De la edición Julio/Agosto 2019 de la revista Discernir

Lo que necesita saber sobre la revolución sexual

Una de las grandes tendencias que le han dado forma al mundo moderno es la revolución sexual. ¿Cómo le afecta a usted y qué dice Dios al respecto? ¿Qué tenía en mente Dios cuando diseñó el sexo y cómo solucionará los problemas que la revolución sexual ha causado?

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El sexo es una parte integral del diseño de Dios para el matrimonio. Dios creó la intimidad sexual para que los seres humanos se reproduzcan y los matrimonios se unifiquen por medio del placer físico.

Propósitos divinos vs. deseos personales

Lamentablemente, la sociedad se ha alejado de estos propósitos divinos y ya nadie se avergüenza de las relaciones pre o extramaritales.

El sexo “casual”, que no requiere ninguna conexión emocional o compromiso a largo plazo, es cada vez más aceptado. Para muchos, las relaciones sexuales son simplemente una entretención o una forma de satisfacer sus deseos personales; y, si hay un embarazo indeseado, el aborto es la manera popular de lidiar con la situación.

En el mundo occidental, cualquier persona de 40 años o menos seguramente no ve nada extraño en estas cosas. De hecho, probablemente las considera normales.

Pero las personas de más edad tal vez sí recuerden una época en que se atribuía cierto estigma a la actividad sexual antes del matrimonio, las parejas sexuales múltiples y los embarazos fuera del matrimonio. En ese entonces, los actos de fornicación y adulterio existían, pero no eran celebrados o aprobados como lo son ahora.

¿Cuándo comenzó la revolución sexual?

Los sociólogos generalmente apuntan a los años sesenta y setenta como las décadas en que estos cambios en las perspectivas en torno al sexo —en conjunto conocidos como la revolución o liberación sexual— comenzaron a aparecer. De un momento a otro, los estándares de moralidad sexual que ayudaron a fortalecer la sociedad occidental en los siglos pasados fueron desafiados y destruidos. Había llegado la era del “sexo libre” y “si se siente bien, hazlo”.

Hubo muchos factores que impulsaron este movimiento. La primera píldora anticonceptiva apareció en el mercado en 1960, seguida de la legalización del aborto en Estados Unidos en 1973. Ambos hitos hicieron que el sexo fuera del matrimonio pareciera menos riesgoso. Además, también en 1973, la Corte Suprema de los Estados Unidos determinó que, por sí misma, la desnudez no hace a una publicación impresa obscena desde el punto de vista legal. La consecuencia obviamente fue un aumento de material pornográfico.

También durante esos años hubo varios estudios sicológicos que obtuvieron la atención del público, incluyendo los Informes Kinsey y la investigación de Masters y Johnson, los cuales al parecer apoyaban las ideas de Sigmund Freud, quien postuló que la represión sexual era mental y emocionalmente dañina.

Comenzaron a aparecer los clubes liberales, donde la gente podía hacer intercambios de pareja y tener sexo grupal. Los cineastas estaban produciendo películas eróticas para adultos y además introdujeron nuevos niveles de contenido sexual explícito en las películas populares. También las tiendas eróticas (o tiendas de libros para adultos) estaban haciendo su debut para distribuir todo el material pornográfico que ahora se estaba produciendo. Y así, para fines de los años setenta, la promiscuidad sexual estaba en todos lados.

La segunda fase de la revolución sexual

Hoy en día la revolución sexual sigue latente. Hoy en día la revolución sexual sigue latente. Día tras día somos bombardeados con mensajes sexualmente inmorales a través del internet, la televisión, videos, la publicidad, libros, revistas y música. Muchos de estos mensajes ridiculizan cualquier indicio de pureza. La moda es reveladora y seductora, mientras que los estudiosos afirman que el sexo recreativo, la infidelidad, la cohabitación y la pornografía son más comunes y aceptados que nunca.

Pero eso no es todo. La revolución sexual también se está expandiendo a nuevas áreas. Actualmente, se busca apoyo público para la homosexualidad y los matrimonios del mismo sexo, aprobación de estilos de vida transgénero, expansión del derecho de aborto e incluso autorización para la pedofilia.

El desarrollo en estas áreas a menudo se considera como la segunda fase de la revolución sexual.

Liberación sexual: una pieza del rompecabezas humanista

La revolución sexual no es algo que se ha dado en el aire; en realidad, es consecuencia de una ideología más amplia conocida como humanismo secular, del cual hablamos en la edición pasada de Discernir.

En pocas palabras, el humanismo secular es una perspectiva según la cual la humanidad, la ciencia y el razonamiento humano son la fuente de toda la verdad y la ética. Para los humanistas, el mundo físico es lo único que existe. No creen en Dios ni en el mundo espiritual y, por lo tanto, tampoco en la vida después de la muerte, los absolutos morales ni un poder superior al que debamos rendir cuentas. El único propósito de la vida según este movimiento es vivir en el aquí y el ahora, procurando gratificarse a uno mismo lo máximo posible.

Los objetivos de la revolución sexual se conjugan con los del humanismo secular: erradicar los códigos de conducta bíblicos para la sexualidad y el matrimonio, luchar por las llamadas “libertades reproductivas”, y popularizar el sexo extramarital, no heterosexual, así como estilos de vida alternativos.

Tanto el humanismo secular como la revolución sexual ofrecen la “libertad” de usar el sexo sin restricciones. Según ellos, esto creará armonía, felicidad y un mundo utópico. Pero no podrían estar más lejos de la verdad.

Efectos de la revolución sexual

Cerca de 60 millones de bebés han sido abortados en los Estados Unidos desde que el aborto se legalizó en 1973. Esto equivale a aproximadamente 25 por ciento de los embarazos.La realidad es que la revolución sexual ha causado un daño y sufrimiento incalculables. Muchos de los problemas de la sociedad actual se deben a que el ser humano ha creado sus propias reglas para el uso del sexo y la reproducción en lugar de obedecer a Dios.

