Hay muchas preguntas con respecto al ayuno cristiano. ¿Qué enseñó Jesús acerca del ayuno? De acuerdo con la Biblia, ¿cómo debe ayunar un cristiano?
En una ocasión en realidad sucedía con bastante frecuencia, los fariseos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Por qué los discípulos de Juan ayunan muchas veces y hacen oraciones, y asimismo los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben?” (Lucas 5:33).
Jesús respondió: “¿Podéis acaso hacer que los que están de bodas ayunen, entre tanto que el esposo está con ellos?”. La presencia de Jesús en la Tierra, como Dios en la carne, era un motivo de festejo y alegría, no de ayuno ni lamentaciones. El ayuno es una herramienta para acercarnos a Dios, ¡pero los discípulos lo tenían justo a su lado! (Si usted no tiene mucho conocimiento acerca del ayuno cristiano, lo invitamos a leer nuestro artículo “¿Qué es el ayuno?”.)
Pero, ¿quiso decir Jesús que sus discípulos nunca iban a ayunar?
Todo lo contrario, Jesús continuó diciendo: “Mas vendrán días cuando el esposo les será quitado; entonces, en aquellos días ayunarán” (v. 35, énfasis añadido).
Tengamos en cuenta que Jesús no dice “es posible que” ayunen.
Él dijo que si iban a ayunar.
Jesucristo, el novio, está en el cielo a la diestra del Padre, está físicamente “alejado” de sus “amigos” o seguidores, lo que quiere decir que estamos en “aquellos días” donde dijo que “ayunarán”.
Éste es el momento —como lo declaró Jesús— de ayunar.
Cómo prepararse físicamente para un ayuno
Por lo general, un ayuno tiene una duración de 24 horas (basados en el día de Expiación, el único ayuno que se ordena en la Biblia), pero algunas personas deciden hacerlo un poco más corto o más largo (dependiendo de las circunstancias). De cualquier manera, prepararse físicamente antes de un ayuno puede ser de gran ayuda.
Entrevistamos a dos médicos profesionales con relación a este tema, y nos compartieron los siguientes consejos acerca de cómo una persona, con buena salud, se puede preparar físicamente para un ayuno de 24 horas.
Sugirieron que antes de un ayuno, una persona debería:
- Evitar alimentos salados. Los alimentos salados pueden hacer que el cuerpo sienta sed más rápido de lo normal.
- Hidrátese bien con antelación. Tome suficiente agua en los días previos al ayuno.
- Ingiera una comida balanceada antes de comenzar el ayuno. Una comida balanceada con carbohidratos complejos, proteína y grasa es una manera saludable de comenzar un ayuno. También puede ser útil evitar alimentos con alto contenido de azúcar que pueden provocar un pico de azúcar en la sangre y luego un rápido descenso —lo que puede ocasionar que algunas personas se sientan irritables y con más hambre de lo normal.
Naturalmente, es sabio poner en práctica estos principios todo el tiempo —especialmente ingerir comidas balanceadas y mantenerse bien hidratado— no sólo cuando se aproxima un ayuno.
Mientras estamos ayunando, es común que sintamos dolor de cabeza, mareo y fatiga. Por supuesto, se deben tener en cuenta las condiciones de salud existentes cuando la persona decide ayunar. Por ejemplo, las personas que toman medicamentos prescritos o padecen problemas de salud crónicos, deberían consultar a un médico antes de tomar la decisión de ayunar.
Pero, ¿cuál sería el siguiente paso? ¿Cuál es la manera correcta de ayunar para un cristiano? ¿Qué dicen las Escrituras acerca de cómo se debe ayunar?
Exploremos lo que la Biblia nos enseña acerca del ayuno.
Paso 1: entender el propósito del ayuno
Un ayuno cristiano no es lo mismo que empezar una huelga de hambre.
No debemos utilizar nuestra hambre para inducir a Dios a ceder ante nuestras demandas. De ninguna manera nos ganamos el favor de Dios con nuestro sufrimiento. Esta práctica, conocida como ascetismo, es infructuosa (Colosenses 2:23).
El propósito de ayunar no es protestar por lo que queremos, sino ceder a la voluntad de Dios.
Para hacer esto, necesitamos humildad y estar sin alimentos ni agua durante 24 horas nos ayuda a ser más humildes. El ayuno nos puede servir como un recordatorio rápido e incómodo de lo débiles e insuficientes que somos.
