Vida, Esperanza y Verdad

¡La pobreza puede terminar!

¿Cuál es la solución al dilema planteado por la pobreza? Aunque con demasiada frecuencia se ha pasado por alto, existe un plan que puede resolver el problema de atender y eliminar la indigencia y la pobreza. Descubra ese programa en su propia Biblia. ¡Ese plan será implementado muy pronto!

La pobreza siempre es escandalosa. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, hubo en el mundo 2.800 millones de personas pobres en 2018, quienes viven con menos de dos dólares al día. ¡Esto es un poco menos de la mitad de la población mundial!

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe de la ONU (Cepal) afirmó que "la proporción de personas en situación de pobreza extrema continúa creciendo… aún más desde el 2015". La cantidad de personas consideradas pobres en América Latina alcanzaría a más de 200 millones, y según la Cepal, en Latino América hay 62 millones de personas que viven en condiciones paupérrimas, es decir, en pobreza extrema.

Pero éste no es un problema únicamente latinoamericano. La situación en el continente africano es desesperante, centenares de millones de seres humanos como usted y como yo pasan hambre, desolación y penurias. La miseria alcanza incluso a sectores de las grandes urbes desarrolladas y los “sin techo” son una realidad patente también en los países más poderosos.

La Biblia es un libro de actualidad… ¡y de soluciones!

Los programas gubernamentales de inclusión para pobres y necesitados de este mundo, basados en varias formas de tributación y redistribución, no han resuelto el problema. Los programas de gobierno no siempre se aplican de manera justa. Generan ineficiencia burocrática y son incapaces de eliminar la corrupción y las trampas.

Los programas gubernamentales de inclusión para pobres y necesitados de este mundo, basados ​​en varias formas de tributación y redistribución, no han resuelto el problema. Los programas de gobierno no siempre se aplican de manera justa. Generan ineficiencia burocrática y son incapaces de eliminar la corrupción y las trampas. Los fondos financieros siempre resultan insuficientes. Están diseñados para aliviar temporalmente, no para dar soluciones verdaderas y estructurales.

Quizás estos programas sean lo mejor que el hombre puede hacer, pero los pobres a quienes se les da ayuda tienden a seguir siendo pobres. Por otro lado, todos esperan más y más ayuda. Los impuestos vuelven a aumentar, la prosperidad escasea y se termina en un círculo vicioso que lleva al quebranto.

¿Existe alguna solución definitiva? Por supuesto que sí. La solución ha estado registrada durante miles de años, ¡pero ninguna nación la ha implementado! Nunca antes se necesitó con más urgencia el plan de Dios para ayudar a los pobres. Está en la Biblia, dado en detalle, pero se considera anticuado y arcaico. Sin embargo, en realidad es completamente funcional, y se implementará pronto a nivel global. Entonces, el actual sistema económico será declarado inservible, arcaico e inviable.

La revelación de la Biblia

El Dios Todopoderoso reveló una vez su plan económico y social a toda una nación: el antiguo Israel. Les prometió a los israelitas que, si seguían su plan, llegaría un momento en que no habría “en medio de ti mendigo; porque el Eterno te bendecirá con abundancia…” (Deuteronomio 15:4). Ésta era una promesa condicional. En el versículo siguiente aparece la cláusula “si” en el contrato. Leamos: “si escuchares fielmente la voz del Eterno tu Dios, para guardar y cumplir todos estos mandamientos que yo te ordeno hoy” (versículo 5). Los israelitas de la antigüedad no lograron implementar adecuada y consistentemente el programa económico de Dios. Por lo tanto, su siervo Moisés predijo, como se relata en el versículo 11: "...no faltarán menesterosos en medio de la tierra". Más tarde Jesucristo repitió lo mismo (Mateo 26:11).

¿Es sólo responsabilidad del Estado?

Muchas veces, para el Estado, los pobres sólo son una ficha o un número en una planilla Excel, pero éste no tiene la total responsabilidad de sacar a los pobres de la pobreza.

Cada persona tiene cierta responsabilidad de ayudar también. Dice la instrucción: “cuando tu hermano [que vive en tu área] empobreciere… tú lo ampararás…” (Levítico 25:35). Observe, la comunidad tiene una responsabilidad y los familiares también. Todos debemos ayudar a los verdaderamente necesitados. En el sistema económico de Dios no habrá jubilaciones privadas ni estatales. El “Estado”, los familiares y la comunidad se encargarán de ayudar al necesitado para que no le falte nada vital.

El sistema económico bíblico promueve la participación de “autoridades”, de parientes, vecinos y eventualmente empleadores para resolver la necesidad de alguien que pueda caer en pobreza por razones válidas.

Sin embargo, a todos se debe garantizar la posibilidad del auto sustento: “Cuando segareis la mies de vuestra tierra, no segaréis hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu siega; para el pobre… la dejarás” (Levítico 23:22). Observe que los pobres debían trabajar en recoger su sustento. No se les entrega el alimento por nada. Deben ir y cosecharlo. Pero tenga en cuenta lo siguiente: los campos no deben ser impenetrables. El acceso al terreno, después de la cosecha estará permitido para recoger los productos que a propósito deberán dejar los dueños de la cosecha.

