Vida, Esperanza y Verdad

La lucha contra las obras de la carne: disensiones

En la duodécima publicación de esta serie acerca de las obras de la carne, veremos varias estrategias que podemos usar para combatir las disensiones en nuestra vida.

Revuelta. Sedición. Desunión. División.

Todas estas palabras están asociadas con la palabra griega dichostasia (y sus derivados), que se traduce como “disensiones” en Gálatas 5:20. Las disensiones son una parte muy real y desagradable de nuestra sociedad moderna. Se manifiestan de diferentes maneras: disensiones en contra la autoridad, en contra los valores sociales y en contra de otras personas.

De hecho, todas las disensiones humanas tienen su raíz en la peor disensión de todas: la separación entre Dios y la humanidad. La meta de Dios es llevar a la humanidad a una relación con Él y a la unidad entre cada uno de ellos (Levítico 26:12; Salmos 133:1).

Desafortunadamente, la disensión ha existido desde antes de la humanidad. Comenzó cuando Lucero disintió de la autoridad de Dios y lideró a un tercio de los ángeles en su rebelión contra el gobierno de Dios. Satanás ha estado influenciando a la humanidad para que siga ese mismo espíritu durante 6,000 años desde que influenció a Adán y Eva para que disintieran del gobierno de Dios en el Jardín del Edén.

Mentiras acerca de las disensiones

Mentira No. 1: La disensión es necesaria cuando estamos siendo oprimidos. Usted no debe hacer o pensar algo sólo porque alguien le dice que lo haga.

Esta mentira es muy retorcida porque mezcla sutilmente la verdad con el error. Dios no quiere ver a nadie oprimido, tampoco aprueba la obediencia ciega sin “probarlo todo” (1 Tesalonicenses 5:21). Pero con demasiada frecuencia este razonamiento se aplica a Dios y a sus leyes. La gente siente que las restricciones que Dios pone a la conducta humana son represivas, por lo tanto, disienten.

Cuando vemos que el orgullo y el descontento nos tientan a calumniar a los líderes o empleadores, debemos reconocer el problema y alejarnos.Pero ¿realmente Dios está oprimiendo a la gente cuando les ordena, por ejemplo, que no maten? ¿O no engañar a su cónyuge? ¿O mostrar amor y bondad a los demás?

El principio bíblico es que las autoridades civiles se deben respetar (Romanos 13:1-7). Cuando respetamos la autoridad puesta sobre nosotros, respetamos a Dios (porque Él permite que esas autoridades gobiernen). Algunas personas llevan ese principio a extremos irracionales para tratar de refutar el punto: “¿Quiere decir que tengo que respetar a ISIS sabiendo que decapitan a la gente?” Debemos obedecer y respetar cualquier autoridad que Dios haya puesto sobre nosotros, siempre y cuando esa autoridad no nos obligue a transigir con la ley de Dios (Hechos 5:29).

Mentira No. 2: Disentir es algo bueno. ¡Es lo que hace grandes a los países democráticos!

Cuando fue la última vez que usted escuchó a alguien decir: “Me encanta la política partidista. Es tan animador que los líderes no puedan dejar a un lado las diferencias y trabajar juntos por el bien de su país”. Por ejemplo, el sistema bipartidista en Estados Unidos se ha dividido tanto que no disentir sería algo fuera de lo común. La retórica irrespetuosa que se habla en la radio y en la televisión sólo sirve para enardecer emocionalmente el ya bien polarizado sistema político. Aunque la democracia es una de las mejores formas de gobierno que el hombre ha concebido, todavía es dirigido por seres humanos, y por lo tanto es defectuosa.

La disensión es una fuerza divisoria egoísta que no busca la resolución ni la reconciliación.

