Nuestro amoroso Creador es muy generoso y nos da todo lo que necesitamos para vivir en una tierra maravillosa. Él nos enseña a diezmar, un acto por medio del cual lo honramos y le damos reconocimiento.
¿Qué es diezmar? Diezmar es un término que suena anticuado, pero es de hecho la clave primordial para la estabilidad financiera y las bendiciones del Dios Todopoderoso. Definido sencillamente, es la práctica de dar a Dios la décima parte de los ingresos, para honrarlo. Diezmar está descrito en las páginas de la Biblia, en donde hay bendiciones y promesas relacionadas con esto.
La historia del diezmo
El diezmo tiene una historia variada y definida. Leemos que la primera persona que dio el diezmo fue Abraham, que en el Nuevo Testamento es llamado el padre de los creyentes.
Veamos lo que él hizo al regresar de la batalla: “Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abran los diezmos de todo” (Génesis 14:18-20).
Lecciones del ejemplo de Abraham
Veamos algunos detalles interesantes en este relato. Primero, Abraham (que en ese entonces se llamaba Abram), diezmó aún en medio de la inestabilidad y los problemas. Era un momento de gran conflicto entre las ciudades-estado del mundo antiguo. Lot, el propio sobrino de Abraham se vio involucrado en estos conflictos, y fue necesario que lo rescataran (Génesis 14:14-16). Sin embargo el hecho de que fueran épocas difíciles no hizo que dejara de diezmar.
Segundo, Abraham diezmó a un Sumo Sacerdote de Dios llamado “Melquisedec” (v. 18). En el Nuevo Testamento se habla mucho acerca de Melquisedec (Hebreos 7:1-17) y de su ministerio. Para nuestro propósito, sin embargo, debemos resaltar el hecho de que Abraham le dio el diezmo a alguien que era verdadero siervo de Dios y lo representaba. Al hacer esto, sentó un precedente para nosotros.
Ordenado y practicado
Más tarde leemos que otro de los patriarcas, Jacob, le dio el diezmo a Dios (Génesis 28:22). Después de esto, con la formación del pueblo de Israel, Dios le ordenó a su pueblo que le diera el diezmo (Levítico 27:30; Números 18:21). Este sistema fue el que hizo posible la administración de la nación, tanto en cuanto al sacerdocio como en asuntos legales.
Cuando el Antiguo Testamento estaba próximo a terminar, un profeta de Dios pronunció unas duras palabras en contra del pueblo de Dios por su reiterada falla en cuanto al diezmo.
Veamos las palabras de Dios registradas por el profeta Malaquías: “¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice el Eterno de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:8-10).
¿Robar a Dios?
¿Robar a Dios? Estas palabras son fuertes, pero resaltan el hecho de que el diezmo pertenece a Dios, aquel que nos da la fuerza y la inteligencia, la vida misma. No diezmar es robarle a nuestro Creador.
También vemos que diezmar trae bendiciones. Cuando involucramos a nuestro Creador en nuestros asuntos financieros, Él se convierte en nuestro socio y garante. Luego, Él nos bendice y asegura nuestra estabilidad económica.
El diezmo en la época del Nuevo Testamento
En el Nuevo Testamento, Jesucristo, el Salvador, subrayó la importancia del diezmo cuando afirmó: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello” (Mateo 23:23).
El apóstol Pablo siguió la misma enseñanza cuando describió la necesidad que tenía el ministerio del Nuevo Testamento, de vivir del evangelio: “¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan? Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio” (1 Corintios 9:13-14). El diezmo provee los fondos necesarios para predicar el evangelio y para el sostenimiento de los ministros del evangelio.
Entonces, ¿qué es diezmar? El diezmo es una bendición de Dios. Recordemos el desafío de Dios en Malaquías 3:10: “…probadme ahora en esto [diezmar]”. En otras palabras, compruébelo, pruébelo por medio de la experiencia. Reciba las bendiciones que vienen por diezmar. Haga de Dios su socio económico y traiga estabilidad a las finanzas de su familia.