Las ocho parábolas acerca del Reino de Mateo 13 nos dan una fascinante visión acerca de lo que “el reino de los cielos es semejante”. Profundicemos en este pasaje.
A lo largo de los relatos de los Evangelios se encuentran varias parábolas que Jesús utilizó para enseñar acerca del Reino de Dios. Muchas de estas parábolas comienzan con una frase bien conocida, “el reino de Dios es semejante a” o “el reino de los cielos es semejante a”.
Un capítulo en particular, Mateo 13, sobresale porque contiene ocho parábolas acerca del Reino de Dios, más que cualquier otro capítulo en los Evangelios.
Hoy en día muchas personas piensan que las parábolas son verdades fáciles de entender presentadas a través de historias de la vida diaria. ¡Pero eso no fue lo que Jesucristo dijo!
Cuando los discípulos le preguntaron por qué hablaba en parábolas, Jesús les respondió: “Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado” (v. 11).
¡Jesús dijo que la mayoría de las personas no iban a entender el significado espiritual de las parábolas!
Para tener un entendimiento más profundo acerca de lo que pasa en este capítulo, tenemos que detenernos y analizar la estructura del capítulo. También tenemos que verlo en el contexto dentro del Evangelio de Mateo.
Mateo 13: estructura de espejo
Las parábolas de Mateo 13 no están organizadas al azar, están dentro de una estructura con un propósito. Mateo utiliza una figura poética hebrea común, denominada quiasmos por los eruditos modernos, para llamar la atención acerca de cómo enseñaba Jesús.
El Diccionario de Merriam-Webster define esta figura literaria como “una relación invertida entre… frases paralelas”.
¿Qué significa eso? Piense en una imagen en un espejo. Las cuatro primeras parábolas de Jesús están dirigidas a las personas en general. Las últimas cuatro están dirigidas a sus discípulos. El segundo grupo de cuatro parábolas están reflejadas en las primeras cuatro.
Como muestra la ilustración adjunta, hay otros elementos que están emparejados en la estructura poética.
Lo primero son un par de preguntas. Inmediatamente después de la parábola del sembrador, los discípulos le preguntaron a Jesús por qué enseñaba con parábolas (v. 10). Justo antes del final de la última parábola, la parábola de los tesoros nuevos y viejos (v. 52), Jesús les preguntó a sus discípulos si entendían sus enseñanzas (v. 51).
El último par de elementos se encuentran en el centro, el punto focal de este tipo de estructuras. Mateo explica: “sin parábolas no les hablaba” a las personas (v. 34). Después de despedir a la multitud, Jesús empezó a instruir a sus discípulos en privado (v. 36).
Mateo organizó este capítulo para recalcar la diferencia entre la forma como Jesús les enseñaba a las multitudes y la forma como les enseñaba a sus discípulos.
Contexto: una creciente hostilidad
Para poder entender el significado de estas parábolas y su estructura de espejo, tenemos que analizar el contexto.
Antes del capítulo 13, Mateo ilustra la creciente hostilidad entre las autoridades religiosas contra Jesús. El capítulo 12 describe confrontaciones con Jesús porque sus discípulos habían arrancado unas espigas durante el sábado (vv. 1-8) y también porque Jesús sanó a un hombre que tenía la mano seca (vv. 9-14).
Incluso los fariseos acusaron a Jesús de expulsar demonios por medio del poder de “Beelzebú, príncipe de los demonios” (vv. 22-30).
Después de esa atroz acusación, Jesús les dijo a los fariseos que eran una “generación de víboras” (v. 34). El resto del versículo, junto con el siguiente son fundamentales para poder entender las parábolas de Mateo 13. Jesús explicó que “de la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34). Es claro que los fariseos hicieron esa acusación porque sus corazones estaban llenos de iniquidad.
Jesús dijo después: “El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas” (v. 35). ¿Qué significa esta afirmación adicional?
Jesús se estaba refiriendo al papel que desempeñaban los escribas y los fariseos como maestros. En esencia, un maestro enseña cosas buenas sólo si su corazón es correcto; ¡un maestro con el corazón lleno de maldad sólo va a enseñar cosas malas!
Jesús, el buen maestro
“Aquel día” dice Mateo comenzando el capítulo 13, Jesús “se sentó junto al mar”.
Este simple versículo contiene dos ideas importantes. La primera, cuando Jesús le enseñó a las multitudes y a sus discípulos acerca del Reino de los cielos lo hizo el mismo día en el que los fariseos lo habían confrontado. Debía tener muy presente esas confrontaciones en su mente.
Segunda, Mateo dice que Jesús “se sentó”, llamando la atención acerca de la postura de Jesús. ¿Por qué?
Los educadores del primer siglo, a diferencia de los modernos, generalmente se sentaban. Jesús se sentó para enseñar, razón por la cual “se le juntó mucha gente” (v. 2).
