Guardar el día de reposo de Dios puede ayudarnos a renovar energías, reenfocarnos espiritualmente y sentirnos animados por otros. ¡Es realmente un tiempo de refrigerio!
Nuestro mundo está inmerso en confusión. Las tensiones entre países se han elevado a niveles alarmantes, mientras que los efectos de una pandemia global han cambiado nuestra vida por completo. Incluso si contraer el virus no le preocupa tanto, la recesión económica resultante de la pandemia amenaza las finanzas y el estándar de vida de todos. Y sumándose a nuestras preocupaciones, los líderes gubernamentales y expertos de la salud no siempre están de acuerdo acerca de cuáles son las medidas correctas.
Alrededor del mundo, las personas están molestas por muchas razones, incluyendo la desigualdad racial, malas conductas policiales y la pérdida de libertades personales, y están demandando cambios. En medio de este ambiente tan conflictivo, lleno de ira, miedo y cosas desconocidas, es fácil que nosotros también nos desanimemos y agotemos.
Pero un antiguo mandamiento de nuestro Creador nos da un antídoto para todo el estrés que enfrentamos en la actualidad. El nombre de ese antídoto es: día de reposo semanal.
Definición del día de reposo
Según la Biblia, el séptimo día de la semana es el día de reposo de Dios —un día para descansar de nuestras labores normales y reunirnos con otros creyentes para adorar a nuestro Padre. Dios creó este día, lo bendijo y lo apartó justo después de crear a Adán, el padre de toda la humanidad (Génesis 2:1-3).
Guardar el día de reposo es uno de los Diez Mandamientos que Dios dio en el Monte Sinaí:
“Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para el Eterno tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. “Porque en seis días hizo el Eterno los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, el Eterno bendijo el día de reposo y lo santificó” (Éxodo 20:8-11).
Jesucristo guardó el día de reposo cuando estuvo en la Tierra (Lucas 4:16), al igual que los apóstoles, judíos y gentiles que conformaban la Iglesia del primer siglo (Hechos 13:14, 42, 44; 18:4). Y en la actualidad, el séptimo día de la semana (sábado) sigue siendo “un reposo para el pueblo de Dios” (Hebreos 4:9).
El día de reposo: un ejemplo del futuro refrigerio
El día de reposo semanal es un recordatorio del tiempo de refrigerio que Dios traerá a la Tierra cuando Jesucristo regrese y establezca su Reino.
El día de reposo semanal es un recordatorio del tiempo de refrigerio que Dios traerá a la Tierra cuando Jesucristo regrese y establezca su Reino.
En el primer siglo, Pedro habló con mucha emoción acerca de este maravilloso futuro, animando a sus oyentes a “[arrepentirse y convertirse, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo” (Hechos 3:19-21, énfasis añadido).
Según los historiadores, los primeros cristianos relacionaban el día de reposo con el Milenio —un período de 1.000 años en el que Jesucristo gobernará la Tierra tras su regreso.
El historiador Edward Gibbon explica que “La antigua y popular doctrina del Milenio estaba íntimamente relacionada con la segunda venida de Jesucristo. Dado que la creación se completó en seis días, la tradición atribuida al profeta Elías aseguraba que el estado presente del mundo tendría una duración de seis mil años.
“Siguiendo la misma analogía, se infería que este largo período de trabajo y conflicto (que estaba por terminar) sería seguido por un gozoso reposo de mil años; y que Cristo, junto a los victoriosos santos y elegidos que siguieran con vida o hubieran sido resucitados milagrosamente, reinará sobre la Tierra hasta que llegue el momento de la resurrección final de toda la humanidad” (The Decline and Fall of the Roman Empire [La decadencia y caída del Imperio Romano], Tomo 1, p. 403).
Si bien la Biblia no dice específicamente que la humanidad tendrá 6.000 años antes del regreso de Cristo, ésta es una suposición lógica, dado que 2 Pedro 3:8 dice: “para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día” (compare con Salmos 90:4).
Las profecías bíblicas acerca del Milenio describen este período como una época de paz y prosperidad en la que todos recibirán la oportunidad de ser salvos. Éste sin duda será un cambio renovador comparado con el mundo en que vivimos hoy. El día de reposo semanal (sábado) es un recordatorio constante de ese futuro tiempo de refrigerio.
