Fue un punto de inflexión para Europa. Hace un año, en vísperas de Año Nuevo, miles de hombres inmigrantes atacaron a muchas mujeres alemanas en el centro de Colonia, Alemania.
El impactante y sórdido evento dio comienzo a un endurecimiento en contra de los inmigrantes musulmanes al obligar a Europa a preguntarse si habría acogido a una multitud de gente que simplemente no puede asimilar.
Choque de culturas
Inicialmente, los oficiales y medios alemanes hicieron torpes esfuerzos por esconder la verdad. Pero el fiasco se convirtió en un escándalo internacional de todas formas. La consecuencia fue el descontento generalizado y cargos presentados por cientos de mujeres más.
Estos ataques han sido hasta ahora el ejemplo más desagradable y ofensivo del choque de culturas que ocurre entre las sociedades anfitrionas —libertinas pero políticamente correctas— y los hombres inmigrantes, en su mayoría solteros, que buscan refugio y prosperidad en Europa sin la influencia civilizadora de madres, hermanas o esposas.
Importando más que personas
Tras los ataques, la alcaldesa de Colonia Henriette Reker hizo un débil intento por alejar la atención de los inmigrantes publicando un código de conducta en público para las mujeres, con el cual prácticamente culpaba a las víctimas. El código sugería cosas como mantenerse “a distancia de un brazo” de los extraños y evitar los grupos de gente.
En varios países europeos, el descontento de los ciudadanos está aumentando debido al alza del crimen, incluyendo la agresión sexual, lo cual ha provocado que los grupos alemanes de defensa de los derechos de la mujer denuncien la “cultura de violación y violencia” que dicen poner en peligro a las mujeres en los centros de refugiados.
Expectativas políticas
Por otro lado, los líderes políticos europeos tampoco han enfrentado la ola de delincuencia de la mejor manera. Se ha sabido de dirigentes que ordenan a la policía pasar por alto los crímenes de inmigrantes, aparentemente para no dar la impresión de ser una sociedad “islamofóbica” y no alimentar tendencias antiinmigración. La información acerca de crímenes de inmigrantes a menudo se ha censurado escondiendo la nacionalidad de los criminales por “no ser relevante” o ir en contra de la “imparcialidad” en los noticieros.
El 24 de enero de 2016, Die Welt aseguró que el encubrimiento de información acerca de criminalidad inmigrante es un “fenómeno que ocurre en toda Alemania”. Y, según Rainer Wendt, cabecilla del Sindicato de la Policía Alemana: “Todo oficial de la policía sabe que debe cumplir ciertas expectativas políticas. Es mejor quedarse callado [acerca del crimen de inmigrantes] porque así no hay cómo equivocarse”.
Sin embargo, la Policía Criminal Federal alemana informó que los inmigrantes cometieron 142.500 crímenes sólo en los primeros seis meses de 2016. Esto equivale a 780 crímenes diarios, que es un aumento de casi 40 por ciento comparado con 2015 (Daily Mail, 1 de noviembre de 2016).
Las denuncias de agresión sexual también han aumentado en Alemania, a pesar de que, según André Schulz, cabeza de la Asociación de Policía Criminal, un 90 por ciento de los crímenes sexuales cometidos no aparecen en las estadísticas oficiales.
Crecientes represalias de la opinión pública
Como consecuencia, según una encuesta de YouGov publicada el 24 de octubre de 2016, 68 por ciento de los alemanes cree que la seguridad en su país se ha deteriorado dramáticamente en el último tiempo, y teme por su vida y pertenencias en las estaciones de trenes y subterráneos.
Estudios de la Fundación Friedrich Ebert, la cual está asociada con el Partido Social Demócrata de centro-izquierda, además han encontrado que uno de cada tres alemanes se siente como “un extraño en su propio país” debido a la “infiltración musulmana”, y casi la mitad teme que Alemania esté siendo “socavada por el Islam”.
Inmigración sin asimilación
En Francia, como en el resto de Europa, los trabajadores inmigrantes se han establecido en viviendas subsidiadas a lo largo de barrios periféricos, que gradualmente se han llegado a percibir como criaderos de radicales islámicos.
Por otro lado, muchos musulmanes europeos —que son bastante más religiosos que los europeos promedio— no se han integrado bien en sus países anfitriones. De hecho, un buen número de ellos prefiere simplemente no asimilarse y vivir en áreas donde puedan trabajar, comprar, jugar y participar en actividades sociales sin tener que hablar una sola palabra en el idioma local.
Un informe sensacionalista publicado por el gobierno antiinmigración de Hungría en 2016, asegura que a lo largo de Europa existen más de 900 zonas “prohibidas” donde la policía ha perdido el control. Generalmente, estos lugares son enclaves musulmanes que se ubican en las afueras de ciudades prósperas como París, Bruselas, Estocolmo y Berlín.
No todos ven el milagro económico
A partir de 1955, Alemania comenzó a fomentar la entrada de trabajadores inmigrantes sin experiencia (inicialmente provenientes de Turquía) que ayudaron a generar el Wirtschaftswunder, o “milagro económico”, en que el estado financiero del país se elevó a su nivel máximo. Por muchos años, mucho antes de la actual crisis migratoria, Alemania se convirtió así en el país europeo más abierto con respecto a la inmigración.
