¿Es el trabajo un mal necesario o una fuente de satisfacción y éxito? ¿Qué dice la Biblia acerca de los resultados del trabajo duro?
“¡No trabaje tan duro!”
Lo hemos escuchado muchas veces. No importa si tomamos el enunciado seriamente o no, de todas formas nos enfrentamos a diferentes decisiones todos los días laborales de nuestras vidas: ¿Voy a trabajar? ¿Voy a trabajar duro? ¿Lo voy a tomar con calma?
Como veremos, las decisiones que tomamos y las acciones que llevamos a cabo tendrán un gran impacto en nuestras vidas y en nuestro futuro.
Muchas clases de trabajo duro
Primero que todo, ¿a qué nos referimos con trabajo duro?
Cuando la gente piensa en trabajo duro, a su mente acuden diferentes imágenes. Una podría ser de alguna labor manual, sudor en la frente, callos en las manos y músculos cansados. Otra podría ser trabajar en el computador por largas horas. Otros se imaginarán de pie todo el día, sirviéndoles a los demás en lo que sea que su trabajo les dicte. Otros se imaginarán viajando para encontrarse con clientes y soportando largas reuniones.
Todos estos escenarios pueden ser ejemplos de trabajo duro. El trabajo duro no sólo es la cantidad de calorías que quemamos al hacerlo, ni cuantas horas invertimos en ello, sino cuan diligentes somos en hacer el esfuerzo necesario para cumplir el trabajo asignado. Eso definitivamente puede involucrar sudor y largas horas, pero también puede incluir aprendizaje y el trabajar de manera inteligente para que sea más eficiente.
¿Qué dice Dios acerca del trabajo?
En la mitad del cuarto mandamiento, Dios dice: “seis días trabajarás y harás toda tu obra” (Deuteronomio 5:13).
La Biblia nos muestra que Dios pretendía que nosotros trabajáramos con el fin de aprender a comprometernos y obtener satisfacción al hacerlo. El trabajo es una parte muy importante de nuestra vida. Es uno de los factores más importantes en una vida feliz y completa. Es clave para la satisfacción personal y para una seguridad económica.
Tiene que haber un equilibrio entre el trabajo, la familia, la adoración y el placer. Pero sin arduo trabajo, la vida de una persona se convierte en algo superficial y sin un equilibrio.
Dios tiene mucho que decirnos acerca del trabajo en la Biblia, nuestra actitud hacia éste y los resultados del mismo en nuestra vida. Éstos son principios eternos que se pueden aplicar a cualquier edad.
Hormigas vs. pereza
Veamos esta fantástica analogía relatada por el Rey Salomón: “Ve a la hormiga, oh perezoso, Mira sus caminos, y sé sabio; La cual no teniendo capitán, Ni gobernador, ni señor, Prepara en el verano su comida, Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de sueño, un poco de dormitar, Y cruzar por un poco las manos para reposo; Así vendrá tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como hombre armado” (Proverbios 6:6-11).
¡Aquí hay una lección para nosotros si vemos que tenemos una tendencia a la pereza! Los que trabajan arduamente son reconocidos entre los demás. Tienen muy buena reputación. ¿Podemos entrenarnos para ser diligentes y trabajar duro de manera constante? ¿De igual manera, podemos enseñar a nuestros hijos la importancia de trabajar arduamente?
Miremos lo que Salomón escribió en Proverbios 24:30-32: “Pasé junto al campo del hombre perezoso, Y junto a la viña del hombre falto de entendimiento; Y he aquí que por toda ella habían crecido los espinos, Ortigas habían ya cubierto su faz, Y su cerca de piedra estaba ya destruida. Miré, y lo puse en mi corazón; Lo vi, y tomé consejo.”
¿Si usted fuera un empleador buscando a alguien para desempeñar un importante trabajo, que candidato escogería para llevarlo a cabo? ¿La persona que tiene sus pertenencias bien cuidadas, o aquél que tiene su propiedad descuidada? La experiencia nos dice que la respuesta correcta sería el que tiene sus pertenencias bien cuidadas.
