¿Cómo comenzó la Pascua? ¿Qué dice la Biblia acerca de la Pascua y su importancia? ¿Deberían los cristianos observar la Pascua del Nuevo Testamento?
¿Qué significa la palabra “Pascua” y cómo comenzó todo?
¿Cómo y por qué Jesucristo y sus discípulos observaron la ordenanza de la pascua? ¿Por qué Cristo es llamado nuestra Pascua?
En las Escrituras podemos ver claramente que Cristo observó la Pascua y ordenó a sus discípulos que siguieran su ejemplo. Esta ordenanza tiene un profundo sentido espiritual para los cristianos y las instrucciones de Cristo a sus seguidores acerca de la forma adecuada de celebrar esta observancia están registradas en la Palabra inspirada de Dios, la Biblia.
El origen y el significado del término Pascua
La Pascua debe su nombre a un evento que ocurrió en el Antiguo Testamento cuando Dios sacó a los israelitas de la opresión de la esclavitud en Egipto. La primera mención de la Pascua en la Biblia la encontramos en Éxodo 12 cuando Dios instituyó la Pascua.
A los israelitas les dieron instrucciones específicas que debían seguir meticulosamente antes de salir de Egipto para la Tierra Prometida (Éxodo 12:1-28). Estos versículos describen la forma en que se debía matar, asar, comer y disponer de las sobras del cordero, que debía ser “sin defecto”. Este cordero sin ningún defecto físico es descrito como “la pascua del Señor” (v. 11).
Veamos cómo las instrucciones de Dios fueron registradas claramente.
Se debía elegir el cordero el décimo día del primer mes (v. 3) y guardarlo hasta el día catorce, día en que debía ser sacrificado al atardecer, poco después de la caída del sol al final del día 13 (v. 6). Cuando ya el cordero había sido sacrificado su sangre debía ser puesta en los postes de las puertas, en el dintel de las casas en donde se lo iban a comer” (v. 7).
“Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto. Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta solemne para el Eterno durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis” (Éxodo 12:13-14, énfasis añadido).
A los israelitas se les instruyó que no debían salir de sus casas hasta la mañana siguiente (v. 22). Cerca de la media noche el ángel del Señor pasó a través de la tierra de Egipto para destruir los primogénitos de los egipcios, pero cuando Él veía la sangre en los dinteles de la puerta de las casas de los israelitas: “Porque el Eterno pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará el Eterno aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir… Es la víctima de la pascua del Eterno, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto…” (vv. 23, 27).
Josefo y la historia de la Pascua
Flavio Josefo, un reconocido historiador judío, también se refirió al incidente en el que Dios pasó por encima de las casas de los israelitas: “Por eso seguimos ofreciendo todavía ahora ese sacrificio del mismo modo y llamamos a la fiesta Pascua que significa: ‘pasó al otro lado’, porque ese día Dios nos pasó al otro lado y envió una plaga a los egipcios. Porque aquella noche cayó sobre los egipcios la destrucción del primogénito, y muchos egipcios que vivían cerca del palacio del rey persuadieron al faraón de que dejara salir a los hebreos” (Antigüedades de los judíos, libro 2, capítulo 14 sección 6; p. 99).
Notemos que la Pascua toma su nombre de la noche del 14 de abib cuando Dios pasó por encima de las casas del pueblo de Israel y libró a los primogénitos de la muerte —por la sangre en los dinteles en la puerta. El pasar por encima de las casas de los israelitas y de esta forma librar su primogénito, es la razón por la cual la ceremonia se haya llamado la Pascua.
Así como los primogénitos de los israelitas fueron salvados por la sangre y escaparon de la muerte, los cristianos también son salvados de la muerte eterna por medio de la sangre derramada de Cristo nuestro Salvador.