Según la Oficina Europea de Estadística, o Eurostat, entre 2005 y 2014 Alemania recibió a más de seis millones de inmigrantes, muchos provenientes de países hostiles a la cultura occidental.
El problema es que, a lo largo del mundo occidental, los empleos con bajos requerimientos y buena paga se están acabando, y los inmigrantes son los menos preparados para enfrentar el mercado laboral. Menos de un cuarto de los inmigrantes iraquíes tiene un entrenamiento vocacional completo, y el economista de Múnich Ludger Wössmann anota que dos tercios de los jóvenes sirios son “funcionalmente iletrados según los estándares internacionales”. Tino Sanandaji, de la Escuela de Comercio de Estocolmo, le dijo además al periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung que “se requiere un promedio de siete años para que un refugiado encuentre un empleo estable”.
Como consecuencia, una reciente encuesta acerca del estatus de empleo, la preparación educacional y los valores de los refugiados arrojó que sólo uno de cada ocho ha encontrado trabajo hasta ahora (Oficina Federal para las Migraciones y los Refugiados, e Institutos de Investigación de IAB y DIW).
¿Es un “islam alemán” la respuesta?
A pesar del informe publicado por Reuters donde se asegura que las mezquitas alemanas son más conservadoras que las mezquitas en Siria, el Ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble escribió un artículo de opinión haciendo un llamado al desarrollo de un “islam alemán” con “un orden libre, abierto, pluralista y tolerante que acate nuestras leyes y la neutralidad religiosa del estado” (Welt am Sonntag). “Sin lugar a dudas”, reconoció Schäuble, “el creciente número de musulmanes en nuestro país está poniendo a prueba la tolerancia de la sociedad predominante”.
No obstante, a pesar de estas crecientes y evidentes dificultades culturales, el saliente presidente alemán Joachim Gauck sorprendió a muchos al expresar su creencia de que eventualmente Alemania tendrá un presidente musulmán.
¿Cómo cambió tan rápido la cara de Europa?
En poco menos de una generación, Europa pasó de ser un exportador a ser un importador de gente; y en una generación más, probablemente se volverá irreconocible.
La señora Merkel se presentará en las elecciones nacionales de 2017 en una posición política más vulnerable que nunca, mientras que el partido populista Alternativa para Alemania —el cual defiende la incompatibilidad del Islam con la constitución alemana.
Una razón del drástico cambio es que los europeos envejecieron y dejaron de tener hijos. Actualmente, Europa del Este tiene la mayor pérdida poblacional en la historia moderna, y Alemania sobrepasó a Japón en la carrera por el menor índice de natalidad en el mundo. Según las proyecciones demográficas publicadas por Eurostat en 2013, si no fuera por el flujo de inmigrantes la población de Europa caería de 507 millones en 2015 a 399 millones en 2080. En el mismo período, los 80 millones de habitantes de Alemania se reducirían a 50 millones, mientras que España e Italia probablemente tendrán disminuciones similares.
En consecuencia, buscando remplazar a sus trabajadores y mantener su estado de bienestar social, Europa básicamente decidió tomar prestada la población mal pagada de Turquía, el Norte de África, África Subsahariana y Medio Oriente. Pero estos inmigrantes también han llevado consigo valores que difieren radicalmente de los valores europeos.
El descontento y el populismo influyen en las elecciones
La constante justificación de la canciller alemana Ángela Merkel tras su decisión de acoger a dos millones de inmigrantes más, la ha dejado cada vez más aislada de otros líderes que enfrentan los efectos del sentimiento antiinmigración y antimusulmán de los electorados. Así, la señora Merkel se presentará en las elecciones nacionales de 2017 en una posición política más vulnerable que nunca, mientras que el partido populista Alternativa para Alemania —el cual defiende la incompatibilidad del Islam con la constitución alemana— gana terreno.
Las próximas elecciones en Italia, Francia y los Países Bajos se consideran referéndums que definirán el futuro de Europa, ya que los candidatos están abordando muy seriamente la crisis migratoria. Las elecciones presidenciales en Francia, por ejemplo, al parecer serán entre François Fillon, quien ha prometido “conquistar el totalitarismo islámico”, y Marine Le Pen, líder del partido de extrema derecha Frente Nacional, quien el año pasado advirtió: “Si no se hace nada al respecto, el influjo de inmigrantes será como la invasión bárbara del siglo IV y las consecuencias serán las mismas”.
Tiempos de crisis y tensión
La paz depende de la prosperidad y, a medida que las consecuencias de las fronteras abiertas de Europa aumentan los gastos, el dolor y la inestabilidad, muchos de los ideales “políticamente correctos” de los europeos podrían desaparecer al sentir que su seguridad está en peligro.
Las profecías bíblicas han anunciado desde hace mucho que un reino del sur instigará o atacará a un reino del norte, provocando así una rápida y poderosa respuesta del “rey del norte” —una futura súperpotencia europea, descrita como la mezcla en parte fuerte y en parte débil de hierro y barro (Daniel 11:40; 2:31-45).
Los tiempos de crisis y tensión, como los que se viven actualmente en Europa debido a la crisis migratoria, presionarán a esta mezcla de hierro y barro probablemente al punto de que el público pida una mano fuerte que ponga fin a la amenaza existencial.