En la noche anterior a su crucifixión, Jesús celebró la Pascua con sus discípulos de una manera diferente. ¿Cómo cambió el significado y la observancia de este día de fiesta?

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En su última Pascua, Jesús partió el pan y dijo: “Tomad, comed; esto es mi cuerpo”. Y tomando la copa dijo: “Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto” (Mateo 26:26-28, énfasis añadido).
Estas modificaciones añadieron un significado aún más especial a la Pascua y nos dieron un recordatorio anual de los beneficios que nos ofrece el Nuevo Pacto.
Ahora que nos aproximamos a las primeras fiestas anuales de Dios, que comenzarán al atardecer del 11 de abril del 2025, veamos cómo se transformó su significado.
La observancia y significado de la Pascua en el Antiguo Pacto
La institución de la Pascua está registrada en Éxodo 12. En ese momento, Dios estaba derramando diez plagas sobre Egipto, para liberar a los israelitas de su esclavitud. En relación a la última plaga, Dios dijo: “heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto” (Éxodo 12:12).
Con el fin de prepararse para esta plaga final, en cada casa de un israelita debían sacrificar un cordero macho o un cabrito, al atardecer del comienzo del día 14 (v. 6). El animal entonces debía ser asado y debían comerlo esa noche con panes sin levadura y hierbas amargas (v. 8).
Los israelitas debían pintar los dinteles y las puertas de sus hogares con la sangre de ese cabrito o del cordero, lo cual serviría como símbolo de la protección de Dios.
Como Dios lo explicó: “Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto. Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta solemne para el Eterno durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis” (vv. 13-14).
A los israelitas se les dijo que debían permanecer en sus hogares esa noche y cualquier resto de carne asada que quedara debía ser quemada a la mañana siguiente (vv. 10 y 12). Dios lo predijo: “Y aconteció que a la medianoche el Eterno hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sentaba sobre su trono hasta el primogénito del cautivo que estaba en la cárcel, y todo primogénito de los animales” (v. 29).
La observancia y explicación de la noche y ese atardecer tan importantes, debían ser enseñados a las futuras generaciones. “Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito vuestro?, vosotros responderéis: Es la víctima de la Pascua del Eterno, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas” (vv. 26-27).
Origen del nombre
De dónde sacó la Pascua su nombre es algo muy evidente. Éxodo 12:11-13 nos dice que Dios pasaría por alto las casas que tuvieran la sangre en sus puertas. Este acto de protección divina debía ser observado como un recordatorio de la noche en que Dios “pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto” (vv. 27, 29).
El historiador judío del primer siglo Flavio Josefo lo confirma: “Nosotros… llamamos este festival Pascha, que significa la fiesta de la Pascua, porque en ese día Dios pasó por alto y envió la plaga a los egipcios, y así vino la destrucción de los primogénitos de los egipcios esa noche” (Antigüedades de los Judíos, libro II, capítulo XIV, sección 6).
Importancia de la Pascua
Observar la Pascua era extremadamente importante para los antiguos israelitas. Cualquiera que no pudiera guardarla debido a que estaba impuro o en un viaje, podía celebrarla un mes después (Números 9:10-11). En ningún otro festival se presentaba esta situación.
Aún más, cualquier israelita que no celebrara la Pascua: “tal persona será cortada de entre su pueblo” (v. 13).
La Pascua del Éxodo era un evento necesario para liberarlos a ellos de la esclavitud, de tal forma que pudieran viajar al Sinaí para entrar en el pacto con Dios (el Antiguo Pacto).
La Pascua del Nuevo Pacto es necesaria para liberarnos de la esclavitud del pecado y permitirnos entrar en una relación del Nuevo Pacto con Dios.
Significado y símbolos del Nuevo Pacto
Jesús observó la Pascua con sus discípulos al comienzo del día 14 del primer mes. En esta tarde tan importante, Él instituyó nuevos símbolos con significados más profundos. Esta ocasión sentó el precedente para la Pascua cristiana.
El lavado de los pies
El servicio de la Pascua establecido por Jesucristo comienza con el lavado de pies, un símbolo de humildad. Esto no era parte del servicio de la Pascua que Dios le había dado a los antiguos israelitas en Éxodo 12.
Durante la comida, Jesús: “Se levantó de la cena… puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido” (Juan 13:4-5). Jesús luego les explicó el significado de este acto.
“Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió” (vv. 14-16).