El sistema económico bíblico promueve la participación de “autoridades”, de parientes, vecinos y eventualmente empleadores para resolver la necesidad de alguien que pueda caer en pobreza por razones válidas.

Además, por mandamiento divino, en la antigua Israel cada tercer y sexto año (en un ciclo de siete) un diezmo especial debía ser recogido para lo pobres. Su propósito era proveer de sustento al “extranjero [el inmigrante pobre], el huérfano y la viuda [los menesterosos]...” (Deuteronomio 14:28-29; 26:12-15). En la Iglesia de Dios, que patrocina este portal de internet, hay abundantes testimonios de cómo el Eterno bendice a quienes observan este mandamiento hoy en día.

El problema de la pereza

Lo último que necesitan las personas que caen en la pobreza es ser abandonadas a su suerte (vea Proverbios 19:4,7). En lugar de eso, ellos necesitan una mano solidaria para volver a ponerse de pie, o para levantarse por primera vez, para convertirse en miembros autosuficientes de la comunidad. Esta ayuda puede incluir instrucción personal para que los errores cometidos en el pasado, que causaron la pobreza, puedan evitarse en el futuro. La Biblia llama “bienaventurado” a quienes hacen así. Y tienen grandes bendiciones por hacer esto (vea Salmos 41:1)

Lamentablemente algunos son pobres simplemente debido a la pereza y, en tal caso, no estamos obligados a ayudar si éste es el caso. Estos desconocen la bendición del trabajo. Probablemente nunca vieron a sus padres ni abuelos realmente esforzarse. Podrían trabajar, podrían mejorar su calidad de vida, pero prefieren vivir de la dádiva de otros. Esto no es correcto ni se permitirá en el sistema del gobierno de Dios. El cuarto mandamiento ordena: “Seis días trabajarás” (Éxodo 20:9).

Desobedecer la ley de Dios sólo trae maldiciones: “Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” (2 Tesalonicenses 3:10).

¿Qué hacer en este tiempo?   

No se deje vencer por la pobreza. Busque mejorar su contacto y relación con Dios, y ponga en práctica, a medida que su entendimiento aumenta, los mandamientos de Dios en su vida. Hemos preparado un folleto para usted: ¡Cambie su vida! Descárguelo sin costo alguno en este portal.

Pero también dispóngase a trabajar duro en lo que Dios provea (Proverbios 10:4). Si no consigue empleo, ocupe seis días de la semana en buscarlo, esa es su tarea. No busque excusas (Proverbios 26:13-15).

Si tiene trabajo en una relación de dependencia, sea el mejor empleado. Su jefe lo verá y le dará más responsabilidad con mayor salario. Estudiar una carrera universitaria puede llevarle seis o siete años. Al mismo tiempo usted puede aprender los secretos de un oficio para poder tener trabajos mejor remunerados. No deje de leer el artículo de la Revista Discernir titulado “Seis principios bíblicos acerca de las finanzas personales.

El extraordinario futuro

Cuando venga el Reino de Dios todos los principios divinos serán implementados a cabalidad. Demostrarán éxito rotundo y mostrarán la necedad de los hombres al haber rechazado durante 6.000 años los mandamientos del Creador. La felicidad, abundancia y paz no tendrán comparación con el resto de la historia de la humanidad.

Estas mismas buenas noticias fueron proclamadas por la Iglesia de Dios en el primer siglo. Por este mismo mensaje, los verdaderos cristianos fueron perseguidos, esparcidos y casi exterminados. El mensaje trastornará al mundo nuevamente. Las autoridades del primer siglo se dieron cuenta que eran ideas revolucionarias. Pero la Iglesia no murió, y en este siglo 21 sigue proclamando el mismo mensaje: el evangelio del Reino de Dios que pronto, al regreso del Mesías, será establecido en esta Tierra. Usted está leyendo ese mensaje en VidaEsperanzayVerdad.org, en la revista Discernir y en toda nuestra literatura. Quiera el Eterno darle entendimiento.

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Acerca del autor

Daniel Campos

Daniel Campos

Daniel Campos nació en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina. De adolescente fue un apasionado lector de la publicación predecesora de la actual revista Discernir. Está casado con Norma Navarrete que es bibliotecaria escolar, oriunda de Bahía Blanca, Argentina.

Actualmente se desempeña como diácono y junto a su esposa viven en Buenos Aires, tienen cuatro hijos y pertenecen a la congregación local de la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial de esa ciudad.

Daniel se dedicó a la docencia por más de 30 años, siendo maestro de primaria y profesor de Historia y Geografía en enseñanza media y en colegios de adultos para estudios superiores. Ahora está jubilado de la docencia y disfruta más tiempo para dedicarse a lo que lo apasiona.

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