Las filosofías de Freud transformaron al mundo. ¿Cuál ha sido el efecto de sus ideas en la sociedad? Estos son seis aspectos de sus postulados, analizados a la luz de las Escrituras.
Este mes se cumplen 80 años desde la muerte del psiquiatra austriaco Sigmund Freud (1856-1939), a quien muchos consideran uno de los pensadores más influyentes de la historia. Incluso la revista Time lo ha descrito como una de las figuras más importantes del siglo XX.
Freud publicó cientos de libros, artículos y ensayos acerca de sus ideas en cuanto a la psiquis, la sexualidad, la sociedad y la religión. Muchos de sus libros son best sellers hasta el día de hoy.
La influencia de Freud
¿Por qué Freud se considera un personaje tan importante? No es por sus contribuciones científicas. De hecho, con el tiempo, muchas de sus teorías y metodologías psicológicas han sido desacreditadas, desmentidas o incluso ridiculizadas por profesionales de la salud mental.
Más bien, cuando nos referimos a la influencia de Freud en la cultura occidental, casi siempre tiene que ver con sus ideas filosóficas. Freud ayudó a abrir las puertas de cambios sociales que continúan hasta hoy.
“Las teorías de Freud han tenido una influencia incomparable en el pensamiento moderno”, escribe Robert Downs en Books That Changed the World [Libros que cambiaron el mundo]. “Freud formuló ideas y términos que se han vuelto parte de nuestra vida diaria. Prácticamente todos los campos del conocimiento —la literatura, el arte, la religión, la antropología, la educación, el derecho, la sociología, la criminalística, la historia, la biografía y otros campos de estudio de la sociedad y el individuo— han sentido el efecto de sus ideas” (p. 303).
Si bien la mayoría de las teorías freudianas no pueden ser comprobadas, son justo lo que la humanidad quería escuchar. El freudianismo encaja perfecto con el pensamiento secular de muchos personajes influyentes en el mundo occidental.
Freud era ateo y se oponía abiertamente a Dios y la Biblia. En su libro El porvenir de una ilusión (1927), describe la religión como “un sistema de ilusiones ansiosas” y “la neurosis obsesiva universal de la humanidad”. Pero, por otro lado, no tenía problemas con el misticismo.
Las enseñanzas de Freud han socavado la importancia de la Biblia y la moral, y han puesto en duda a nuestro Creador.
De pronto, los deseos incorrectos, los defectos y los pecados (que deberían verse como problemas por cambiar) se volvieron aceptables. Y, desde esa lamentable perspectiva, la psicología de Freud sin duda ha tenido un gran impacto en el mundo moderno —pero no ha sido bueno.
Superficialmente, algunas ideas freudianas pueden parecer inofensivas o razonables. Pero necesitamos entender las ramificaciones de estas enseñanzas, lo que significan y cómo se presentan para evitar que nos engañen.
A continuación analizaremos seis de las mayores mentiras promulgadas por Freud, todas ellas antibíblicas y parte de la ideología del mundo moderno.
1. “No puedo evitar ser como soy”.
Antes de que Freud entrara en escena, los científicos entendían que existe una mente consciente, donde se encuentran nuestros pensamientos y emociones presentes, y un subconsciente, la parte de nuestra consciencia que no percibimos activamente, pero que podemos evocar en nuestra memoria.
Freud propuso la existencia de una tercera región: el inconsciente. Su teoría es que ahí se albergan y reprimen los pensamientos irracionales y perturbadores (generalmente impulsos sexuales y violentos prohibidos, o recuerdos de experiencias traumáticas de la niñez).
Según Freud, nadie puede controlar lo que hay en su inconsciente o siquiera saber qué contiene, pero es ésa la región de la mente que determina nuestro comportamiento e incluso controla a nuestra mente consciente.
Estos eran conceptos radicales para su tiempo, e incluso hoy en día los profesionales de la salud mental no han llegado a un acuerdo general sobre la existencia del inconsciente, ya que no puede comprobarse científicamente. Sin embargo, la idea parece haber cautivado a la población general.