Desde el principio del capítulo 13, Mateo quiere que sus lectores vean a Jesús en su rol de maestro. Jesús, por supuesto, es el buen maestro, enseñando “del buen tesoro” de su corazón.
La parábola final del capítulo, la parábola de los tesoros nuevos y viejos lleva de vuelta a los lectores a ese mismo concepto, describiendo un escriba, o un maestro, cuyos tesoros (enseñanzas) son buenos.
Las parábolas del “reino de los cielos es semejante a...”
Cada parábola de Mateo 13 nos ofrece una perspectiva del reino. La parábola del sembrador no utiliza la expresión “el reino de los cielos es semejante”, pero las siete restantes sí. La mayoría de las parábolas son cortas, que claramente nos dan puntos específicos para que entendamos.
Afortunadamente, Jesús explicó las dos parábolas más largas y complejas, la parábola del sembrador y la parábola del trigo y la cizaña.
Afortunadamente, Jesús explicó las dos parábolas más largas y complejas, la parábola del sembrador y la parábola del trigo y la cizaña. La primera es acerca de quiénes pueden entender la palabra (el mensaje del Reino de Dios), en contraste con aquellos que oyen la palabra pero no la retienen.
Concepto clave: el entendimiento
El entendimiento es un concepto clave en este capítulo. De hecho, la palabra entender aparece cinco veces, en los versículos 13, 14, 15, 19 y 23.
Las tres primeras veces se usa la palabra para citar a Isaías 6. En ese capítulo, Isaías recibe la orden de profetizarle a un pueblo que no lo va a escuchar. Jesús explicó que esta profecía continuaba aplicándose. Las dos últimas veces que aparece la palabra entender, es cuando Cristo explica la parábola del sembrador.
La parábola del sembrador
En la parábola del sembrador, Jesús habla acerca de un sembrador que sale a sembrar unas semillas y estas caen en cuatro tipos de suelo diferentes —junto al camino, en pedregales, entre espinos y en buena tierra (vv. 4-8).
Mateo relata la explicación que Jesús les dio a sus discípulos acerca de esta parábola. Él identifica la semilla como “la palabra del Reino” que Satanás arrebata de aquellos que no entienden. Éstas son las semillas que cayeron junto al camino (v. 19).
Jesús advierte acerca de una “aflicción o persecución” que crea pedregales y ponen a prueba la resistencia (v. 21). También dice que “el afán de este siglo y el engaño de las riquezas” son como espinas que “ahogan la palabra” y se hace infructuosa (v. 22).
Y anima a sus seguidores a ser de aquellos que están en buena tierra y que oyen, entienden y producen buen fruto espiritual (v. 23).
Para aprender más acerca de la parábola del sembrador y del entendimiento, lo invitamos a leer nuestro artículo “La parábola del sembrador: porque no la entienden las personas”.
La parábola del trigo y la cizaña: juicio y justicia
La parábola del trigo y la cizaña habla acerca del juicio y de la justicia, que también son parte de los conceptos claves del capítulo.
En la parábola del trigo y la cizaña, Jesús compara el tiempo que precede al Reino de Dios, con un hombre y su enemigo que siembran en el mismo campo. Esto hace que el trigo y la cizaña (semilla nociva) crezcan juntos hasta el tiempo de la siega (vv. 24-30).
De nuevo, Jesús les explica el significado de esta parábola a sus discípulos escogidos.
“El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles” (vv. 37-39).
Jesús identifica las buenas semillas como “hijos del Reino” que son “justos” (vv. 38, 43) y la cizaña como “hijos del malo” que “sirven de tropiezo” y “hacen iniquidad” (vv. 38, 41). La lección para los cristianos es de buscar la justicia de Dios y evitar el camino de iniquidad de Satanás.
La parábola de la red
La parábola de la red es similar a la parábola del trigo y la cizaña, se repiten los temas de juicio y de justicia.
“Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces; y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera. Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes” (vv. 47-50).
A la luz de las confrontaciones del capítulo anterior, la cizaña y los malos peces de estas dos parábolas nos recuerdan a los fariseos, que sacaban cosas malas de sus malos tesoros (Mateo 12:35).
Ahora leamos las cuatro parábolas cortas que están en la mitad de Mateo 13 y después miremos sus significados y como se relacionan entre sí.
La parábola de la semilla de mostaza
“El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas” (vv. 31-32).
La parábola de la levadura
“El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado” (v. 33).
La parábola del tesoro escogido
“Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo” (v. 44).
La parábola de la perla de gran precio
“También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró” (vv. 45-46).
El significado de estas cuatro parábolas cortas
Cuando dice en la tercera parábola (vv. 32-33) que “el reino de los cielos es semejante al grano de mostaza” y en la cuarta (v. 33) compara al Reino con la levadura, están refiriéndose a lo mismo. El Reino comienza pequeño.