El pan
El siguiente símbolo de la Pascua del Nuevo Testamento tiene que ver con partir y comer pan sin levadura. “Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo” (Mateo 26:26).
Si bien el pan sin levadura también había sido parte de la Pascua del Antiguo Pacto (Éxodo 12:8), bajo el Nuevo Pacto este pan quebrantado debía ser bendecido y ahora representaba el cuerpo de Cristo que fue azotado durante su crucifixión para el perdón de nuestros pecados y la sanidad de nuestras dolencias físicas (Isaías 53:5; 1 Pedro 2:24).
El cordero o el cabrito sin defecto en la Pascua del Antiguo Pacto prefiguraban a Jesús a quien Juan describió como: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29; compare con 1 Corintios 5:7).
El vino
El tercer elemento de este servicio de la nueva Pascua fue el vino que simbolizaba la sangre derramada de Jesús para el perdón de nuestros pecados y la ratificación del Nuevo Pacto.
“Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” (Mateo 26:27-28 compare con Efesios 1:7; Hebreos 9:11-12).
Comer del pan sin levadura y tomar del vino con fe en sus significados simbólicos, hará posible que se cumpla en nosotros la promesa de la vida eterna. Tal como Jesús lo dijera: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6:54).
La oportunidad para recibir la vida eterna es una de las mejores promesas ofrecidas bajo el Nuevo Pacto (Hebreos 8:6).
El servicio de Pascua establecido por Jesús concluía cuando se cantaba un himno (Mateo 26:30).
La Pascua del Nuevo Testamento es una observancia llena de sentido para miles de cristianos alrededor del mundo en la actualidad.
Si desea profundizar en este tema, lo invitamos a ver: “La Pascua: ¿qué hizo Jesús por usted?” y “Preguntas y respuestas acerca de la Pascua bíblica”.
Recuadro: Diferencias entre la Pascua y la fiesta de Panes Sin Levadura
Si bien la fiesta de Panes Sin Levadura, que se celebra durante siete días y comienza inmediatamente después de la Pascua (Éxodo 12:15-16), está conectada íntimamente con la Pascua, estas dos fiestas tienen diferentes significados.
Bajo el Antiguo Pacto, la Pascua, que se celebra el día 14 del primer mes (vea Levítico 23:5), conmemoraba el juicio que Dios le hizo a Egipto y la protección de los primogénitos de los israelitas (Éxodo 12:2), es decir, es una fiesta santa, pero no es un descanso sabático.
La fiesta de Panes Sin Levadura duraba siete días y se celebraba del día 15 al día 21 del primer mes (Levítico 23:5), como símbolo del éxodo de los israelitas de Egipto. Tal como Dios lo instruyera: “Y guardaréis la fiesta de los panes sin levadura, porque en este mismo día saqué vuestras huestes de la tierra de Egipto; por tanto, guardaréis este mandamiento en vuestras generaciones por costumbre perpetua” (Éxodo 12:17).
Pero los líderes religiosos judíos en el primer siglo siguieron un precedente que había hecho que se juntaran dos fiestas en una observancia de siete días (Mishnah Pesachim 9:5). Sin embargo, muchos judíos continúan observando las dos fiestas diferentes durante ocho días (Flavio Josefo, Antigüedades de los Judíos, libro 2, capítulo 15, sección 1).
Estas variaciones nos pueden ayudar a explicar por qué Jesús no fue acusado de quebrantar la ley de Dios al observar la Pascua con sus discípulos al comienzo del día 14 del primer mes, en tanto que los fariseos lo hacían la tarde siguiente (Juan 18:28).
Él con frecuencia regañaba a los escribas y fariseos porque seguían las tradiciones de los hombres en lugar de los mandamientos de Dios (Mateo 15:6; Marcos 7:5-9). Él se refería a esos líderes espirituales como “guías ciegos” (Mateo 23:15-16).
Bajo el Nuevo Pacto, la Pascua y los días de Panes Sin Levadura continúan teniendo un significado muy definido. La Pascua conmemora el sacrificio de Cristo —el cumplimiento definitivo del sacrificio del cordero para la protección de los israelitas (1 Corintios 11:26). Los días de Panes Sin Levadura significan permitir que Cristo viva en nosotros y que se lleve a cabo el proceso de dejar toda la levadura atrás, así como los israelitas dejaron Egipto (1 Corintios 5:7-8).