Muchas personas creen que su inconsciente es la razón por la que dicen cosas sin pensar, toman malas decisiones o se involucran con personas de personalidades opuestas. Cuando menos, el inconsciente se ha convertido en una excusa fácil para el comportamiento. Algunos piensan que, como no están “en control” de sus acciones, no es necesario tratar de superar sus problemas personales.
Sin embargo, la Biblia en ninguna parte habla de la existencia de una mente inconsciente y, por el contrario, nos dice que Dios nos ha dado libre albedrío —mentes e intelecto racionales para decidir cómo vivir nuestra vida. Deuteronomio 30:19 nos invita a “escoger la vida”, y versículos como Filipenses 4:8 y 2 Corintios 10:5 nos animan a controlar nuestros pensamientos. En otras palabras, cada uno de nosotros puede y debe controlar lo que piensa, dice y hace.
2. “No soy el problema; soy una víctima”.
La idea freudiana de que no estamos en control de nuestro comportamiento conduce a la próxima falacia: que no somos responsables de nuestras acciones, sino víctimas.
La idea freudiana de que no estamos en control de nuestro comportamiento conduce a la próxima falacia: que no somos responsables de nuestras acciones, sino víctimas. El siguiente paso es culpar a quien sea (o lo que sea) que consideremos responsable.
Muy a menudo esta falsa culpa recae en los padres. “El común denominador de casi toda orientación y terapia psicológica es la suposición freudiana de que los problemas inter e intrapersonales se deben a experiencias de la niñez, especialmente en las relaciones con padre y madre”, explica E. Fuller Torrey, M.D., en Freudian Fraud: The Malignant Effect of Freud’s Theory on American Thought and Culture [El fraude freudiano: el dañino efecto de la teoría de Freud en el pensamiento y la cultura americanos].
Aunque factores como la crianza, el ambiente y la genética sin duda pueden influirnos, cada uno de nosotros debe responsabilizarse de sus errores, asumirlos y admitir que se equivocó. La psicología freudiana dice que eso conduce a la culpa, que es insatisfactoria e improductiva. Pero la Biblia nos enseña que admitir nuestros errores conduce al arrepentimiento y el perdón (1 Juan 1:9) —algo que todos necesitamos.
3. “Descargar el enojo es saludable”.
Freud postuló que reprimir el enojo produce una acumulación de presión que eventualmente resulta en explosiones de ira. Su consejo era dejar salir las emociones negativas antes de que eso ocurra. Esto, según Freud, reduce la presión, disminuye los niveles de ansiedad y hace a las personas menos agresivas.
Freud fue el primero en usar esta práctica como terapia psicológica. Él la llamaba “catarsis”, pero también se conoce como “descargarse”. Algunos terapeutas todavía utilizan esta práctica, pero la mayoría de las personas lo hace por su cuenta cuando se molesta por algo. La idea es quejarse, gritar o regañar a alguien —cuando la verdad es que orar por la situación o hablar con calma al respecto serían mejores opciones.
Contrario a la idea de Freud, descargarnos no resuelve nada. Generalmente, cuando decimos cosas estando enojados, terminamos arrepintiéndonos después.
Proverbios 12:18 compara las palabras impulsivas con los dolorosos cortes de una espada. Y, si las descargas se vuelven un hábito, pueden incluso dañar nuestro carácter. Versículos como Proverbios 29:11 contradicen cualquier argumento que afirme que descargarse tenga sentido: “El necio da rienda suelta a toda su ira, mas el sabio al fin la sosiega”.
Expresar emociones negativas tal vez parezca terapéutico desde el punto de vista humano, pero se opone a las enseñanzas de la Biblia.
4. “La culpa siempre es destructiva”.
Cuando quebrantamos una ley humana o de Dios, sentirnos culpables puede ser algo bueno. Pablo dice que “la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento” (2 Corintios 7:10). El remordimiento puede ayudarnos a identificar nuestros errores y motivarnos a corregirlos.
