Vida, Esperanza y Verdad

¿Es el activismo político la solución al declive espiritual?

¿Cómo debería un cristiano abordar la decadencia moral y otros problemas que plagan a nuestras naciones? ¿Es la militancia política la forma de resolver estos problemas? ¿Hay otra manera?

Muchos estarían de acuerdo en que las naciones del mundo, particularmente las occidentales, están cayendo, cada vez más, en una bancarrota moral. Cada vez son más los que se identifican como cristianos y creen que los problemas sociales deben tratarse políticamente.

La idea es que los cristianos que se involucren activamente en la política para defender los valores cristianos pueden revertir el declive moral, ya sea postulándose para cargos políticos o apoyando a partidos o candidatos que hagan de la moral cristiana, parte de su plataforma. Estos cristianos políticamente activos a menudo ven al otro lado como su enemigo, es decir, fuerzas del mal que deben ser derrotadas políticamente.

Sin embargo, parece que las naciones modernas continúan en una espiral moral descendente, a pesar de que en algunos países muchas personas religiosas bien intencionadas, ocupan cargos políticos. ¿Debería este fracaso simplemente motivar a las personas religiosas a involucrarse aún más en la política?

Los cristianos deben buscar en la Palabra de Dios una guía sobre cómo interactuar con el mundo que los rodea. La Biblia, ¿acaso se muestra a favor de que los cristianos se involucren en la política para luchar contra la crisis moral que ven a su alrededor?

¿Debería un cristiano participar en la política?

Durante las últimas horas de Jesús, fue llevado ante Pilato para responder a las falsas acusaciones que los líderes judíos le hicieron. Si alguna vez hubo una buena razón para luchar, ¿no habría sido para evitar que el “Señor de gloria” (1 Corintios 2:8) fuera entregado a los despiadados romanos?

En cambio, Jesús le dijo a Pilato que sus siervos no pelearían porque su "reino no es de este mundo" (Juan 18:36). Esta es una notable declaración, considerando quién era Él y cuán malvado podía ser el Imperio Romano. En lugar de resistir una cultura malvada, Jesús enseñó lo contrario. Él instruyó a sus seguidores a “no resistir al malvado” (Mateo 5:39; compare Romanos 12:17-19; 1 Tesalonicenses 5:15; 1 Pedro 3:9).

La batalla cristiana no es física, es espiritual.Pero, ¿por qué deberían los cristianos abstenerse de luchar contra lo que es malo, y a favor de lo que es correcto, en nuestro mundo? Porque la batalla cristiana no es física, es espiritual. No debería sorprendernos que nuestras naciones se estén deslizando hacia una inmoralidad cada vez mayor. La Biblia nos dice que "el mundo entero está bajo el maligno" (1 Juan 5:19) y que Satanás es ahora "el dios de este siglo" (2 Corintios 4:4) y "el príncipe de este mundo" (Juan 16:11).

Si consideramos este mundo y su cultura como un campo de batalla, entonces nosotros no estamos a la altura del poder que Satanás ejerce actualmente sobre este mundo. Ninguna cantidad de compromiso político salvará a este mundo del deslizamiento moral impulsado por Satanás.

En cambio, se nos dice que peleemos batallas espirituales con armas espirituales (Efesios 6:11-18). Para obtener más información, lea nuestro artículo "Tomad toda la armadura de Dios".

¿Deberían los cristianos luchar contra el gobierno establecido? Si es así, ¿cómo?

La historia de los gobiernos ha demostrado que los líderes humanos generalmente buscan su propio interés sobre el bien de la gente (1 Samuel 8:11-17). Jesús dijo que el enfoque natural del gobierno gentil es "enseñorearse" de sus súbditos (Mateo 20:25).

(Aunque ésta es una verdad general, no estamos diciendo que todos los líderes políticos gobiernen de esta manera. Hay algunos que han tratado genuinamente de gobernar por el bien de su pueblo. Pero a lo largo de la historia, esos líderes han sido la excepción, no la regla).