Estrategias para combatir la disensión

1. Revise sus opiniones y actitudes con respecto a la autoridad para ver si están de acuerdo con Dios.

La Biblia enseña “Sométase toda persona a las autoridades superiores” (Romanos 13:1). ¿Somos respetuosos y obedientes con las autoridades legítimas que están sobre nosotros? Podemos decir que , y luego ir a burlarnos y a criticar nuestros líderes nacionales en Facebook. ¿Le gusta a Dios que les digamos “idiotas” a los líderes que nos gobiernan? ¿Ayuda a unificar cuando destruimos e insultamos en secreto los principios de una organización o grupo al que pertenecemos? ¿Nos burlamos y criticamos a nuestros amigos a sus espaldas?

Todas éstas son preguntas importantes que, después de un examen honesto y según Dios, pueden provocar respuestas con bastante humildad. Si nuestras actitudes y opiniones acerca de la autoridad involucran una sumisión humilde acompañada de un discernimiento justo para asegurarnos de que Dios lo aprueba, las cosas van por buen camino. Si involucran hablar mal y sembrar discordia, las cosas parecen ser como una de las obras de la carne llamada disensión.

2. La disensión es contagiosa, así que mantenga la humildad y aléjese.

Lucero pensó que era el ser más inteligente del momento —y de hecho del universo entero. Extendió su disensión con rebeldía a un tercio de los ángeles (Apocalipsis 12:4, 7), y ellos lo siguieron en un intento por tomar el trono de Dios. Es fácil quedar atrapado en un torbellino de sublevación y sedición cuando nuestro orgullo está involucrado. La disensión es menos probable cuando nuestra vida está basada en la humildad.

Las verdaderas preocupaciones acerca de las situaciones no deben implicar orgullo, ataques personales o chismes. Cuando vemos que el orgullo y el descontento nos tientan a calumniar a los líderes o empleadores, debemos reconocer el problema y alejarnos.

3. Aprenda a aborrecer la disensión.

Varios versículos de la Biblia nos instruyen a que aborrezcamos el mal —por ejemplo, el Salmo 97:10 y Proverbios 8:13. La disensión produce maldad. Desde la rebelión de Lucero, que lo llevó a convertirse en el padre de la mentira y el asesinato, hasta el rechazo de la ley y la sabiduría de Dios por parte de la humanidad, el mundo ha sufrido en gran manera debido a esta obra de la carne. La disensión destruye el orden y amenaza con sumir al mundo en el caos. Oremos para que pronto llegue el día en el que Jesucristo va a reemplazar al disidente original (Apocalipsis 20:1-3).

Para obtener más información acerca de los temas tratados en este blog, lea:

Ésta es la duodécima de una serie de diecisiete partes: “La lucha contra las obras de la carne”. Para leer la parte 11, vea “Contiendas”. Para continuar la serie, vea la parte 13 “Herejías”.

Acerca del autor

Eddie Foster

Eddie Foster

Eddie Foster nació en Ohio, y después de vivir en varias partes del noreste de los Estados Unidos, una vez más vive en Ohio, probablemente de manera definitiva esta vez. Vive en el área de Dayton con su esposa, Shannon, y su hija, Isabella. Ellos asisten a la congregación de la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial de Cincinnati/Dayton.

Eddie es graduado en ciencias de la educación infantil de la primera y segunda infancia del Bluefield State College (West Virginia) y una maestría en patología del habla y el lenguaje de la Universidad de Cincinnati. Trabaja en escuelas públicas, atendiendo a estudiantes de primaria y secundaria con impedimentos de habla y lenguaje y tambien a niños con otras discapacidades.

También le gusta escribir, especialmente sobre temas que ayudan a la gente a luchar y ganar la batalla contra los pecados, que él cree son la causa principal de la miseria. Es un apasionado en compartir los métodos de “cómo hacerlo” y los conocimientos que ha aprendido mientras pelea sus propias batallas para vencer el pecado y aprender del Dios de amor y sabiduría.

En su tiempo libre, disfruta viendo películas épicas de ciencia ficción. También le gusta el debate respetuoso de diferentes ideas, el jazz y el ritmo y los blues de los 70´s, escribir poesía y tratar de llevar alegría a la gente a través de la risa.

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