Freud, sin embargo, decía que siempre debemos evitar los sentimientos de culpa. Su enfoque era preservar el “yo” y deshacerse de los malos sentimientos, postulando que la culpa podía producir desórdenes mentales (ansiedad, depresión, baja autoestima, agresión, etcétera). En El malestar en la cultura, incluso describió la culpa como “el problema más importante en el desarrollo de la civilización”.
Esto no significa que toda la culpa sea constructiva. La culpa excesiva puede llenarnos de desesperación y dejarnos sin energía. Pero la idea de Freud era que cualquier clase de remordimiento es dañino.
Sus “remedios” incluían quitarles las etiquetas “pecaminosas” a las infracciones (relativizar la moral), culpar a la biología (tomar la postura de que la humanidad está diseñada para comportarse como lo hace) y justificar los malos comportamientos con excusas.
Esto es exactamente lo que la humanidad quiere escuchar: que puede seguir pecando sin tener que sentirse mal por ello.
5. “La gente debería poder satisfacer sus deseos sexuales de la forma que desee”.
Freud veía la represión sexual como un gran peso sobre la humanidad. Postuló que las personas reprimen sus impulsos sexuales para adaptarse a los estándares morales y sociales de su entorno. Pero estos impulsos son empujados al inconsciente, donde generan conflictos con la consciencia, que también se alberga en el inconsciente. Esto genera sentimientos de culpa y, más tarde, problemas psicológicos.
Sin duda, la mayor mentira que Freud impulsó fue que la humanidad no necesita a Dios.
Freud insistía en que los deseos sexuales deberían liberarse y satisfacerse de cualquier forma deseada, incluyendo el sexo premarital, la infidelidad, la pedofilia, la actividad homosexual y la pornografía. Aseguraba que eliminar las restricciones sexuales mejoraría la salud emocional de las personas y reduciría los problemas sociales.
Sin embargo, la Biblia sólo permite una manera de satisfacer los deseos sexuales: dentro de la unión matrimonial. Cualquier deseo que se salga de eso debe ser reprimido.
En 1 Tesalonicenses 4:3-4 Pablo nos dice: “[apártense] de la inmoralidad sexual; que cada uno aprenda a controlar su propio cuerpo” (Nueva Versión Internacional). El autocontrol no es una carga, sino una fortaleza vital del carácter que necesitamos ejercer en todo aspecto de nuestra vida.
6. “Dios no es la respuesta”.
Sin duda, la mayor mentira que Freud impulsó fue que la humanidad no necesita a Dios. De hecho, postulaba que Dios no es más que una “proyección psicológica” con el fin de proteger a la gente de realidades y problemas con los que no pueden lidiar solos. Su teoría era que una “sociedad verdaderamente civilizada” es posible sólo si la humanidad se “libera” de su creencia en Dios.
Freud veía la ciencia como la respuesta a todos los problemas de la humanidad. Decía que la religión debía ser destruida para que la ciencia prosperara; que el arte, la filosofía y la religión eran los tres poderes que podían tomar el lugar de la ciencia, pero “Sólo la religión debe tomarse en serio como enemiga” (Conferencias de introducción al psicoanálisis).
Lo irónico es que, si bien Freud dedicó mucho tiempo al estudio de las neurosis, sus teorías estaban destinadas al error. El tema de su trabajo era de índole espiritual. Controlar los deseos personales, comprender la mente, las relaciones interpersonales, lidiar con defectos personales, etcétera, son todas cosas que requieren de entendimiento espiritual. Pero el trabajo de Freud no podía ser exitoso porque rechazó a la fuente de todo el conocimiento espiritual, Dios.
Las ideas de Freud son de carácter humanista —están basadas en una corriente de pensamiento centrada en el hombre y no en Dios. Nadie puede tener un entendimiento correcto de la psiquis humana si nuestro Creador no es parte del proceso de razonamiento (Proverbios 9:10).
Como Karl Marx, Charles Darwin y otros “pensadores” influyentes, Freud no creía que Dios fuera la respuesta a los problemas de la humanidad. Pero en realidad, Dios es la única respuesta.