Ayunar es un ejercicio gráfico que nos ayuda a ver nuestra total dependencia de Dios para todo y nos permite percatarnos de nuestro orgullo y vanidad más fácilmente.
¿Por qué? ¿Por qué es tan importante ser humilde?
Por medio del profeta Isaías, Dios explica: “Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice el Eterno; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra” (Isaías 66:2).
En otras palabras, el gran Soberano del universo mira específicamente —presta atención— a aquellos que son humildes y toman en serio su palabra.
El rey David escribió en Salmos 35:13: “Afligí con ayuno mi alma”. Esdras dijo “Y publiqué ayuno allí junto al río Ahava, para afligirnos delante de nuestro Dios” (Esdras 8:21).
El apóstol Pedro también fue inspirado para decir, “Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes” (1 Pedro 5:5).
Ayunar, como lo indican estas escrituras, es un medio para humillarnos ante Dios y buscar su guía y dirección en nuestra vida.
Cuando abordamos nuestro ayuno con este entendimiento en mente, estamos en el camino correcto para acercarnos a Dios y hallar las respuestas que necesitamos. Si usted desea aprender más acerca de la importancia de la humildad para un cristiano, lo invitamos a leer “Humildad: por qué es importante”.
Paso 2: dedique más tiempo a la oración mientras está ayunando
Un ayuno cristiano siempre debe incluir oración. Cuando una oración sincera, de corazón, se combina con un ayuno, se obtienen resultados sorprendentes. De hecho, la Biblia registra una situación en dónde no se utilizaron los dos.
El Evangelio de Marcos nos habla de una situación durante el ministerio de Jesús, en la que un hombre y su hijo se acercan a Jesús desesperadamente buscando ayuda por un caso de posesión demoniaca. Fue una situación que sus discípulos no pudieron resolver, a pesar de que se les había dado la capacidad de hacerlo en otras ocasiones (Mateo 10:1).
Después de que Cristo expulsó el demonio, dice: “Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera?” (Marcos 9:28). Querían saber porque no lo habían logrado.
La respuesta de Jesús nos da una enseñanza: “Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno” (v. 29, énfasis añadido).
También podemos ver el ejemplo del profeta Daniel, quien buscó fervientemente una revelación de parte de Dios acerca del momento en el que a los judíos se les permitiría regresar a casa después de su cautiverio: “Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza” (Daniel 9:3).
Evidentemente, el ayuno y la oración van de la mano.
La persona se puede preguntar: “Pero, ¿qué tipo de cosas debo pedir en mis oraciones durante el ayuno?”. Realmente, la respuesta varía de acuerdo con la persona, dependiendo de las circunstancias del individuo.
De cualquier manera, orar por el perdón de nuestros pecados es una parte importante del ayuno. Lo último que un cristiano quiere durante su ayuno, o sus oraciones en general, es verse obstaculizado por algún pecado del cual no se ha arrepentido.
Veamos lo que Isaías dice acerca de los efectos del pecado en nuestra línea de comunicación con Dios: “He aquí que no se ha acortado la mano del Eterno para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isaías 59:1-2).
El ayuno nos acerca a Dios, mientras que el pecado nos aleja de Él.
Nuestras oraciones deben identificar la(s) razón(es) específicas del ayuno. Pregúntese qué lo motivó a ayunar.
Quizás necesitaba la fuerza espiritual para superar una adversidad en su vida. Quizás necesitaba sabiduría para manejar un conflicto interpersonal. Es probable que usted u otra persona necesite sanidad. De pronto usted se encuentra en una encrucijada de su vida y quiera buscar la guía de Dios.
Sea cual sea el motivo por el que usted este ayunando, dedique una parte significativa de su ayuno a buscar realmente a Dios en oración. Cuéntele todas sus necesidades, inquietudes, preocupaciones y problemas. Incluso es posible que sienta la necesidad de clamar por una respuesta, como lo han hecho tantos siervos de Dios a lo largo de la historia.
Si usted desea aprender más acerca de este tipo de oraciones, lo invitamos a leer: “¿Qué podemos aprender de la oración ferviente de Daniel?”.
Paso 3: estudie la Biblia durante su ayuno
Durante su ayuno, tenga cerca su Biblia y haga de su lectura una prioridad. Si orar es una manera de hablar con Dios, entonces estudiar las Escrituras es una forma de escucharlo.
Hebreos 1:1 dice: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo”.
Hoy en día tenemos acceso a lo que se nos ha “hablado” —las propias palabras del Dios Creador— tal y como se dio a través de Jesucristo, los profetas y los apóstoles. Esas palabras están grabadas en las páginas entre la portada y la contraportada de su Biblia.
