A través de la historia muchas personas han creído, de una u otra forma, en la reencarnación. ¿Qué dice la Biblia al respecto? Después de la muerte, ¿viviremos en alguna otra forma?
Hay algo en la mente humana que cree, o quiere creer, que hay algo más allá en la historia de la vida que nuestra actual experiencia. Nacemos; respiramos; nuestro corazón bombea sangre a través de nuestros cuerpos; estamos conscientes; pensamos; vivimos por un tiempo —y después morimos. Dejamos de respirar; nuestros corazones paran de bombear; nuestros pensamientos perecen.
Pero, ¿y después qué? ¿Eso es todo?
En siglos recientes, la filosofía del materialismo y la teoría de la evolución han ganado protagonismo. Según esta escuela de pensamiento, nuestra existencia material basada en la química de la vida física es, de hecho, todo lo que hay. Un proponente famoso del materialismo, el difunto Carl Sagan, lo resumió de esta manera: “El cosmos [el universo material] es todo lo que es, o fue o será”.
Las conclusiones bastante deprimentes del materialismo y de la evolución son que evolucionamos de nada y volvemos a nada. La vida que experimentamos es un accidente, sin ningún propósito supremo; y termina de manera contundente.
Pero en muchos millones de corazones humanos, continua la pregunta: ¿no hay algo más? ¿Había algo antes de esta existencia presente y consciente? ¿Hay algo después de ella? La mayoría de la gente quiere creer o cree que la respuesta a esas preguntas es “si”.
Pareciera que, para la mayoría de las personas la respuesta del materialismo es insatisfactoria. Entonces, a través de la historia humana, la mayoría de la gente se ha convertido a algún tipo de religión para hallar respuestas.
¿Qué dice la religión?
Algunas religiones enseñan la reencarnación —la creencia de que la vida presente de una persona es simplemente una entre una serie de vidas que él o ella ha vivido y vivirá y que la forma de esas vidas puede ser diferente (y no siempre humana) dependiendo en parte de los pensamientos y acciones (karma) de la persona en su vida presente.
Las enseñanzas de varias sectas del jainismo, hinduismo, budismo y otros sistemas religiosos varían en detalle pero incluyen alguna forma de reencarnación (también conocida como transmigración de almas o metempsicosis). Incluso algunos que profesan el cristianismo creen en la reencarnación.
Según estos sistemas de creencias, por lo menos una o más de las vidas anteriores o futuras de la persona va a transcurrir como plantas, animales seres humanos o seres espirituales —dependiendo del Karma de nuestras vidas presentes o anteriores. Algunas personas piensan que todo este sistema está representado en un gran mandala —un círculo encerrando un cuadrado que representa el universo. El propósito final es convertirse en lo suficientemente bueno para que uno sea liberado del ciclo de la vida-muerte-reencarnación-sufrimiento a un estado de libertad sin temor, dolor, ignorancia y muerte.
La Biblia tiene mucho que decir acerca de la vida después de la muerte. ¡Ésas son muy buenas noticias! Y es muy diferente de las demás religiones que postulan la reencarnación. Dependiendo del sistema, esta liberación final puede tomar eones de tiempo, muchas vidas, un gran deseo de ser liberado del ciclo y gran sufrimiento en el camino. Algunas personas que enseñan la reencarnación también insisten en que no hay un “dios” personal, individual, involucrado en nada de esto, sino que la “vida” en sí misma es el enfoque de todo el asunto.
¿Qué dice la Biblia?
La Biblia tiene mucho que decir acerca de la vida después de la muerte. ¡Esas son muy buenas noticias! Y es muy diferente de las demás religiones que postulan la reencarnación. Estas buenas noticias se centran en la voluntad y el propósito del único y verdadero Dios, que ha decidido a través de su hijo, Jesucristo, crear una familia espiritual eterna (Romanos 8:29; Colosenses 1:15-18).
La Biblia revela que la existencia no es un ciclo sin fin de vida y muerte y reencarnación hacia otra forma de vida. La Biblia revela un ciclo: la vida humana mortal, luego la muerte y después una resurrección para el juicio.
Adán, el primer hombre, no existió anteriormente como un ser consciente —ni como una planta, animal o espíritu. Veamos lo que Dios le dijo a Adán justo después de haber pecado: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3:19).
Contrario a los sistemas religiosos descritos anteriormente, la Biblia revela que los seres humanos son mortales, sujetos a la muerte no a la reencarnación. (Para mayor información acerca de esto, vea el artículo “Alma inmortal: ¿Qué es el alma?”.)
Claramente la escritura lo dice: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27).
¡Existe un gran propósito para esta vida!
En las Escrituras Dios describe su trascendental propósito para la vida humana. Al final, debemos ser los hijos de Dios el Padre y hermanos y hermanas de Jesucristo, ¡viviendo en armonía y rectitud con Dios para siempre!
El plan para llevar a cabo este propósito comienza con la existencia consciente y física de los seres humanos en esta vida y termina con la semejanza e imagen espiritual del Creador.
Tenga en cuenta lo que dice la Biblia acerca de esta maravillosa verdad.
Fuimos creados a “imagen” de Dios, lo que quiere decir, mientras somos físicos, Dios nos ha dado la capacidad de cumplir su increíble propósito para nosotros. “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:26-27)
En esta vida física, debemos aceptar el ofrecimiento del Espíritu Santo de Dios, que hace posible el crecimiento espiritual para que podamos ser creados a su imagen espiritual: “No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno” (Colosenses 3:19).
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).
Nuestro propósito es desarrollar las características espirituales de Cristo, “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13).
Y al final Dios nos garantiza el regalo de la vida eterna: “Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Más gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15:53-57).
¿Qué debemos hacer nosotros?
Si este breve resumen del propósito de Dios (no la reencarnación, sino la resurrección) para todos los seres humanos despertó su interés, entonces por favor lea más acerca de este tema en esta página web. Piense en lo que está leyendo. Ore para que Dios le ayude a entenderlo y a creerlo, porque está basado en la única fuente de verdad creíble —la Santa biblia, la Palabra de Dios.
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