Proverbios 10:26 dice: “Como el vinagre a los dientes, y como el humo a los ojos, Así es el perezoso a los que lo envían.” Los empleadores quieren trabajadores que sean diligentes aunque (como la hormiga) estén sin supervisión.
Pagos honestos
“La mano de los diligentes señoreará; Mas la negligencia será tributaria.” Los cargos de supervisor y los trabajos con más responsabilidad (y trabajos que tienen mejor remuneración) serán asignados a aquellos que hayan sido diligentes y constantes en su trabajo.
Otro versículo confirma esto: “El alma del perezoso desea, y nada alcanza; Mas el alma de los diligentes será prosperada.” Estar bien económicamente puede ser a menudo una consecuencia directa del arduo trabajo, la constancia y la fiel diligencia. Era cierto en los tiempos de Salomón y es cierto en estos momentos.
Podemos encontrar muchas excusas para recostarnos y tomarlo con calma. Existen dificultades que se nos pueden cruzar en el camino. ¡Algunas pueden parecernos muy buenas excusas! Pero miremos lo que dice Proverbios 26:13: “Dice el perezoso: El león está en el camino; El león está en las calles.”
Salomón responde en el siguiente versículo: “Como la puerta gira sobre sus quicios, Así el perezoso se vuelve en su cama.” Algunas veces simplemente tenemos que encarar los desafíos de una forma directa, con coraje y determinación, y no amilanarnos por ello.
Algunos podrán decir: “Mi trabajo no representa mucho para mí. Simplemente no es tan importante”. Muchos tienen trabajos que son aburridos y no representan ningún reto para ellos. ¿Pero, cuál debe ser nuestra actitud? No conocemos el futuro. No sabemos que oportunidades se presenten.
Jesucristo señala un principio acerca de cómo Él nos está preparando para responsabilidades más grandes. Él dice: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto.” (Lucas 16:10). ¿Está usted listo para el momento en que la oportunidad toque a su puerta? ¿Ha demostrado ser usted un buen candidato para asumir mayores responsabilidades? Salomón dice en Eclesiastés 9:10: “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.”
Podemos aplicar estos buenos hábitos en todos los aspectos de nuestras vidas. De pronto usted está desempleado. Si es así, trabaje duro para conseguir un empleo. Cuide muy bien cualquier pertenencia que tenga. Si usted es un ama de casa, sabe de antemano que tiene mucho por hacer. Hágalo bien. Sea diligente. Enseñe estos principios a sus hijos también. La remuneración será evidente más adelante.
La bendición de poder trabajar
Jesús dijo: “Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo” (Juan 5:17). Tenemos un Dios y un Salvador que trabajan. Ellos nos dan ejemplo. Ellos nos enseñan a tener una vida feliz y completa.
Gran parte de nuestra vida la pasamos trabajando. Así es como Dios la diseñó. No lo debemos ver como algo agobiante. Es algo que debemos disfrutar como una bendición que Dios nos ha dado.
Salomón nos describe el panorama en Eclesiastés 5:18-20: “He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque esta es su parte. Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios. Porque no se acordará mucho de los días de su vida; pues Dios le llenará de alegría el corazón.”
Sembrando el éxito: el trabajo arduo sí paga
¡Nosotros cosechamos lo que sembramos! Eso también está en la Biblia (Gálatas 6:7). Todos tenemos decisiones que tomar. ¿Cómo vamos a pasar nuestras vidas? Para poder tener éxito en cualquier esfuerzo que emprendamos, es necesario invertir arduo trabajo, vigor y determinación. Pero Dios nos ha hecho de tal forma que podemos hallar placer, realización y alegría como consecuencia del trabajo.
Nuestra propia naturaleza tal vez quiera inducirnos a la desidia, pereza y a tomar atajos. ¡Pero nosotros podemos sobreponernos a nuestra naturaleza! Podemos cambiar. Podemos buscar la ayuda de Dios para que podamos vivir de acuerdo con Él. Y si perseveramos, veremos aparecer los beneficios y el gozo en nuestra vida. Nuestras familias, nuestros vecinos, y de hecho nuestras naciones se beneficiarán.
Al final, trabajar duro se justifica —¡de muchas maneras!