Una batalla épica se ha estado librando entre Dios y un poderoso espíritu demoniaco. ¿Cómo empezó y terminará la batalla de Dios vs. Satanás?
En el principio, Dios creó los cielos y la tierra. Aunque sólo podemos vislumbrar el mundo anterior al hombre, las Escrituras nos dicen que en esta época Lucero, uno de los ángeles de alto rango que servían ante el trono de Dios, convenció a una tercera parte de los ángeles de seguirlo a Él en su rebelión contra Dios (Isaías 14:12-15; Ezequiel 28:13-16; Apocalipsis 12:7-9).
Aparentemente, debido a esta gran batalla, la hermosa tierra que Dios había creado (Isaías 45:18) vino a estar “desordenada y vacía” (Génesis 1:2). Debido a la rebelión de Lucero, su nombre fue cambiado a Satanás, que significa “adversario”. Sus seguidores, ángeles caídos, vinieron a ser conocidos como demonios.
Después de remodelar la tierra para que pudiera albergar la vida humana, Dios creó al primer hombre, Adán. Eva, la primera mujer, fue creada un poco después. Además de ponerlos en el Jardín de Edén, donde ellos podían vivir y multiplicarse, Dios les dio instrucciones respecto al camino de vida que conduciría a la felicidad y vida eterna.
Pero a esta pareja le fue dado también el poder escoger si ellos obedecerían a su Creador o escogerían su propio camino. Dios les dio a Adán y Eva la primera oportunidad de gobernar cuando Él puso todas las cosas bajo los pies del hombre, dándole dominio sobre las obras de la mano de Dios (Salmo 8:4-8).
Satanás ataca a la humanidad
Mientras tanto Satanás había sido deportado a la tierra; sólo en pocas ocasiones se le permitía aparecer ante el trono de Dios (Job 1:6). No obstante, Satanás y sus demonios no estaban dispuestos a someterse en su pelea contra Dios. Satanás el diablo trajo pronto la batalla al Jardín de Edén.
Satanás convenció al primer hombre y su esposa para que desacataran las instrucciones y mandamientos de Dios. Ellos aceptaron la mentira de que el hombre puede escoger por sí mismo lo que es correcto y lo que es erróneo, lo que es bueno y lo que es malo. Como resultado de esta trágica decisión, el pecado entró en el mundo y la muerte entró por el pecado. El hombre se separó a sí mismo de la guía, dirección y bendiciones de Dios.
Desde la perspectiva de la humanidad, esto empezó la batalla de la luz frente a la oscuridad, lo correcto frente a lo erróneo, lo malo frente a lo bueno. Se formaron los bandos. Se desarrollaron los campos y las filosofías.
El resultado es que nosotros ahora vivimos en un mundo donde enfrentamos un conflicto de valores que gira en torno a la pregunta de qué es pecado y quién está a cargo en esta tierra. Hasta que la humanidad se someta voluntariamente a la eterna ley de Dios, Él siempre luchará en la batalla de los siglos contra la filosofía de Satanás de que los humanos pueden decidir por sí mismos lo que es bueno y lo que es malo.
Hablando de la confusión que ha traído esta forma de pensar , Isaías 5:20 dice, “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz!” La humanidad ha perdido la habilidad de pensar y razonar sensatamente. El hombre ha perdido de vista el camino a la paz y felicidad. La subsiguiente historia de la humanidad es un registro de la lucha en la batalla de los siglos. ¿Cuál es el engaño de los siglos? ¿Y cómo nos afecta en la actualidad? Consideremos cómo Satanás engañó al primer hombre y mujer.
Un engaño mortal
Poco después de haberlos creado, Dios instruyó a Adán y Eva para que confiaran en Él para el conocimiento del bien y del mal (Génesis 2:15-17). Satanás vino y representó a Dios como un mentiroso y opresor (Génesis 3:4-5). Eva fue engañada (2 Corintios 11:3), y Adán comió voluntariamente del árbol prohibido (1 Timoteo 2:14). Satanás convenció a la humanidad de que él debía y podía decidir por sí mismo el bien y el mal.
Este es el gran engaño. El engañador y sus agentes trajeron la oscuridad y la opresión disfrazadas como luz y libertad. Como resultado de la elección de Adán, la humanidad fue separada de Dios—la única fuente verdadera de luz y libertad.
¡Qué gran engaño! El autor de la oscuridad y muerte posó como un ángel de luz y vendió la más mortífera pócima de todas las épocas. Dios dijo, “el día que de él comieres, ciertamente morirás”. Satanás, en efecto, dijo, “Dios sabe que eso no es cierto—Él les ha estado mintiendo a ustedes”. A través de los siglos, Satanás y sus agentes han diseñado varios sistemas para disfrazar la misma propuesta antigua de muerte.
Dios frente a Satanás: la profecía de mayor duración
Como resultado del pecado de Adán, Dios trató con cada uno de los participantes en el engaño de Edén. En Génesis 3:15 vemos la profecía bíblica de mayor antigüedad y de mayor duración. Dios le dijo a la serpiente, Satanás el diablo, “Pondré enemistad entre si y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya [Cristo]”.
La raya de la batalla por miles de años—hasta el regreso de Jesucristo y la remoción del diablo—había sido trazada. Habría enemistad u hostilidad entre la mujer, representando a la verdadera Iglesia con los siervos de Dios, y los del mundo de Satanás. De esa manera empezó la división entre los que escogen la luz y verdad y los que escogen la oscuridad y las mentiras.