Las instrucciones de Dios fueron claras acerca de cuándo se debería celebrar la Pascua. En el año segundo después de salir de Egipto a los israelitas les ordenaron celebrarla “a su tiempo... Celebraron la pascua en el mes primero, a los catorce días del mes… conforme a todas las cosas que mandó el Eterno a Moisés, así hicieron los hijos de Israel” (Números 9:1-5).
La Pascua es un “estatuto perpetuo” (Éxodo 12:14), y sólo después de esta observancia los israelitas fueron finalmente liberados del yugo de la esclavitud de sus crueles tiranos.
¿Cómo encajan estos eventos con la Pascua descrita en el Nuevo Testamento?
La Pascua del Nuevo Testamento
Veamos como encajan los sucesos del Antiguo Testamento con aquellos del Nuevo Testamento.
El pasar por encima de las casas de los israelitas que tenían la sangre del cordero sin mancha en el marco de la puerta, nos ofrece un claro simbolismo del sacrificio de Jesucristo en el Nuevo Testamento. La única forma en que nuestros pecados pueden ser perdonados es por medio del derramamiento de sangre tal como se afirma en Hebreos 9:22 “Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión” —no hay perdón de pecados.
Veamos lo que dice en Efesios 1:7: “En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (énfasis añadido). La única forma de escapar de la pena de muerte que nos acarreamos por nuestros pecados es arrepentirnos de nuestros pecados y aceptar el sacrificio —la sangre derramada— de nuestro Salvador Jesucristo.
Pablo lo dijo claramente: “nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” (1 Corintios 5:7)
Así como los primogénitos de los israelitas fueron salvados por la sangre y escaparon de la muerte, los cristianos también son salvados de la muerte eterna por medio de la sangre derramada de Cristo nuestro Salvador.
Jesús y la Pascua
Jesucristo creció en una familia que celebraba la Pascua cada año “según la costumbre” y Lucas nos menciona el incidente específico que ocurrió cuando Jesús acompañaba a sus padres a Jerusalén en la época de la Pascua cuando Él tenía 12 años (Lucas 2:41-43).
A principio de su ministerio Jesús vino a Juan el Bautista en el río Jordán. Cuando Juan vio que Jesús estaba caminando hacia él, él le dijo estas palabras: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Juan entendió que el cordero sin mancha que se sacrificaba en el antiguo Israel al atardecer del 14 de abib (más tarde llamado nisán) fue un anticipo de lo que sucedería con Jesucristo cuya sangre debería ser derramada.
Justo antes de ser traicionado y morir crucificado, Jesucristo les pidió a los discípulos que hicieran preparativos para su última Pascua. “Llegó el día de los panes sin levadura, en el cual era necesario sacrificar el cordero de la pascua. Y Jesús envió a Pedro y a Juan, diciendo: Id, preparadnos la pascua para que la comamos” (Lucas 22:7-8, énfasis añadido).
A Pedro y Juan los llevaron a una casa que tenía un salón para invitados muy grande, en donde Jesús y sus discípulos podrían comer la Pascua (vv. 11-12). Los discípulos hicieron lo que Jesús les instruyó “y ellos prepararon la pascua” (v. 13). Esta preparación ocurrió a finales del atardecer del día 13 de nisán.
A continuación, les haremos un resumen de los eventos que ocurrieron en la tarde anterior a la muerte de Cristo:
Cristo fija el tiempo de la Pascua
Según el cálculo de Dios, los días comienzan y terminan al atardecer. A comienzos del día 14 del primer mes (después del atardecer que daba por terminado el día 13), Jesús y sus discípulos se reunieron en el salón que se había preparado para la Pascua. Veamos el momento de la Pascua final de Cristo.
- “Cuando llegó la noche, se sentó a la mesa con los doce” (Mateo 26:20).
- “Y cuando llegó la noche, vino él con los doce” (Marcos 14:17).
- “Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles” (Lucas 22:14).
La Pascua final de Cristo con sus discípulos ocurrió al atardecer que marcaba el comienzo del día 14 del primer mes del calendario hebreo.
