Para celebrar las fiestas bíblicas, debemos saber cuando ocurren. Y saber qué calendario de las fiestas fue utilizado en la Biblia.
Para poder celebrar “Las fiestas solemnes del Eterno” descritas en la Biblia (Levítico 23:2), primero debemos saber cuándo fueron celebradas en el pasado y para esto, es necesario determinar qué calendario se utiliza en la Biblia.
Un poco de historia
No muchas personas se cuestionan cuál es el calendario correcto. Pero crear un calendario con cálculos precisos ha sido un desafío a través de la historia. El calendario que se utiliza en la mayor parte del mundo actual no fue implantado sino hasta el año 1582 por el papa Gregorio XIII tras ordenar la corrección del calendario juliano, instaurado por Julio César en el año 45 a.C. Muchos países protestantes se negaron a adoptar el calendario gregoriano durante muchos siglos y, aun ahora, varias iglesias ortodoxas se rehúsan a utilizar este calendario y continúan usando el calendario juliano con 13 días de retraso en relación al gregoriano.
Tanto el calendario juliano como el gregoriano fueron calculados con base en el movimiento de sol. Por otro lado, el calendario musulmán es lunar, es decir, está basado en los ciclos de la luna. Sus meses no tienen relación con las estaciones del año y, por lo tanto, puede diferir mucho del calendario gregoriano. Es por esto que Ramadam, el mes de ayuno para los musulmanes, no coincide con ningún mes del calendario gregoriano.
En comparación a los aproximados 6.000 años de historia humana, el actual calendario gregoriano es relativamente nuevo, pues no tiene más de cuatro siglos de existencia. Evidentemente, este no era el calendario que se usaba cuando Dios dijo a Moisés: “Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año” (Éxodo 12:2).
Qué debe hacer un calendario de las fiestas
¿Podemos determinar qué calendario se usó cuando Dios reveló sus fiestas santas (Levítico 23)? La información que entrega la Biblia no es suficiente para delimitar un calendario. Sin embargo, las Escrituras se basan en un calendario específico para indicar las fechas de las fiestas santas. La Pascua debe observarse en el día 14 del primer mes, seguida por la Fiesta de Panes Sin Levadura, la cual dura una semana y comienza en el día 15 del mismo mes (la palabra hebrea para “mes” también significa “luna nueva”) (Levítico 23:5-6). Además, las fiestas están ordenadas según las estaciones del año, pues la temporada de cosecha comenzaba durante Panes Sin Levadura (Levítico 23:10).
La fecha de la siguiente Fiesta, Pentecostés, se determinaba contando siete semanas completas más un día (la palabra Pentecostés significa “el día quincuagésimo” en griego) a partir de un día específico de la Fiesta de Panes Sin Levadura.
La Fiesta de las Trompetas se celebra “En el mes séptimo, al primero del mes” (Levítico 23:24, énfasis añadido) y el día de Expiación corresponde al décimo día del séptimo mes, seguido por las últimas dos fiestas del año. La Fiesta de los Tabernáculos comienza “a los quince días de este mes séptimo” (Levítico 23:34) y una semana más tarde se celebra la última fiesta (v. 39).
Estas fiestas tienen fechas específicas, por lo cual es crucial saber en qué calendario se basan para determinar cuándo guardarlas. Además están ordenadas con respecto a las estaciones del año; las primeras fiestas coinciden con el principio y el fin de la cosecha de primavera en la Ciudad Santa y las últimas fiestas con la temporada de cosecha de otoño. Debido a esto, ningún calendario que fuera exclusivamente solar o lunar serviría para establecer las fechas de estas fiestas. Un calendario solar tiene relación con las estaciones del año pero sus meses no se determinan por los ciclos lunares como sucede en la Biblia, mientras un calendario lunar está completamente desfasado de las estaciones anuales.
El calendario hebreo
No obstante, los judíos han preservado un calendario solar-lunar cuyos meses coinciden con las estaciones del año y está calculado en base tanto al movimiento del sol como a los ciclos lunares.
“El cálculo del calendario fue transmitido a los sabios de manera continua desde el tiempo de Moisés…Según los cálculos antiguos, hay exactamente 29 días, 12 horas y 793 chalekim o ‘partes de hora’ (una hora se divide en 1080 partes) entre una luna nueva y la siguiente. En otras palabras, un mes lunar tiene 29,53059 días. Es interesante que, según la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio), el tiempo que transcurre entre dos lunas nuevas es de 29,530588 días. Si bien la NASA cuenta con los telescopios y computadoras más avanzados y sofisticados, la diferencia entre sus datos y los utilizados por Hillel II en el cálculo de duración de un mes que surgieron hace más de 3000 años es sólo de ,000002, o dos millonésimas partes de un día” (Avraham Yaakov Finkel, The Essence of the Holy Days—Insight from the Jewish Sages [La verdad sobre las Fiestas Santas—Entendimiento de los sabios judíos], 1993, p. 141).
Además de tener esta increíble precisión, la Biblia afirma que los judíos son guardianes de los oráculos de Dios, los cuales incluyen las Escrituras hebreas y el calendario. Tal como Pablo escribió, “ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios” (Romanos 3:2).
Por lo tanto, utilizamos el calendario hebreo para determinar las fechas de las fiestas bíblicas a lo largo del año.