Este impresionante hecho llevó al apóstol Pablo a decirle a Timoteo: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).
Ayunamos porque reconocemos que tenemos la necesidad de algo. Probablemente necesitemos conocimiento, fuerza o la tan esperada respuesta de parte de Dios. En cualquier caso, Pablo nos asegura que si leemos las Escrituras —no superficialmente sino con atención— podemos ser “perfectos” y estar “preparados”.
El ayuno cristiano es el reconocimiento de que nuestras verdaderas necesidades en la vida las encontramos en Dios. Por esta razón, Jesús dijo: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4).
Tenemos que alimentarnos de la Palabra de Dios. debemos estudiar la Biblia con avidez y estar dispuestos a someternos a su palabra.
Si usted desea más consejos e ideas para el estudio bíblico, lo invitamos a leer “Cómo estudiar la Biblia” y “Cómo leer la Biblia”.
Paso 4: medite en la Palabra de Dios mientras ayuna
Otro componente del ayuno cristiano es la meditación.
La meditación bíblica no consiste en sentarse con las piernas cruzadas, los ojos cerrados y dejar la mente en blanco. La meditación bíblica no es lo mismo que la meditación trascendental. Si usted quiere aprender más acerca de los peligros de este tipo de meditación, lo invitamos a leer “El movimiento de la Nueva Era”.
La meditación bíblica, usualmente se hace en privado e involucra una reflexión profunda, con propósito, acerca de un principio bíblico y su aplicación en nuestra vida.
Podemos llamar a la meditación como la fase “digestiva” que viene después de estudiar o de “alimentarse” de la Palabra de Dios (Mateo 4:4).
Así como el alimento físico se descompone y se asimila por medio del proceso de la digestión, el alimento espiritual se asimila por medio de la meditación.
Cuando la meditación se lleva a cabo correctamente, la Palabra de Dios se convierte en parte de su ser y usted empieza a encontrar las respuestas que está buscando y obtiene un conocimiento más profundo de cómo la Palabra de Dios se aplica a nuestra vida diaria.
Un buen ejemplo de esto es David. Como pastor de ovejas, con frecuencia estaba solo en las noches —sólo tenía su rebaño como compañía. Sin lugar a duda, pasó cientos de horas mirando a los cielos, pensando. No había nada que lo distrajera: no había computadores, ni televisión, ni radio, celulares ni nada por el estilo.
Era en esas largas y silenciosas horas de la noche, que David pudo meditar realmente en las cosas de Dios —su Majestad, su creación, sus caminos, sus leyes, sus palabras. Utilizó ese tiempo para pensar profundamente acerca de los grandes interrogantes de la vida (Salmos 8).
¿Y cuál es el resultado de esa meditación? Salmos 119:99 nos dice: “Más que todos mis enseñadores he entendido, Porque tus testimonios son mi meditación” (énfasis añadido).
Sin duda, las decenas de salmos que David escribió revelan la profundidad de su comprensión.
¿Qué hay de usted? ¿Desea que las palabras de Dios hagan más que simplemente pasar a través de sus oídos? ¿Quiere que su ayuno termine con un conocimiento espiritual más profundo?
Dedique tiempo para pensar profundamente en las palabras de Dios y sus leyes. La Biblia tiene las respuestas que necesitamos durante nuestro ayuno, pero con frecuencia se requiere que meditemos para descubrirlas. Busque un principio bíblico que hable de la situación que usted está enfrentando, y piense cómo puede aplicarlo a su vida.
Cuando usted haga esto, puede hallar consuelo en las palabras que Dios le dijo a Josué: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josué 1:8).
Para aprender más acerca de la meditación bíblica, lo invitamos a leer: “¿Qué es meditación?” y “¿Qué es meditación bíblica?”.
Después de un ayuno cristiano efectivo
Si ayunar no representa más que tener hambre y sentirse miserable en el pasado, seguramente no se tuvieron en cuenta estos pasos.
Cuando un ayuno cristiano se hace correctamente, es probable que sienta hambre y debilidad, pero usted puede avanzar espiritualmente satisfecho y rejuvenecido.
Cuando buscamos a Dios y su voluntad sinceramente mientras ayunamos —entendiendo el propósito de ayunar, utilizando el tiempo para orar con fervor, buscando su Palabra, su guía y meditando— nuestro ayuno va a ser espiritualmente efectivo y Dios lo va a bendecir.
Así debe ayunar un cristiano.