Un día un joven rico se acercó a Jesucristo y le preguntó: “¿Maestro bueno, ¿Qué haré para tener la vida eterna? Jesucristo le contestó: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”.

El joven le preguntó ¿Cuáles? A esto, Jesús le mencionó algunos de los 10 mandamientos para que supiera de cual ley estaba hablando y le dijo: “No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No darás falso testimonio. Honrarás a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 19:16-19).

Es importante ver aquí que la respuesta que Jesucristo dio para poder recibir la vida eterna, tiene que ver con la observancia de los Diez Mandamientos. 

Nuestra obediencia a Dios comienza cuando reconocemos el Decálogo como la pauta permanente de nuestro comportamiento diario.  Es la forma en que le mostramos a Dios que lo amamos.

Tristemente, le aseguro que tan pocos como una en cada 100 personas pueden decirle cuáles son los mandamientos, mucho menos escribirlos o recitarlos en orden. ¿Conoce usted cuáles son?

Si realmente amamos a Dios, haremos un esfuerzo en conocerlos y observarlos. Recordemos lo que Jesucristo nos dice en el evangelio de Juan:

“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, aquél es el que me ama; y el que me ama, será amado de mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él” (Juan 14:21).

El amor hacia Dios comienza con la obediencia a sus mandamientos y éstos no han sido abolidos— ninguno de ellos, —no ni siquiera una jota ni una tilde de la ley ha sido abolida.

¿No le parece que todos deberíamos conocer bien cuáles son los Diez Mandamientos y vivir conforme a ellas? Después de todo, --según las mismas palabras de Jesucristo, nuestra vida eterna depende de ello.

Si desea conocer más acerca de los 10 mandamientos, no deje de visitar nuestra página de internet bajo la sección “Biblia” donde encontrará mucho más acerca de los mandamientos y otros temas relacionados con la ley de Dios. Así también usted estará en el camino correcto para llegar a recibir—la vida eterna.

Para Vida, Esperanza y Verdad, soy Lauro Roybal.