El día de reposo como un refrigerio en la actualidad
Además de su profundo simbolismo, guardar el día de reposo semanal puede revitalizarnos de tres maneras importantes:
1. El descanso físico revitaliza nuestro cuerpo
Una de las bendiciones especiales del día de reposo es la oportunidad de descansar de nuestras labores físicas por un período de 24 horas. Como vimos, Dios nos ordena: “Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para el Eterno tu Dios; no hagas en él obra alguna” (Éxodo 20:9-10).
Cuando los israelitas eran esclavos en Egipto, no podían descansar el sábado. Trabajaban a la orden de sus amos, seguramente siete días a la semana sin descanso.
En otra referencia al día de reposo, Dios describe específicamente el refrigerio que podemos experimentar al descansar en el sábado: “Seis días trabajarás, y al séptimo día reposarás, para que descanse tu buey y tu asno, y tome refrigerio el hijo de tu sierva, y el extranjero” (Éxodo 23:12, énfasis añadido).
Dios desea que toda la humanidad tenga la oportunidad de descansar y revitalizarse en su día de reposo.
2. El día de reposo revitaliza nuestras mentes en lo espiritual
En nuestras ocupadas vidas, a veces puede ser difícil encontrar tiempo para fortalecer nuestra relación con Dios. El día de reposo es la oportunidad perfecta para pasar más tiempo orando, estudiando la Biblia y meditando en el plan de Dios y su propósito para nosotros.
El día de reposo es el momento para tomar un respiro, hacer una pausa en nuestra rutina diaria y enfocarnos en lo que realmente importa.
Incluso Dios experimentó la renovación mental que resulta de guardar el sábado cuando descansó en el séptimo día de la semana tras seis días de creación. Como dice Éxodo 31:17: “en seis días hizo el Eterno los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó”.
La palabra “reposó” significa que “tomó aliento” (Albert Barnes’ Notes on the Bible [Comentario bíblico de Albert Barnes]). Dios no necesitaba reposar porque estuviera cansado. Él “no desfallece, ni se fatiga” (Isaías 40:28), pero tal parece que sí consideró revitalizante hacer una pausa.
Una de las maneras en que Dios espera que nos renovemos espiritualmente en el día de reposo es asistiendo a los servicios de la Iglesia. En Levítico 23 nos dice: “el séptimo día será de reposo, santa convocación” (v. 3). Una santa convocación es una asamblea, una reunión pública del pueblo de Dios.
Asistir a servicios de sábado, donde se nos enseñan las mismas doctrinas que Jesucristo y sus apóstoles predicaron, nos permite aprender acerca del camino de Dios y nos anima a permanecer fieles.
Guardar el día de reposo nos brinda una oportunidad semanal para revitalizarnos espiritualmente y profundizar nuestra relación con Dios.
3. Convivir con los hermanos nos revitaliza
La convivencia era un aspecto importante de las vidas de los primeros cristianos. Además de sus actividades espirituales, ellos pasaban tiempo hablando unos con otros y compartiendo comidas (Hechos 2:42).
Más tarde, el apóstol Juan explicó que ser llamados al camino de Dios implica tener comunión con nuestros hermanos y nuestro Padre (1 Juan 1:3). El día de reposo es un tiempo ideal para convivir con Dios y nuestros hermanos espirituales.
Pasar tiempo con personas que comparten nuestras creencias puede ser muy revitalizante. Pablo les pidió a los miembros de la Iglesia en Roma que oraran “para que con gozo llegue a vosotros por la voluntad de Dios, y que sea recreado juntamente con vosotros” (Romanos 15:32, énfasis añadido). Y en su carta a los corintios, el apóstol dice que los ministros confortan a los hermanos así como los hermanos a los ministros (1 Corintios 16:18; 2 Corintios 7:13).
¿Importa el día de la semana que guardemos?
Algunos piensan que no importa el día de la semana que elijamos para descansar —que lo único importante es descansar uno de los siete días. Otros dicen que Jesucristo es su reposo, y que ahora lo adoran cada día de la semana sin necesidad de guardar un día en especial como santo.
Ambos son argumentos errados basados en un razonamiento incorrecto. El séptimo día de la semana tiene significados únicos que lo diferencian de los demás días, aunque esto no implica que sólo podamos adorar a Jesucristo durante el sábado.
El sábado es el día que Dios apartó y santificó. Es un regalo que Dios le hizo a toda la humanidad (Marcos 2:27). Guardar el sábado nos revitaliza a través del descanso físico y la convivencia con nuestros hermanos.
Para más detalles acerca de por qué ningún otro día puede reemplazar al séptimo, consulte “¿Necesita usted un descanso?” y “El Cuarto Mandamiento: acuérdate del día de reposo”.