Dios continuó diciéndole a Satanás, “Ésta [Cristo] te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar [de Cristo]”, refiriéndose al hecho de que Satanás orquestaría el odio de los líderes judíos para que Cristo fuese crucificado. Como Cristo le dijo a estos líderes, “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer” (Juan 8:44). Esta batalla—Dios frente a Satanás—se ha estado librando por más de 6.000 años. Se nos dice en 2 Corintios 4:4 que Satanás es el “dios de este siglo”. En el propósito soberano de Dios, a Satanás se le ha permitido ejercitar una gran medida de autoridad y poder a lo largo de esta era.
Aunque el hombre es un ser con libre albedrío y es responsable de sus actos, el mal abarca algo más que los seres humanos. La fuente del mal es un ser poderoso que ha cegado las mentes de los incrédulos.
Una de las principales manifestaciones de la influencia satánica y del mal de esta era es el engaño religioso. Este engaño religioso es la ceguera con referencia a las leyes del venidero Reino de Dios. Es evidente en muchos pasajes bíblicos que el Reino de Dios no pertenece a este siglo—porque Satanás es en verdad el dios de este siglo.
Esperanza para este mundo
Pero Dios no se ha ido al cielo y dejado al mundo bajo el control completo de este ser espiritual llamado Satanás el diablo. Dios no ha sido removido de su trono. Una verdad eterna es que “el Eterno estableció en los cielos su trono, y su reino domina sobre todos” (Salmo 103:19). Dios es todavía el rey de los siglos. Simplemente debemos entender que la plenitud del Reino de Dios no vendrá hasta que la presente era mala llegue a su fin
También necesitamos entender que el Reino de Dios no es sólo futuro. El Reino de Dios mediante Jesucristo y la verdadera Iglesia ya existe en la tierra, la cual es en gran parte el reino de Satanás. El autor del libro de Hebreos habla de las personas fieles que vivieron durante el tiempo de la Iglesia del Nuevo Testamento refiriéndose a ellos como aquellos que “gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero” (Hebreos 6:5).
Así pues, los poderes del mundo venidero han penetrado este siglo. La derrota de Satanás por Dios y el establecimiento de su Reino no están únicamente en el futuro. Dios ya ha actuado en su poder real para quebrantar el poder de Satanás. Este presente mundo malo—el dominio de Satanás—ha sido agrietado por Dios.
El reino de Satanás condenado a ruina
Las Escrituras dejan en claro que la influencia malvada de Satanás sobre la humanidad está destinada a terminar. Hablando de Cristo, Hebreos 2:14-15 dice: “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre”. La palabra destruir en este pasaje significa arruinar, poner fuera de acción o rendir inoperante.
La muerte, sepultura y resurrección de Cristo han garantizado ya la destrucción de la fortaleza de Satanás. Éste ha sufrido una derrota ya que su actividad—su poder en alguna forma real—fue y es restringida hacia el pueblo de Dios. Como Apocalipsis 12:11 dice respecto a los cristianos fieles, “Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos”.
El ministerio de Cristo fue también una invasión del reino de Satanás. Cristo vino “predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mateo 4:23). Cristo predicó el Reino de Dios y luego demostró su poder. Él le dijo a las personas de su época que el echar fuera los demonios era claramente la obra del Reino de Dios (Mateo 12:24-29).
El poder del Reino ya está sobre la tierra
Parte del evangelio—las buenas noticias—del Reino de Dios que Jesús trajo incluyó el hecho de que el poder y la autoridad del Reino de Dios habían venido a la tierra y que dicho reino actúa en y en medio de la humanidad.
Juan el Bautista y Jesucristo empezaron a proclamar la realidad de que el poder del Reino de Dios estaba y ya está obrando en esta tierra. El reino ya se ha acercado y la oportunidad a través del Espíritu de Dios de ser una parte de ese Reino se está ofreciendo a aquellos a quienes Dios llama (Juan 6:44). Este llamado de Dios incluye instrucción sobre cómo vivir. Este llamado es de relevancia y urgencia inmediatas.
Los judíos del primer siglo estaban esperando que Dios les enviara un líder que derrocaría el dominio romano. Pero la esperanza de este líder no se materializó. El estado judío no fue restaurado, el templo fue destruido, y el pueblo judío fue esparcido.
Pero Jesús no se había equivocado en su predicción. La plenitud de su Reino simplemente no había llegado.
Aunque el Reino de Dios no es todavía una realidad en la tierra, Jesús instruyó a los miembros de la Iglesia, la cual es el cuerpo espiritual de personas que representa ese Reino, a predicar este mensaje al mundo. Las enseñanzas de Jesús, incluyendo muchas parábolas del Reino, explican que a pesar de que el Reino no ha reemplazado todavía “los reinos de este mundo” (Ap. 11:15), las semillas de este gobierno futuro han sido plantadas y están creciendo.
Lo que debemos hacer
Para entrar en el Reino de Dios y ser parte de la familia eterna de Dios, tenemos que arrepentirnos de nuestros pecados, ser bautizados y empezar a vivir por las leyes del Reino. Nosotros tenemos que escoger estar del lado de Dios en esta gran batalla de Dios frente a Satanás. Cuando tomamos esta decisión y empezamos a vivir como Dios dice, Dios nos rescata de la “potestad de las tinieblas” y nos considera ser parte del “reino de su amado Hijo” (Colosenses 1:13).
También se nos instruye a orar porque venga el Reino de Dios (Mateo 6:9-10). Conforme experimentamos los aspectos limitados del Reino de Dios ahora, nos sentimos más seguros de que el futuro Reino será una completa realidad. Cuando esto ocurra, los santos fieles ayudarán a Cristo a enseñar a aquellos que nunca han conocido la verdad de Dios.
Después de que todo humano haya tenido la oportunidad de oír la verdad de Dios y escoger si responderá a ella o no, la gran batalla de Dios frente a Satanás llegará finalmente a su fin. Dios está destinado a ganar. Asegúrese de estar de su lado.