Dado que muchos gobiernos son inmorales y abusivos, ¿significa eso que los cristianos deberían resistirlos activamente por cualquier medio posible, incluso en lo político?

La Biblia enseña que los cristianos deben someterse a las autoridades, porque Dios les permite gobernar en este momento (Romanos 13:1, 5-7).

El apóstol Pablo escribió que “quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos” (Romanos 13:2). La única vez que un cristiano está exento de obedecer a la autoridad civil es cuando se le pide que haga algo que contradice a la ley de Dios (Hechos 5:29).

Pero, ¿nos proporciona la Biblia alguna manera en que podemos resistir a los gobiernos y culturas moralmente corruptos?

¡Sí lo hace!

Veamos lo que el apóstol Pedro escribió: “Por causa del Señor, someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien. Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos” (1 Pedro 2:13-15, énfasis añadido).

La forma en que un cristiano debe resistir al mal en nuestro mundo se resume en esas tres palabras: "hacer el bien". En otras palabras, ¡con nuestro ejemplo!

Debemos dar un buen ejemplo de cómo debería ser el mundo, por la forma en que vivimos nuestras vidas. Debemos dar un buen ejemplo de cómo debería ser el mundo, por la forma en que vivimos nuestras vidas. No podemos obligar a la gente a vivir correctamente o cambiar a nuestro gobierno para imponer la buena moral. Pero podemos reflejar la bondad y la moralidad por la forma en que vivimos nuestra vida diaria.

Esta fue una de las enseñanzas esenciales de Jesucristo. Él dijo: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16).

Una de las formas en que damos un buen ejemplo es siendo respetuosos con todas las personas, incluidas las autoridades gobernantes y las personas con las que no estamos de acuerdo (1 Pedro 2:17).

Estas son declaraciones notables, considerando que Jesús, Pedro y Pablo vivieron bajo el Imperio Romano, en una época en que estaba dominado por gobernantes despóticos, que esclavizaban a miles de personas, que perfeccionaron la tortura y cobraban impuestos onerosos.

Los verdaderos cristianos entienden que todos los gobiernos humanos serán desplazados con el regreso de Jesucristo. Él viene a instalar un gobierno nuevo sobre la tierra (Isaías 9:6-7). Ese es el momento en que los gobiernos realmente cambiarán. Pero mientras tanto, se espera que los cristianos vivan bajo gobiernos humanos y muestren con su ejemplo un modelo de justicia.

Un problema con el corazón

En los últimos años, en Estados Unidos, se han dado batallas políticas y legales acerca de la exhibición de los Diez Mandamientos en una plaza pública. Aunque apoyamos firmemente la importancia de los Diez Mandamientos, la pregunta que debe hacerse es: exhibir públicamente los Diez Mandamientos, ¿realmente cambiará a las personas y su cultura?

Hay una gran diferencia entre simplemente exhibir las leyes de Dios en un monumento y ser transformado espiritualmente por las leyes de Dios.

Consideremos al antiguo Israel. Durante muchos años, los israelitas estuvieron en posesión de las tablas de los Diez Mandamientos, escritas por el dedo de Dios (Éxodo 31:18; 34:1; Deuteronomio 9:10; 10:1-2). Sin embargo, estar en posesión de esas tablas no hizo más moral a las personas. Los antiguos israelitas cayeron en un profundo declive espiritual y finalmente fueron enviados al cautiverio bajo la mano de sus enemigos.

Entonces, ¿cuál fue el problema?

El problema estaba en sus corazones.

Dios describió sus corazones “como diamante, para no oír la ley ni las palabras que el Eterno de los ejércitos enviaba” (Zacarías 7:12). La palabra hebrea para "diamante" hace referencia a una piedra muy dura. Dios estaba diciendo que sus corazones eran tan duros que no podían ser impactados espiritualmente por la ley de Dios. Eran hostiles y rebeldes a la ley de Dios (Romanos 8:7).