Levítico 18 y 20 detallan algunas prácticas sexuales que Dios prohíbe, como el sexo premarital, la homosexualidad, la desnudez en público y el voyerismo. Éxodo 20:14 prohíbe el adulterio. En 1 Corintios 6:18, Pablo dice: “Huid de la fornicación” o, en otras palabras, de cualquier actividad sexual fuera del matrimonio. Y el aborto está cobijado en el mandamiento de no matar (Éxodo 20:13) y la enseñanza de Éxodo 21:22-25 sobre la necesidad de proteger incluso a los bebés no nacidos.

Si quebrantamos cualquiera de estas leyes, estamos, en efecto, dándole la espalda a Dios, y nada bueno puede salir de eso.

Víctimas y consecuencias

Los efectos dañinos de la revolución sexual están por todos lados:

  • Desde la década de los 60, la tasa de divorcios en los Estados Unidos ha aumentado hasta alcanzar el 50 por ciento de los matrimonios. Este aumento en gran parte se atribuye a que las personas tienen encuentros sexuales fuera del matrimonio y dañan su relación.
  • Al menos 40 por ciento de los adolescentes americanos son activos sexualmente, y casi medio millón de jóvenes entre 15 y 19 años quedan embarazadas cada año. Algunas de ellas dan a luz y tratan de criar a sus hijos solas, pero muchas elijen el aborto.
  • Cerca de 60 millones de bebés han sido abortados en los Estados Unidos desde que el aborto se legalizó en 1973. Esto equivale a aproximadamente 25 por ciento de los embarazos.
  • La cantidad de divorcios y el aumento de nacimientos fuera del matrimonio ha resultado en un aumento de las familias con un solo padre (generalmente liderado por las madres), las cuales se han duplicado desde los años 60. Los niños que crecen en un hogar sin padre corren mayor riesgo de desarrollar desórdenes mentales y conductuales, y terminar en la pobreza.
  • La homosexualidad y la promiscuidad en general han provocado una explosión de enfermedades de transmisión sexual. Los Centros para el control y la prevención de enfermedades en Estados Unidos estiman que cada año 20 millones de estadounidenses se infectan con alguna de estas enfermedades, las cuales pueden causar serios problemas crónicos de salud si no son tratadas.
  • Según los estudios, dos tercios de los hombres estadounidenses ven pornografía al menos una vez al mes. Esta práctica no solo es degradante para las personas que producen el material, sino que también daña a quienes lo ven. El uso habitual de pornografía puede resultar en aislamiento emocional, ansiedad, depresión y divorcio.

El resumen de todo esto es que, cuando los seres humanos usan el sexo de una forma incorrecta, casi siempre están enfocados en cumplir sus propios deseos egoístas. Y, al hacerlo, menosprecian o lastiman a otras personas. Además, hoy en día el acto sexual ha sido reducido a una mera necesidad biológica, cuando en realidad debería ser un medio para expresar profundo amor y compromiso entre esposo y esposa.

Daño extendido

La revolución sexual no sólo daña a individuos y matrimonios, sus efectos también impactan el futuro de la civilización. La permisividad sexual que vemos hoy en día está causando el colapso de la familia, que es la base de una sociedad fuerte y sana.

En The Global Sexual Revolution [La revolución sexual global], Gabriele Kuby explica cómo estos cambios culturales están afectando a la familia: “Las armas concretas de esta guerra son la deconstrucción de la sexualidad hombre-mujer, la alteración de las normas y actitudes sociales (especialmente entre los jóvenes), la completa equivalencia legal entre el matrimonio y la unión de personas del mismo sexo, e incluso el ostracismo social y la criminalización de cualquier oposición a estas nuevas ‘normas’”.

Según Kuby, este proceso ha sido impresionante, ya que se le trata con prioridad en las actividades de la ONU, los Estados Unidos y muchos otros países, a pesar de que “no contribuye en nada a resolver los grandes problemas de nuestro tiempo. ¡Por el contrario! Este histórico cambio demográfico hará más que sólo arruinar la estructura social… Destruye las condiciones que dieron paso a la alta cultura europea —un modelo de éxito para el mundo entero” (2015, p. 8).

Un país que no vela por la santidad de la sexualidad humana no sobrevivirá. Los pecados sexuales debilitan y destruyen a personas, familias y naciones enteras. La historia está llena de imperios caídos que ignoraron las instrucciones de Dios sobre el sexo, el matrimonio y la familia. En pocas palabras, cuando nos involucramos en prácticas sexuales ilícitas, las consecuencias son funestas.

Cuando la gente es promiscua, sufre de enfermedades, malas relaciones, etcétera; y no sólo eso: Dios definitivamente no bendecirá a una nación que se burla de lo que Él ha diseñado para el sexo, el género y el matrimonio.

Pero, aunque no tiene sentido desobedecer a Dios, la verdad es que la inmoralidad solo empeorará en los próximos años. Apocalipsis 9:21 y 2 Timoteo 3:2-4 revelan que el hedonismo y la promiscuidad sexual serán tendencias prevalentes antes del regreso de Jesucristo.

En el entretanto, nuestra tarea es esforzarnos por salir del mundo y vivir en pureza. Si lo hacemos, podemos disfrutar los beneficios de vivir el camino de Dios ahora.

Sin duda es lamentable ver el daño que la “liberación” sexual está causando. Pero podemos mantener una perspectiva positiva sabiendo que Cristo regresará para establecer su maravilloso Reino. Sólo entonces el mundo experimentará verdadera armonía y felicidad.

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