Esto no significa que Cristo haya establecido su Reino en la Tierra en ese momento. El Reino no será establecido hasta su segunda venida. Al contrario, estas parábolas se refieren a su labor de preparación a través de la Iglesia y sus discípulos.
Recuerde que estas dos parábolas están dirigidas a las multitudes que no podían entender y que pueden haber considerado el ministerio de Jesucristo como algo insignificante.
En tanto que la multitud no entendía, ¡los discípulos si lo hacían y Jesús utilizó dos parábolas para transmitirles el gran valor que tenía el don del entendimiento que se les había dado!
La quinta parábola enseña que “el reino de los cielos es semejante a un tesoro” y le sexta dice que “es semejante a un mercader que busca buenas perlas”. Éstas son las primeras parábolas dirigidas a sus discípulos. En tanto que la multitud no entendía, ¡los discípulos si lo hacían y Jesús utilizó dos parábolas para transmitirles el gran valor que tenía el don del entendimiento que se les había dado!
Estas cuatro parábolas cortas están justo en la mitad de la estructura espejo, dos a cada lado de los enunciados, subrayando la diferencia en la forma en que Jesús le enseñaba a las multitudes y la forma en que les enseñó a sus discípulos.
“Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre”
Antes de ver la última parábola, es necesario analizar un versículo en Mateo 12. Al final del capítulo, cuando le dijeron que su madre y sus hermanos estaban afuera esperándolo para verlo, Jesús dijo que “todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre” (v. 50).
Hacer la voluntad del Padre es otra forma para decir obedecer al Padre. Este importante concepto surge al final del capítulo 12, justo antes de que Jesús se sentara a enseñar cerca al mar.
Más adelante veamos la manera en que las personas de su ciudad lo rechazaron y desestimaron porque lo conocían desde muchos años atrás. De hecho, “se escandalizaban de él” (Mateo 13:57) porque conocían a su madre, hermanos y hermanas (vv. 55-56). Estas referencias a los miembros de la familia ocurren inmediatamente antes y después de las parábolas acerca del Reino.
Debemos quitarle a esto la conexión entre obedecer a Dios y tener una relación con nuestro Hermano Mayor y nuestro Padre.
La parábola del padre de familia con los tesoros nuevos y viejos
Entonces, ¿qué sucede con la última parábola, la parábola del padre de familia con los tesoros nuevos y viejos?
Jesús dice, “Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas” (v. 52).
La estructura quiástica del capítulo conecta esta parábola con la parábola del sembrador.
Lo que es más interesante acerca de esto, es que, a diferencia del sembrador en la parábola del trigo y la cizaña, el sembrador de la primera parábola no es identificado. ¿Por qué?
Craig L. Blomberg, en su libro Interpretando las parábolas, explica que, aunque “la referencia principal es hacía Dios” las referencias secundarias “hacía Jesús y sus discípulos como sembradores de la palabra… son completamente apropiadas” (p. 227).
De la misma manera, la parábola del padre de familia y los tesoros nuevos y viejos se puede referir a Jesús como el buen maestro, pero también puede señalar el papel que le fue dado a los discípulos de Cristo y a su Iglesia.
Recuerde, esta parábola viene justo después de que Jesús les hiciera una pregunta a sus discípulos y ellos le respondieran. Cuando Él les preguntó si le entendían, ellos respondieron, “Si, Señor” (v. 51). Sólo después de esa respuesta y de la palabra de transición “por eso” Jesús relató esta parábola final.
Cómo se relacionan las parábolas del Reino entre si
Las ocho parábolas del Reino nos muestran que no todos pueden entender la palabra en este momento, ese entendimiento es un don muy preciado, que la obra de Dios empieza pequeña y que todos los pueblos van a ser juzgados. Adicionalmente, el contexto de este capítulo relaciona el corazón obediente con la habilidad de entender.
Pero esta última parábola pasa del entendimiento a la tarea. A los discípulos les fue dado el preciado don del entendimiento, pero no solo para su propio bien. Ellos recibieron este don para que tuvieran un tesoro del cual pudieran sacar para enseñarles a los demás.
Esto nos debe recordar que las bendiciones que Dios nos da vienen con la responsabilidad de prepararnos para su Reino. Aunque como individuos puede que no asumamos el papel de maestros, los verdaderos discípulos forman parte de una misión que tiene la Iglesia de “hacer discípulos a todas las naciones” y de enseñar “que guarden todas las cosas que os he mandado [Cristo]” (Mateo 28:19-20).
Esta Iglesia también predica las buenas noticias del Reino de Dios alrededor de todo el mundo (Mateo 24:14) y ora fervientemente para que ese Reino venga pronto (Mateo 6:10).
Saber cómo es el Reino de Dios debe animarnos mucho más para querer hacer parte de él y compartir estas maravillosas verdades con otros a los que Dios esta llamando. Para aprender más acerca de este tema, lo invitamos a leer nuestro folleto gratuito “El Misterio del Reino”.