Mientras un pueblo sea rebelde y de corazón duro hacia los caminos de Dios, ningún despliegue de los Diez Mandamientos, o cualquier otro intento de promover la moralidad, los cambiará.

Entonces, ¿cuál es la solución?

La solución es un “trasplante” de corazón (Ezequiel 11:19-20). El corazón de piedra tiene que irse y ser reemplazado por un corazón nuevo. El mundo necesita un corazón de carne que sea sensible a la ley de Dios y pueda ser moldeado por ella. Esto sólo puede ocurrir cuando alguien se arrepiente y recibe el Espíritu Santo de Dios.

Lo que nuestro mundo necesita es ser “transformados por medio de la renovación de vuestro entendimiento” (Romanos 12:2). Esto comienza con la búsqueda de un arrepentimiento genuino. Para obtener más información sobre este tema crucial, lea nuestro artículo “¿Qué es el arrepentimiento?".

La Biblia nos dice que vendrá el tiempo en que Jesucristo regresará a esta Tierra y escribirá las leyes de Dios en los corazones humanos (Hebreos 10:16). Su regreso es la única solución a la degeneración moral de nuestras sociedades hoy.

¿De qué lado está usted?

Sin embargo, los cristianos podemos sentirnos atraídos a elegir un bando o a votar por un candidato político. Después de todo, si un lado promueve estilos de vida que Dios considera pecaminosos, entonces aquellos que se oponen a ellos deben ser los buenos, ¿verdad?

Así es como funcionan naturalmente nuestras mentes: "El enemigo de mi enemigo es mi amigo".

Pero este pensamiento tiene algunos defectos fatales.

Ninguna ideología política en ninguna nación está alineada con Dios y su Palabra.La realidad es que ninguna ideología política en ninguna nación está alineada con Dios y su Palabra. Aunque algunas partes pueden abogar por ciertos aspectos de la moral bíblica, no apoyan a todos. La verdad es que todas las ideologías políticas que intentan apelar a los valores religiosos escogen y eligen solamente los principios bíblicos que les convienen. Por ejemplo, un partido político o candidato puede oponerse al aborto, pero no toma una posición contra el pecado sexual que causa el embarazo fuera del matrimonio.

Los cristianos no pueden involucrarse en la militancia política y al mismo tiempo permanecer fieles a la Palabra de Dios. La política de nuestro mundo siempre obligará al cristiano a elegir el "menor de dos males". Pero en ninguna parte de la Biblia encontramos a Dios instándonos a tomar decisiones de esta manera. Los cristianos deben enfocarse en vivir de “toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). Esta es la única manera de cómo los cristianos pueden combatir el declive espiritual que ven a su alrededor.

¿Un tercer lado?

El panorama político de nuestro mundo generalmente coloca a la gente en uno de dos campos: los que quieren cambios o los conservadores. De esta manera todo en la vida se ve como un “nosotros contra ellos”.

Pero Jesucristo enseñó una forma de pensar completamente diferente cuando se trata de los problemas políticos de este mundo.

Durante su ministerio, Jesucristo se enfrentó a uno de los temas políticos más candentes de su época: los impuestos. (Curiosamente, sigue siendo un tema conflictivo casi 2000 años después). Algunos en la Judea del siglo I pensaban que los judíos simplemente debían cumplir con los impuestos romanos, mientras que otros pensaban que debían resistir, creyendo que estaba mal que el pueblo escogido de Dios pagara impuestos a un imperio malvado.

Aquí es precisamente donde la mente de los fariseos quisieron resistir al gobierno: "¿Es lícito dar tributo a César, o no? (Mateo 22:17). Parecía haber sólo dos lados. Si Jesús decía que pagara a César, entonces los fariseos pondrían a muchos judíos en su contra, diciendo que Jesus era un colaborador romano y enemigo de la nación judía. Si decía que no pagara impuestos a Roma, podrían informar a los romanos que era un fanático que estaba dirigiendo a la gente contra Roma.

