorables, se vuelve un quiste duro hasta que mejoren las condiciones para alimentarse. La Naegleria tiene 15.727 genes que codifican las proteínas. Si la comparamos con los seres humanos, éstos tienen alrededor de 23.000. No es muy grande la diferencia.
El ADN es tan complejo que los científicos todavía están tratando de develar sus misterios. El ADN es común a todos los organismos, por lo tanto ¡cada organismo es complejo! El ADN expresa la plataforma de diseño utilizada por el Creador de toda la vida. Semejante complejidad no se desarrolla por accidente.
Relacionada con la complejidad obvia de la vida está la falta de aleatoriedad de la vida. Si el origen de la vida fuera producto únicamente del azar, ¿por qué existe semejante organización? Entre otras cosas, el genoma es un juego de instrucciones para la procreación. El mensaje encontrado en el ADN de una simple ameba es más que todos los 30 tomos de la Enciclopedia Británica combinados. Semejantes mensajes tan complejos incrustados en toda forma de vida proveen una sólida evidencia circunstancial de que un ser súper inteligente, Dios, creó la vida (vea nuestro artículo: “El origen de la vida”).
Lógica, razonamiento y Dios como el Creador de la vida
Parece que hay una gran división entre la comunidad científica y los religiosos. Al considerar el origen de la vida, hay dos alternativas. O la vida se originó naturalmente o la vida se originó por las acciones de un ser inteligente. Al presente, no hay evidencia o hay muy poca que sugiera lo primero.
¿Por qué existe la división? Porque los científicos comienzan por suponer que la vida emergió de materiales crudos básicos a través de una secuencia de eventos que eran completamente consistentes con las leyes naturales de la química y la física. Muchos desechan la idea de Dios como el Creador de la vida por completo.
La misma suposición se utiliza cuando se considera la creación del universo. Pero, ¿puede la ciencia explicar convincentemente todo? ¿La belleza? ¿Los juicios éticos? ¿El libre albedrío? ¿El razonamiento?
Hay un aspecto de la religión que los científicos materialistas no aceptan: la fe. Ellos tienen fe en las explicaciones naturales. ¿No debería permitirse a los religiosos tener fe en Dios como el Creador, basados en la evidencia?
¿Qué sería necesario para convencer a los escépticos de que Dios existe?
En su libro Faith vs. Fact: Why Science and Religion Are Incompatible [Fe vs. hechos: ¿por qué la ciencia y la religión son incompatibles?], Jerry A. Coyne, un profesor especializado en genéticas evolutivas en la Universidad de Chicago, plantea esta respuesta:
“Suponga que una luz brillante aparece en los cielos y sostenido por ángeles con alas, un ser vestido de una túnica blanca y sandalias, desciende de los cielos a mi terreno acompañado por un grupo de apóstoles que llevan los nombres dados en la Biblia. Música celestial fuerte, con el sonido de trompetas, se escucha por todas partes. El ser con túnica, que se identifica a sí mismo como Jesús, se fija en el hospital universitario más cercano e instantáneamente sana a muchas personas muy enfermas, incluyendo a personas amputadas. Después de un tiempo Jesús y sus secuaces, respaldados por ángeles ascienden nuevamente al cielo con otro coro musical. Los cielos se vuelven oscuros, hay rayos y truenos y en un instante el cielo se aclara. Si todo esto fuera presenciado por otros y documentado con un video, y si las sanidades fueran inexplicables pero respaldadas por el testimonio de muchos médicos, y si todas las apariciones y los eventos estuvieran de acuerdo con la teología cristiana, entonces yo empezaría a pensar seriamente en la verdad del cristianismo” (p. 119).
¿De verdad? ¿Se necesitaría sólo eso?
Es interesante notar que un evento similar a la prueba que el profesor Coyne requiere está profetizado en la Biblia. El libro de Apocalipsis describe cómo Jesús descenderá del cielo al sonido de trompetas. Pero aún esto no sería suficiente. Está profetizado que los ejércitos del mundo lucharán contra Él. (Si desea conocer la historia real de lo que va a ocurrir, vea nuestros artículos: “¿Qué es el Día del Señor?” y “La segunda venida”).
No sólo eso, sino que la historia bíblica indica que Dios se les apareció a los antiguos israelitas en el Monte Sinaí (Éxodo 19:18-20). A pesar de esto, ellos cayeron en la adoración de ídolos y lo rechazaron a Él. Nuevamente, Dios envió a Jesús a la Tierra, en dónde Él sanó a muchos y aun resucitó a algunos de la muerte. Sin embargo, muy pocos creyeron en Él (vea nuestro artículo: “Los milagros de Jesús”).
¿Hay una alternativa viable aparte de Dios?
La evidencia está delante de usted. ¿Cómo va a responder? En una serie de artículos publicados el año pasado en Discernir, presentamos cinco pruebas de que la Biblia es cierta. ¿Ha comprobado que la Biblia es la Palabra de Dios?
La Biblia dice claramente que Dios es el origen de la vida:
“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza… Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:26-27; también puede ver Juan 1:1-3; Colosenses 1:16)
Creer en Dios como el Creador de la vida no está basado solamente en una fe ciega. Hay también una gran evidencia alrededor de nosotros (Romanos 1:20). Como advierte la Biblia: “Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:21). Los artículos en la sección “¿Existe Dios?” de nuestra página web Vida, Esperanza y Verdad, pueden ayudarle.