Cristo instituye los símbolos de la Pascua del Nuevo Testamento del pan y el vino
Veamos como Dios hizo la introducción a esta última pascua: “Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!” (Lucas 22:15).
La Pascua es un recordatorio anual de cómo hemos sido liberados de la paga del pecado, que nos acarrea la muerte eterna (Romanos 6:23).
Luego entonces Él les dio instrucciones a sus discípulos de una parte que ellos no conocían hasta ese momento.
Él introdujo el símbolo del pan. “Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí” (Lucas 22:19, énfasis añadido).
Él también introdujo el símbolo del vino. “Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” (Mateo 26:27-28, énfasis añadido).
Es importante anotar que Jesucristo no rechazó la observancia de la Pascua tal como estaba instituida en el Antiguo Testamento, sino que introdujo los símbolos del pan y del vino en vez del cordero sacrificial.
La Pascua y la ceremonia del lavado de los pies
Jesús introdujo otra ceremonia que no era parte de la observancia del Antiguo Testamento:
“Jesús… se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido… Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió” (Juan 13:3-5, 12-16).
Jesús demostró una actitud de humildad según Dios y su servicio hacia otros y Él instruyó a sus discípulos para que siguieran su ejemplo: “vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros”. La ceremonia del lavado de pies simboliza el corazón de amor, el sacrificio y el servicio a los demás de Jesús.
“Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis” (v. 17). Las palabras de Cristo demuestran cuán importante y significativo es para aquellos que afirman ser cristianos participar en la ceremonia del lavado de pies.
El apóstol Pablo y la celebración de la Pascua
¿Siguió la Iglesia primitiva el ejemplo que Jesucristo había dado y observó la Pascua del Nuevo Testamento? Sí.
Veamos lo que el apóstol Pablo afirmó: “Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto… en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga” (1 Corintios 11:23-26).
Tomar la Pascua es tanto un recordatorio —como un memorial— y una proclamación de la muerte de Jesús. El apóstol Pablo entendió y enseñó esta importante verdad.
El plan maestro de Dios para la humanidad comienza con la Pascua. Otros festivales importantes que revelan el eterno plan de salvación para usted y toda la humanidad, están enumerados en la Biblia y nos dan una información vital acerca de su futuro propósito para cada uno de nosotros. Si desea aprender más, no vacile en descargar nuestro folleto gratuito “Las fiestas santas de Dios: Él tiene un plan para usted”.
La Pascua y la salvación
La Pascua es un recordatorio anual de cómo hemos sido liberados de la paga del pecado, que nos acarrea la muerte eterna (Romanos 6:23).
Cristo les dijo a sus discípulos: “Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6:53-54).
El apóstol Pablo entendió su debilidad a medida que él luchaba contra el pecado y afirmó: “¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro” (Romanos 7:24-25, énfasis añadido).
Sólo hay una forma en que podemos ser liberados del pecado y esta es aceptando el sacrificio de Cristo quien estuvo dispuesto a llevar en sí mismo la pena de todos los pecados de la humanidad, incluyendo los nuestros (1 Pedro 3:18, Mateo 26:28, Gálatas 2:20). El servicio de la Pascua del Nuevo Testamento tiene un profundo significado espiritual e importancia. Nos recuerda a todos anualmente que Jesucristo sufrió y murió para pagar la pena de nuestros pecados y los pecados de toda la humanidad (Juan 3:16).
Si desea aprender más acerca de la Pascua del Nuevo Testamento puede leer el artículo: “Preguntas y respuestas acerca de la Pascua bíblica”.
¿Qué va a hacer usted ahora?
¿Se convertirá usted en parte del increíble plan de salvación de Dios? Es algo que cada uno de nosotros debe hacer: responder a su invitación para participar en el maravilloso futuro que Él está planeando para nosotros.
Que Dios nos de la fe y el ánimo para dar un paso adelante y comenzar el viaje que nos llevará a nuestra herencia y a la vida eterna en el Reino de Dios.