Jesús no mordió el anzuelo. Se negó a alinearse con cualquier lado.

Simplemente les preguntó de quién era la imagen en la moneda. Cuando respondieron que era César, Él dijo: “Dad, pues, al César lo que es del César, ya Dios lo que es de Dios” (versículo 21).

La respuesta de Jesús no fue ni a favor de Roma ni en contra de Roma. No fue ni a favor ni en contra de los impuestos. No fue ni a favor de la colaboración ni a favor de la resistencia.

En cambio, Jesús separó completamente las cosas que pertenecen al hombre y las cosas que pertenecen a Dios. No se insertó en el debate político bidimensional.

Nuestro Señor trascendió al enseñar la perspectiva de Dios. Cuando se trata de los debates políticos entre nosotros y ellos, los cristianos pueden y deben hacer lo mismo.

Estar del lado de Dios

Cuando Josué llevó a los israelitas a la tierra prometida, vio a un hombre de pie con una espada en la mano. Josué preguntó: "¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?" (Josué 5:13). En otras palabras, ¿de qué lado están?

En lugar de elegir un bando, el hombre dijo: “Él respondió: no; mas como Príncipe del ejército del Eterno he venido ahora” (versículo 14). El ser que le dijo estas palabras a Josué fue, muy probablemente, el que más tarde vendría a la Tierra como Jesucristo. Para aprender más acerca de la identidad de Jesús en el Antiguo Testamento, lea “¿Jesús en el Antiguo Testamento?".

Jesús se negó a alinearse con alguno de los dos bandos, en cambio Él trascendió por completo esta forma humana de ver el mundo.

La lección continua para hoy es que los cristianos no deberían buscar parcialidades humanas. En cambio, deberían trascender la política humana y las disputas de este mundo y alinearse con la perspectiva de Dios.

La Biblia nos exhorta a no enredarnos “en los negocios de la vida” (2 Timoteo 2:4), sino a orar por nuestros líderes para que podamos vivir “quieta y reposadamente” (1 Timoteo 2:2).

A medida que continuamos presenciando cómo nuestro mundo se separa cada vez más de Dios y nuestras sociedades se vuelven más divididas, es mejor permanecer firmemente atrincherados del lado de Dios y no alineados con cualquier ideología política o personalidad de este mundo.

Los cristianos serían sabios si mejor siguen el ejemplo de su Salvador de trascender la política de este mundo. En lugar de quedar atrapados en el nosotros contra ellos de este mundo, los cristianos deben poner su enfoque y energía en modelar, proclamar y buscar el Reino de Dios primeramente.

El Reino de Dios —no cualquier ideología política, sea la que sea— es la única solución a los problemas de este mundo.

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Acerca del autor

Isaac Khalil

Isaac Khalil

Isaac Khalil está casado con su encantadora esposa, Natasha, y es padre de un recién nacido, Eli. Le encanta pasar tiempo con su familia y amigos haciendo varias cosas como ver películas, jugar ajedrez, jugar juegos de mesa y salir. Le gusta estudiar temas bíblicos y discutir la Biblia con sus amigos. También es un adicto a las noticias y está constantemente leyendo y compartiendo noticias relacionadas con la profecía bíblica.

Isaac se graduó con honores en ingeniería informática en la Universidad Tecnológica de Sydney. Cuando no está pasando tiempo con su familia, es un ingeniero de software para Boss Portal, una empresa de la cual es co-fundador y que se especializa en software para el manejo de cables submarinos (cables submarinos de telecomunicaciones que conectan naciones).

Es hijo de padres egipcios y sudaneses y creció como cristiano copto en Sydney, Australia. Dios abrió los ojos de Isaac al sábado según la Biblia y a los días santos cuando Isaac tenía 31 años, y posteriormente se convirtió en miembro de la Iglesia de Dios. Isaac es un apasionado de la verdad de Dios y asiste a la congregación de la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial, en Auckland, Nueva Zelanda.

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